La editorial Salto de Página acaba de lanzar la nueva novela de Emilio Bueso: Cenital. Su reseña, muy pronto, en este blog. Entre tanto, y para que lo vayáis conociendo, recupero mi crítica sobre su extraordinario libro anterior, Diástole (Salto de Página, 2011), publicada por La Tormenta en un Vaso.
Antología. Juana Inés de la Cruz
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sábado, 28 de abril de 2012
martes, 24 de abril de 2012
La flota inútil
La Comunidad
de Madrid suprime los puestos de trabajo de 3000 profesores en los centros de
enseñanza secundaria, y con esos despidos, elimina los grupos de refuerzo y los
desdobles que los chicos menos capacitados necesitan para aprobar el curso,
erradica las horas de laboratorio que los alumnos de ciencias demandan para
tomar contacto con el mundo real, fulmina las tutorías (creadas
para resolver los conflictos colectivos e individuales dentro de un grupo) y,
por último, reduce el trato personalizado que han de recibir los chicos de sus
profesores.
No es cierto que el gobierno regional esté pidiendo al cuerpo de profesores
un esfuerzo para salir de la crisis, no. Está imponiendo a
la sociedad un sacrificio: una renuncia de
su libertad, de su capacidad de crítica, de discernimiento, y de su
intelectualidad, con objeto de construir una generación de hombres y mujeres
con el cuerpo y la mente adormecidos, carentes de cultura y de valores.
Desde la presidencia de
la Comunidad se intenta desvirtuar la imagen del cuerpo docente y desprestigiar
sus protestas. Pero que nadie se engañe. Los profesores no nos estamos
movilizando por el aumento de horas. Velamos por el bien de nuestros
estudiantes, de nuestros hijos, de los adolescentes de hoy que serán la
sociedad del mañana. Y sin formación, sin arte, y sin respeto, ¿qué mundo será
ese en el que vivan? Su futuro depende de nosotros: de sus padres, de sus
profesores y de las políticas educativas que sigamos ahora.
La Consejería de Educación nos pide a los docentes que construyamos buques
pese a las graves restricciones materiales. Y nosotros podríamos hacerlo. En
lugar de madera o acero (nos dicen que no hay) podríamos utilizar cartón para
la fabricación del casco. La mano de obra despedida sería remplazada por
nuestros propios músculos. Fabricaríamos los barcos sin medios y sin gente.
Somos profesionales. Pero no podríamos garantizar su flotabilidad. Y por eso,
los docentes, protestamos e incluso rechazamos poner un pie en el astillero
educativo. Porque esos barcos no serían seguros. La Comunidad de Madrid
pretende que sus jóvenes se embarquen en naves inútiles, amarradas a puerto;
pretende fabricar una flota sin expectativas, que no abra horizontes ni
conquiste fronteras.
Nosotros nos negamos.
Amamos la sociedad, por eso nos dedicamos a la
enseñanza, y no estamos dispuestos a ser cómplices de su hundimiento dando a
los adolescentes una educación mediocre, brutalmente mutilada
miércoles, 18 de abril de 2012
Poemas lisiados
El jueves 19 de abril, a las 19.30, presento en La Marabunta el nuevo poemario de Jorge Riechmann: Poemas lisiados (La oveja roja, 2012). Mi reseña del libro la han publicado hoy en La Tormenta en en Vaso. Os esperamos mañana en la librería de Lavapiés (c/ Torrecilla del Leal, 32).
jueves, 12 de abril de 2012
Darwinismo social
La actual crisis económica ha sido creada por los poderes políticos, seguramente, como consecuencia del previsible agotamiento -en pocos años- del suministro de petróleo. Ningún partido ha asumido la responsabilidad de darnos un mensaje evidente: no hay recursos energéticos para satisfacer nuestra demanda. Para frenarla, la derecha apuesta por un concepto decimonónico: la selección natural. A través de los recortes sociales, del deterioro del estado del bienestar, de la privatización de los servicios públicos y del aumento del paro, disminuye el consumo; pero no solo, también se reduce la banda la clase media y se estratifica a la ciudadanía entre individuos con y sin recursos económicos para garantizarse la supervivencia. Con este método, el Estado pretende convertimos en salvajes competidores por un (precario) puesto de trabajo que nos garantice el pan. Existe otra opción, la de la izquierda, que consiste (en teoría, al menos) en cooperar entre todos para obtener un beneficio común. Pero se estancó en las urnas el pasado noviembre. El pueblo eligió la lucha por la vida. Y en eso estamos. Mientras nos medimos como púgiles sobre el ring del empleo, y vemos cómo montan los cuadriláteros de la Educación y de la Sanidad, no nos damos cuenta de que se silencia la Cultura, de que se criminaliza la movilización en la calle, de que la Iglesia extiende sus tentáculos, de que la Monarquía mantiene (casi íntegra) la asignación de su presupuesto, de que el poder se centra en una mano.
viernes, 6 de abril de 2012
Censura
En el siglo XVI la Inquisición impuso en España la más estricta comprobación de toda divergencia de la ortodoxia en las Universidades. Esto se llevó a cabo de dos maneras: censurando los libros de lectura y de estudio, y por la acción disciplinaria contra los profesores, como las emprendidas contra el poeta y humanista Luis de León –arrestado en una cárcel inquisitorial entre 1572 y 1576– y contra el poeta y gramático Sánchez de las Brozas –citado a declarar en 1584 ante un tribunal, y preso en Valladolid en 1595–.
