Leyendas de los Otori, Lian
Hearn. Alfaguara.
Como amante de la literatura, carezco de prejuicios a la
hora de seleccionar una novela. Me gustan casi todos los géneros (en realidad,
sólo descarto el erótico) y eso significa que no miro a ninguno con desdén. Eso
sí, me encargo de buscar buenos libros entre la vasta propuesta editorial,
porque no me contento con cualquier cosa. Tengo un gusto exigente. Así pues,
leo con gusto novelas a las que el mercado denomina de tipo juvenil, etiqueta que a mí no me convence. Serán novelas de
aventuras, de misterio o de fantasía, pero el género no tendría que determinar el
público que debería leerlas. De ser así, ¿qué hacemos con Julio Verne, Robert
Louis Stevenson, Edgard Allan Poe, Jack London o George Wells? Hablamos de autores
que encandilan a miles de lectores de cualquier edad, y a los que no podemos
adscribir la etiqueta de juveniles
porque sería quedarnos bastante cortos. Y si les ponemos dicho calificativo por
el protagonista de las obras, ¿qué hacemos con novelas como Sukkwan
Island, de David Vann? Roy apenas tiene 13
años, pero antes que recomendar su historia a un púber me quedo más tranquila
si lo mando de viaje a las minas de Mordor.
En conclusión, no nos acerquemos
a los escritores de LIJ con prejuicios, porque sus obras –las buenas, claro,
porque hay de todo– están dirigidas a cualquier lector, con independencia de su
año de nacimiento. Pasa con ellas como con las películas de Indiana Jones, que están calificadas para todos los públicos.
Mi profesión (profesora de Lengua
y Lteratura) me hace estar pendiente de las novedades editoriales con el fin de
renovar las recomendaciones anuales que hacer al alumnado. Debemos compensar la
lectura de los clásicos (Lazarillo,
Marianela…) con otras más afines a los
intereses y sensibilidades de los adolescentes de hoy. De lo contrario, los
podemos perder como lectores.
Y aquí entro de lleno en el
asunto de este post: la recomendación de una saga que he ido descubriendo en los
últimos meses y que gustará no sólo a los niños y adolescentes, sino a quienes
posean un espíritu joven o atemporal.
La leyenda de los Otori (2002-2008)
Consta de una trilogía (El
suelo del ruiseñor, La hierba en la almohada, El brillo de la luna), así como de una precuela (La red del
cielo es amplia) y de una secuela (El
lamento de la garza). Su autora es una
amante de la cultura japonesa: Lian Hearn, pseudódimo de Gillian Margaret
Hanson (1942).
Yo sólo he devorado la trilogía,
y debo decir que es excepcional. Se localiza en el Japón del siglo XVI. Combina
los géneros épico y fantástico. Relata el despertar a la magia de un
adolescente cuya aldea ha sido ejecutada por uno de los clanes del Imperio.
Rescatado de una muerte segura por un noble, Tomasu adoptará el nombre de Takeo
y aprenderá a convivir con sus contradicciones internas: el cristianismo
heredado de su madre (perteneciente a los Ocultos) y los poderes
extraordinarios que recibió del padre (un Kikuta, familia integrada en la Tribu),
la compasión y la crueldad, la añoranza por la infancia perdida y el deseo de
venganza, su doble fidelidad hacia su nuevo padre, Shigeru Otori, y hacia la
organización clandestina que lo reclama para adiestrarlo en el espionaje y en
el asesinato, la oscuridad de sus orígenes y la luminosidad que le inspira el
amor de la bella y desgraciada Kaede.
La prosa de la autora es una
maravilla. La violencia encuentra su contrapunto en la espiritual de una
naturaleza sublimada. La muerte se compensa con la vida donde quiere esté: un
árbol milenario, un pétalo mojado por la lluvia, un canto de cigarra… Cada
volumen se centra, de hecho, en una estación distinta del año: verano,
invierno, primavera.
Los personajes, un amplísimo
elenco de hombres y mujeres de distinta edad y condición, son maravillosos.
Ellas son fuertes y han sido educadas en igualdad de condiciones con respecto a
los varones para desarrollar sus destrezas y heredar sus dominios. Entre ellos,
por otro lado, destaca Makoto, un joven monje guerrero en busca de iluminación
mística que tras enamorarse de Takeo será leal a su causa toda la vida,
luchando a su lado en cinco batallas.
Los constantes giros de guión, el
despliegue de tramas, el áura legendaria de la obra, su lirismo, su propuesta
feminista, su tolerancia religiosa o la puesta en valor de la naturaleza hacen
de esta saga una delicia para todos los públicos.
Desde aquí lanzo un ruego a
Alfaguara-Loqueleo: reediten los libros. Están descatalogados y sus precios en
Amazon son inasumibles.
Yo tengo la suerte de que me los
ha prestado un amigo, ¿pero qué haréis vosotros? Acudid a vuestras bibliotecas,
insensatos.