La crisis que atraviesa el mundo del libro afecta a los
catálogos de las editoriales, que ven resentida su calidad. La mayoría asume
menos riesgos y descarta la publicación de obras destinadas a un público
minoritario. Como consecuencia, las librerías colocan en sus escaparates
ejemplares de los mismos best sellers, en un intento desesperado por asegurar las ventas. Así
las cosas, sólo en los establecimientos más exquisitos, independientes,
encontrarán El truco preferido de Satán, la atrevida apuesta lírica con
que Salto de Página cerró el 2012. La obra recoge distintos textos en prosa del
voluminoso Libro de los pasajes (1927-1940), seleccionados por Joachim Otte. El conjunto
se ofrece como un mosaico de citas, apuntes, reflexiones, reseñas y glosas,
unidos por el yeso de la “curiosidad”. Y es en esa indagación intuitiva,
expresada con un lenguaje simbólico, donde radica el espíritu poético de las
composiciones. Walter Benjamin, para quien el Arte debe “cepillar la naturaleza a
contrapelo”, escribe con el propósito de denunciar y transformar el estado del
mundo. Su obra es un portal hacia otras latitudes sociológicas. París, icono de
la modernidad y del capitalismo, se convierte en el blanco de sus denuncias.
Con un estilo a menudo hermético, surrealista, el filósofo alemán critica el
modelo de producción y consumo que practica Occidente, cuya “decadencia empezó
con la iluminación eléctrica” (p. 57). Recordemos que casi todo este corpus de notas e interpretaciones nació
tras la crisis económica mundial de 1929, a lo largo de La Gran Depresión. Benjamin, de ideología marxista, se sumó con sus escritos a la crítica
del liberalismo financiero. Se trataba de un pesimista activo y organizado, cuya labor consistía en salvar
a sus conciudadanos del abismo al que se dirigían. Así lo expresa en su ensayo El
surrealismo
(1929), donde
muestra su “desconfianza
en la suerte de la literatura, desconfianza en la suerte de la libertad,
desconfianza en la suerte de la humanidad europea, pero sobre todo desconfianza
de todo entendimiento entre las clases, los pueblos y las gentes”. No obstante,
nunca perdió la fe en su modesta contribución a un cambio urgente de rumbo. Por
otro lado, no faltan en el libro análisis literarios sobre el origen de la
novela de detectives o la modernidad en Baudelaire; así como agudas apreciaciones
sobre los comportamientos sociales. Quien emprenda la lectura de El truco
preferido de Satán tendrá la sensación de estar de caza, pues “el texto es un bosque”
cuyas ramas ocultan una “pieza” esquiva. Pero no todo el mundo consigue su
trofeo. El lenguaje es tenso, el ideario comprometido. Benjamin ya lo advierte: “No todo lector
da con la idea”.
Walter Benjamin
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