Cuaderno griego, José María Bermejo. Polibea, Madrid. 168 páginas.
2016. 12 euros.
En una entrevista concedida a la
revista Alcántara (1972), el joven
cacereño José María Bermejo, recientemente galardonado con un accésit del
premio Adonáis por su libro Epidemia de nieve (del que ya hablaré), confesaba:
“Asimilo la evocación de mi tierra a mi espíritu interior”. Paisaje y alma son
la misma cosa. Es la tesis que sostenía Azorín en La ruta de don Quijote (1905):
“Hay en esta campiña bravía,
salvaje, nunca rota, una fuerza, una hosquedad, una dureza, una autoridad
indómita que nos hace pensar en los conquistadores, en los guerreros, en los
místicos, en las almas, en fin, solitarias y alucinadas, tremendas, de los
tiempos lejanos”
“La fantasía se echa a volar
frenética por estos llanos; surgen en los cerebros visiones, quimeras,
fantasías torturadoras y locas”
Pero, ¿qué tierras son esas en
que se sustenta la espiritualidad? En aquella entrevista Bermejo se refería a
Tornavacas. No obstante, son muchas las patrias que nos construyen por dentro.
Algunos vivimos en un paisaje leído, evocado por enardecientes palabras, del
que nos sentimos parte antes incluso de conocerlo in situ para constatar a posteriori que sí, que nuestro yo proviene de otro tiempo,
detenido, parado, en un lugar remoto. Tal parece el caso de nuestro autor,
enamorado de Grecia, de su cielo y sus islas, de su esencia y sus dioses, ya
antes de que viajara hasta allí en 1977. Cabría preguntarse ahora cómo es tan
legendario espacio pasa saber qué comparten el hombre y la naturaleza; o qué
gracia transfirió el mundo exterior al deseante corazón humano para que éste
levantase hace milenios toda una cosmogonía en el Mediterraneo. José María
Bermejo da cabal respuesta en su libro de ensayos Cuaderno griego (Polibea, 2016), donde ofrece su
interpretación de la mítica tierra helena, territorio que, kilómetro a
kilómetro, ruina a ruina, le va revelando no ya una geografía, sino lo ignoto
de su ser –cumpliendo así la máxima que en la mencionada entrevista pronunciaba:
“el poeta debe adivinarse a sí mismo” –.
Bermejo comenzó la escritura de
los ensayos que componen el volumen “el mismo día en que visité Delfos”. Cuál
honda sería la impresión que le produjo el santuario consagrado a Apolo. ¿Y
quién ha recorrido el archipiélago griego, se ha bañado en sus aguas o ha
respirado su brisa sin sentir la presencia divina en su interior, el fuego de
lo sacro en la mirada? No se sale indemne de Grecia, cuna de las regiones
nobles del espíritu, bajo cuyo cielo hasta el cuerpo parece digno reflejo de la
perfección de un dios.
Me han gustado mucho los
artículos La marioneta y el héroe, Ítaca, Música de sirenas, Ambigüedad del
canto, Lo divino, Laberinto marítimo y Delos.
Dejo aquí algunas citas de cada
uno, a propósito de Ulises y de Orfeo:
“No basta la memoria de la aventura. Es la aventura misma la
que sostiene el héroe como émulo de los dioses y ejemplo para los mortales […]
No hay que llegar jamás a Ítaca” (p. 32)
“Seducción: mito, pasión ambigua
por donde la fugacidad aún podría precipitarse en un ser profundo, si fuéramos
capaces de escuchar a una única sirena y de merecerla desde el silencio puro.
Esa concentración es hoy, más que nunca, una tarea de héroes, porque vivimos
atrapados por la vana y dispersa dulzura de mil cantos” (p. 39)
“La impaciencia puede matar la
posesión, y siempre, aunque la logre, acaba degradándola. ¿Cuándo aprenderemos
a esperar, incluso a renunciar?” (p. 49)
“En Grecia la hospitalidad es
sagrada: un huésped puede ser un dios” (p. 85)
José María Bermejo extrae
conclusiones de los mitos perfectamente válidas para el siglo XXI, un siglo
reducido –en palabras de Jorge Riechmann–
“a tratar de obtener satisfacciones inmediatas por el consumo de mercancias” (¿Vivir
como buenos huérfanos? Catarata,
2017), poniendo en peligro la vida humana en la Tierra. De las citas anteriores
se deducen lecciones de modestia, compasión, caridad y humildad, valores
imprescindibles para autoconservarnos. ¿Cómo no relacionar los mitos, su sabiduría
de los límites –Riechmann–, cifrada en la
sentencia de Delfos “Nada en demasía” con las reivindicaciones de los
humanistas-ecologistas, que tratan de frenar el sistema capitalista
visibilizando nuestras principales crisis contemporáneas: de valores, energéticas y
ambientales?
Absolutamente recomendable este Cuaderno
griego, de bellísima edición. Y José María
Bermejo, un intelectual del que aún queda mucho por descubrir.
Esta reseña ha sido publicada por la revista Oculta Lit.
Hola:
ResponderEliminarEstoy haciendo limpieza y me he econtrado con la dedicatoria de "Construyendome en ti" por ser el primero en comprarte un libro :-)