En los últimos diez años la sociedad española experimentó un aumento de sus derechos civiles y sociales. La ciudadanía gozó de una libertad sin precedentes. El país se robusteció. Era mucho más justo, comprensivo, democrático e integrador. Y esos valores también se abrieron paso entre la maleza legal. Nuestro mundo ampliaba su horizonte, y el Estado cooperaba. Pero en todos los cuentos siempre hay alguien que envidia la felicidad ajena, y éste suele ser un personaje egoísta, tiránico y mentiroso, alguien tan celoso de su estatus, que antes que perder sus privilegios o su señorío, no duda en destruir la convivencia armoniosa, pacífica, entre sus semejantes.
Hoy en día, la Iglesia no puede restablecer su censura moral e ideológica a través de la Inquisición (abolida en 1834), pero eso no significa que la eluda, significa que la disfraza. A este fin se dirigen los "recortes" en la enseñanza pública (despido de docentes, no convocatoria de oposiciones, retirada de la asignatura "Educación para la ciudadanía" y de sus libros de texto). Entre tanto, se incrementan las prerrogativas a los centros privados y concertados (católicos, en su mayoría) con subvenciones y beneficios fiscales. El gobierno, incluso, ha elevado el concierto económico al Bachillerato. Así, la Iglesia pretende garantizarse el control ideológico de los niños y los adolescentes. Yo llamo a esto: dictadura mental. No se lo permitamos.
lunes, 2 de abril de 2012
Distopía
“No tenemos una bola de cristal para ver nuestro futuro energético, pero hemos recopilado datos muy diversos y los hemos juntado en un modelo matemático simulado por ordenador [...] Hemos usado este modelo matemático para estudiar dos cosas vitales en nuestra sociedad: la energía y la economía [...] El panorama que se ve desde arriba nos lanza un mensaje muy claro: esto no puede seguir como hasta ahora. No es el mensaje de siempre, no sólo decimos que esto no debe seguir porque es perjudicial para el planeta. No. Decimos, simplemente, que nuestros datos muestran que no vamos a continuar por este camino, no es posible. No tenemos petróleo para continuar con el crecimiento económico y los patrones de consumo de las últimas décadas. Algo va a cambiar en nuestra sociedad en esta misma década y de forma muy sustancial.
Según las estimaciones de la mayor parte de los geólogos y según los datos que estamos observando estos últimos años, estamos viviendo el estancamiento y declive de la extracción de petróleo, y no vamos a poder sustituirlo con otras tecnologías. Aunque nadie sabe dónde puede llegar la ciencia en el futuro, sí sabemos que las tecnologías necesitan años e incluso décadas de desarrollo y ya no tenemos tiempo.
Ni las energías renovables ni la nuclear van a servir para superar el declive del petróleo por una razón evidente: estas tecnologías nos proporcionan electricidad, mientras el petróleo es un combustible líquido, muy versátil y ligero, imprescindible para el transporte y la agricultura actuales. Si el declive del petróleo se espera para esta década, el resto de los recursos energéticos no van a durar mucho más. El gas natural, el carbón y el uranio probablemente encuentren sus declives antes de la primera mitad del siglo. Esto nos dejará sin los combustibles que generan la mayor parte de la electricidad, aunque, en el caso de la energía eléctrica, la sustitución es un poco más sencilla porque el declive del carbón, gas y uranio no es tan inminente y las energías renovables están más desarrolladas.
Aunque el mensaje dominante en los medios de comunicación y en los discursos políticos huye de estos temas y nos invita a pensar que vivimos en un mundo de recursos naturales y energía prácticamente ilimitada, cada vez son más los estudios científicos que exponen conclusiones similares a las nuestras. Dice mucho de la clase de políticos y medios de comunicación que tenemos el que una noticia de esta envergadura esté ausente de las primeras planas y los debates electorales.
En las próximas décadas vamos a experimentar el declive de la mayor parte de los recursos energéticos a los que estamos acostumbrados y la sustitución no siempre va a ser posible. Lo más probable es que tengamos que conformarnos con consumir menos energía de la que usamos ahora. Si bien es cierto que existen formas de satisfacer las necesidades de los habitantes del planeta consumiendo bastante menos, no es menos cierto que llevamos siglos incrementando nuestro consumo y tenemos una enorme inercia que nos empuja en dirección completamente opuesta al ahorro.
Asumir el reto de la crisis energética supone enfrentarse a un gran cambio global, un cambio en la industria, la agricultura, el transporte, el urbanismo y la vivienda, pero, sobre todo, un gran cambio de mentalidad colectiva que necesitará del abandono del consumismo y el crecimiento como pilares de la sociedad. Es preciso que todos vayamos tomando consciencia del problema cuanto antes y asumamos la necesidad del cambio, ya que el declive de los recursos no es una opción. Si nuestras sociedades no son capaces de aplicar medidas de ahorro, la disminución de recursos se hará de igual manera y serán la pobreza, la desigualdad y la recesión económica quienes, probablemente, se encarguen de disminuir el consumo energético”.
Margarita Mediavilla Pascual, profesora de la Escuela Universitaria Politécnica de Valladolid.
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