Las
novelas sobre librerías están de moda. Impedimenta ha dedicado dos títulos al
tema: La librería, de Penélope Fitzgerald (2010), apenas un bosquejo de trama que promete mucho
más; y la sublime La buena novela, de Laurence Cossé (2012), una de las mejores
novelas publicadas en los últimos años, de la que he dicho: “Escrita in
medias res, y
con estructura de thriller, encandila por su prosa elegante (mérito de la traductora,
Isabel González-Gallarza), por la sabia elaboración del suspense y por su
preciso conocimiento del mundillo literario, cuya trastienda muestra sin
tapujos”. A esta lista sumamos ahora la amena y divertida La librería
ambulante,
de Christopher Morley (2012), publicada por Periférica.
En una
época como la actual, en que las librerías se resienten por el impacto de la
crisis y de la descarga de libros, este alud de novelas rinde homenaje a esos
legendarios establecimientos donde los lectores pueden encontrar, escondido en
un estante o tumbado provocativamente en una mesa, el libro de su vida y
debatir durante horas con otros amantes de la literatura, con hombres y mujeres
especializados en los distintos géneros: sus libreros. Esta es la pauta de
los locales independientes, que priorizan el trato de calidad y el
estrechamiento de vínculos, al número de ventas. Si Laurence Cossé lleva esta pasión por las
novelas a una librería del centro de París, situada en un palacio, Christopher
Morley, en
cambio, la sube a un carruaje de madera pintada, de ruedas embarradas y tirado
por una mula. No importa, nos dice, dónde se encuentren las obras, la librería
perfecta es aquella regentada por libreros honestos, fanáticos de la
literatura, de gusto exquisito, dotados de gran capacidad comunicativa y hábiles
en el conocimiento psicológico. ¡Qué resistencia al fenómeno Amazon, que propone cientos de miles de
libros on line, sin
nadie que organice ni filtre tamaña librería virtual!
La
librería ambulante es
una suerte de cuento sencillo, salpicado de humor, provisto de certeras
reflexiones sobre la existencia, la identidad y los roles de género. Narra el
encuentro fortuito de Roger Mifflin (misionero literario a bordo del Parnaso,
caravana
atiborrada de libros, cuyo objetivo es aventurarse en las montañas y campos
para llevar la literatura a las gentes más simples) y Helen McGill (granjera
cansada de ollas,
sartenes y corrales,
hermana de un
famoso escritor de quien envidia su libertad para el vagabundeo), que cambiará sus vidas para
siempre. Mientras él le enseña los secretos “de la diversión más celestial
conocida por el hombre: vender libros”, ella (¡a sus cuarenta años!) irá
descubriendo el amor, la aventura, el peligro y “el cultivo de la reflexión
filosófica”.
La obra
trata del arrojo de una mujer que lo abandona todo por encontrarse a sí misma.
No importa la edad que se tenga para empezar de nuevo. La vida es reinvención.
Quien se estanca se muere. Sólo aquellas personas que gozan de verdad de cuanto
hacen, ya sea la tarea grandiosa o humilde, alcanzan la plenitud. Nuestra
misión en el mundo consiste en buscarnos por dentro de la sangre, saludar a
nuestro yo más
cierto y jamás traicionarlo.
Lo mismo
ocurre con la literatura, las buenas novelas se escriben desde la sinceridad:
“Un buen libro debe ser simple… debe provenir de algún lugar entre la segunda y
la tercera costilla: debe haber un corazón latiendo en su interior”. Tal es el
caso de La librería ambulante. Se aprecia que Morley disfrutó al escribirla, que se
dejó llevar por la carrera alocada de sus dos criaturas. ¿Su premio? Esta
quinta edición de Periférica. Recordemos que el libro vio la luz hace casi cien
años.
Me lo recomendaron hace poco (precisamente, un librero). Me gustan este tipo de libros, también les he echado el ojo a los que comentas de Impedimenta y supongo que tarde o temprano caerá alguno. Tu apunte sobre lo bueno que es encontrar este tipo de novelas en una época en la que las librerías pequeñas tienen dificultades para subsistir me ha parecido muy interesante.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias por tus observaciones. En cuanto a los libros de Impedimenta, "La librería" no me convence del todo, no sé si se debe a la traducción. Sin embargo, "La buena novela" es una obra fantástica, de las que se leen y releen con gusto. Muy recomendable.
ResponderEliminarSalud.
A propósito de la tapa del libro "La librería ambulante", por lo que se ve en la foto (hay otras con mayor resolución), de libros, nada. A menos que en esa comarca los volúmenes sean en polvo, o en forma de embutido. En fin: chapuceros hay en todas partes.
ResponderEliminarOtrosí: La felicito por el premio. La persona a quien homenajea con su nombre es venerada por mí, de modo que voy a buscar poesías de usted con la esperanza de que le hagan honor.