La
fantasía épica apenas aparece en los manuales de literatura española. Sus orígenes
en lengua castellana se remontan al siglo XVI, época en que los libros de
caballerías (abanderados por el Amadís de Gaula y sus continuaciones: Las
sergas de Esplandián y Lisuarte de Grecia) se convirtieron en los primeros éxitos
de ventas de libros. El Humanismo, sin embargo, a través de pensadores de la
talla de Juan de Valdés, y pese a la oposición de insignes lectores (como
Teresa de Jesús) de relatos bien nutridos de combates y magia, hirió de muerte
al género. Por fortuna, algunos escritores contemporáneos no han perdido la fe
en su resurrección, y gracias al hechizo de sus obras lo han devuelto a la
vida. No es para menos. Hablamos de novelas bien escritas, seductoras,
trepidantes, como Infierno nevado, de Ismael Martínez Biurrun (2006) o Los
navegantes, de José Miguel Vilar (2007). A este elenco de brujos sumamos ahora
el nombre de Juan Gómez Bárcena. Su libro de relatos Los que duermen (bellamente editado por Salto de Página, 2012) echa mano
de mitos, anales, leyendas y cuadernos de bitácora para desplegar ante nuestros
ojos las velas de mundos imposibles; aunque no todos pertenecen a la Antigüedad
o a la Edad Media, pues algunos se localizan en el presente, en futuros lejanos
o en la Alemania nazi. Eso sí, todos ellos (15 en total) están conectados,
comparten vínculos y acogen ecos de las demás historias. ¿Cómo? A través de sueños,
premoniciones, viajes en el tiempo y hallazgos arqueológicos. Gómez Bárcena no
deja un cabo suelto. Fruto de dichas colisiones históricas, encontramos “paradojas”
interpretativas, como la que recae sobre la mujer asesinada por adúltera en el
siglo X y elevada al rango de Virgen dos centurias más tarde. El tiempo es el
gran protagonista del libro. Todo lo mezcla, todo lo confunde. De fondo suenan
las notas de La historia interminable, Michael Ende; o de Ubik, Philip K. Dick.
El libro también sobresale por su prosa exquisita. Ya en los mismos relatos se
reflexiona sobre la importancia del lenguaje para la expresión y creación de
sentimientos e ideas, y se alerta del peligro de la privatización del léxico,
de la mercantilización de las palabras, de la inaccesibilidad al vocabulario:
la ausencia de horizonte existencial. De fondo, ahora, partitura de Orwell. El
estilo de Gómez Barcena atornilla al lector, que no suelta la obra hasta
acabarla. Destacan dentro del conjunto: “La leyenda del rey Aktasar” y “Hitler
regala una ciudad a los judíos”.
Para
amantes de la buena literatura.