Siempre
me pareció falso el nombre que nos han dado: emigrantes.
Pero
emigración significa éxodo. Y nosotros
no hemos
salido voluntariamente
eligiendo
otro país. Ni inmigramos a otro país
para en él
establecernos, mejor si es para siempre.
Nosotros
hemos huido. Expulsados somos, desterrados.
Y no es
hogar, es exilio el país que nos acoge.
Inquietos
estamos, si podemos junto a las fronteras,
esperando
al día de la vuelta, a cada recién llegado,
febriles,
preguntando, no olvidando nada, a nada renunciando,
no
perdonando nada de lo que ocurrió, no perdonando.
¡Ah, no
nos engaña la quietud del Sund! Llegan gritos
hasta
nuestros refugios. Nosotros mismos
casi
somos como rumores de crímenes que pasaron
la
frontera. Cada uno
de los
que vamos con los zapatos rotos entre la multitud
la
ignominia mostramos que hoy mancha a nuestra tierra.
Pero
ninguno de nosotros
se
quedará aquí. La última palabra
aún no
ha sido dicha.
(De Poemas y canciones, Alianza. Traducción de Jesús López Pacheco. 1968)
Bertolt Brecht huyó de Berlín con su familia en 1933, perseguido por las SS. Se refugió en Dinamarca, Suiza y Finlandia. En estos países escribió algunos de los mejores poemas que yo haya leído jamás, como este de arriba.
Mravilhoso, sim...
ResponderEliminarObrigado, Sonia ;)
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