viernes, 11 de octubre de 2024

Alguna reflexión sobre Napalm


 

Desde que gané el Hiperión por Napalm. Cortometraje poético (2001), la crítica siempre ha puesto en valor la forma sobre el fondo. Manuel Rico hablaba en Babelia de mi propuesta "rupturista, innovadora". José María Barrera iba más al contenido y, tras poner el foco (su reseña salió en el ABC) sobre "la yuxtaposión de planos expresionistas", mencionaba mi preocupación por "la condición humana, sus límites y esperanzas", pero sin desbrozar demasiado el libro. Elena Medel lo elevaba a paradigma de conciliación entre "la innovación y el clasicismo" y elogiaba mi diálogo con el Séptimo Arte. Y no obstante, tampoco indagaba en los temas u objetivos de mi poemario. Los críticos, a los que siempre agradeceré sus palabras por cuanto visibilizaban mi obra, se dejaban deslumbrar por el montaje, la estructura, y olvidaban que la arquitectura del libro perseguía un fin. Los analistas que, pasados los años, han vuelto sobre Napalm han repetido esa mirada sobre la superficie. En 2022, Raúl Molina reconocía "el eclecticismo" de mis influencias y llamaba la atención sobre "la sintaxis del cine" y las "imágenes turbadoras de gran crudeza" (en Anales de Literatura Española). Pero las grietas del libro seguían sin explorarse. En 2014 publiqué en el blog algunas reflexiones sobre la obra. Las tenéis AQUÍ. Hoy quiero profundizar un poco. Decía entonces que su tema principal es la identidad. Cierto. La identidad alienada de los individuos a comienzos del siglo. Los poemas en que abordo este asunto los escribí, sin excepción, entre abril y noviembre del año 2000 (poco antes de que se cerrase el plazo de envío de manuscritos al Hiperión). Con esos textos indago en un trastorno psicológico: el de la disociación de la identidad. Su parangón literario es el doppelganger, que encontramos -por ejemplo- en el clásico Jekyll and Hyde. En Napalm indago en los efectos de la sociedad capitalista sobre la mente de los ciudadanos. La insatisfacción laboral ("el sueldo/de nuevo incorporado a los programas/de coagulaciones del Estado"), la vida rutinaria de quien sólo encuentra sentido a su existencia en los ratos de ocio, en la exposición al consumo:

Apenas te das cuenta

de que tus decisiones -reducidas

al dominio doméstico-

tan sólo son coágulos,

pequeñas concesiones 

que el sistema reparte

entre las multitudes conformistas

para las que el control

del mando de la tele es todo un acto

de heroicidad.   


y el determinismo existencial que aborrega a la gente ("Reconozco lo fácil que resulta/aceptar un guión/y acomodar tu vida/a un plan prefabricado") son nocivos. Con ironía y retranca denuncio las convenciones sociales del capitalismo: la enajenación de la ciudadanía por medio de la televisión, la falta de independencia tanto motora (la tele se consume en el sofá) como psicológica. Ese conformismo del que hablo aniquila toda posibilidad de emancipación civil. Quien se anquilosa pierde su albedrío al tiempo que cede al sistema el control de su vida. De aquellos barros, de los que hablaba entonces, estos lodos a los que nos enfrentamos ahora (cambio climático, destrucción de la biosfera, exclusión social...). El libro está salpicado de guiños encubiertos a películas. Detrás de la resignación con que la gente encaja su existencia late Matrix (1999): "...tienes la mirada/ de un hombre/que acepta lo que ve/porque espera, sin duda, despertarse". Film por el que siento devoción. No obstante, la cinta más influyente en el libro es El club de la lucha (1999); el célebre libro de Palahniuk lo leería un año después. La voz que enuncia en "Cíber-crimen" padece un trastorno de la personalidad análogo al del Narrador. Vive insatisfecho con su existencia y se ve incapacitado para remodelarse ("Mi ilusión por los cambios/tiene menos textura/que un flan de gelatina"). La congelación salarial y la frustración amorosa lo enajenan. Su yo reprimido se manifiesta en segunda persona. Al igual que Tyler, busca en la violencia su realización personal, la libertad que en la vida no encuentra (y es que en su día a día apenas es "Un eslabón/(la víctima inocente de otras tantas)". En el poemario alerto contra los peligros que la enajenación puede producir en una ciudadanía sin valores ni metas. Detrás de la insatisfacción se esconden los viejos fantasmas del extremismo. Un cuarto de siglo más tarde tenemos a Vox en las instituciones y a la extrema derecha campando por el continente. Napalm supuso un intento por hacer que la gente despertase. De ahí las interpelaciones a un cambio de paradigma personal: "No parece sencillo/escribir el guión/de tu propia película/pero sin esa fe/modelas del infierno/de lo que se te antoja inalcanzable". El libro ofrecía -y ofrece- modelos por reacción. Antimodelos que animen a obrar los cambios necesarios para retomar el rumbo de la vida, para llenarla de plenitud y de significado. Ni qué decir tiene que se trata de una obra insurrecta. Yo misma era becaria-precaria en la Facultad de Filología II de la UCM (gocé entre 1999-2000 de una beca de colaboración para trabajar sobre el Diablo Cojuelo) y mi relación de pareja estaba en horas bajas (en parte, por la homofobia que denuncio en "Imán" y por la represión contra la que combato en "Be strong". La veta surrealistas de los mismos es claramente contracultural, con la forma telúrica y visionaria me alzaba contra las convencionalismos patriarcales de finales del XX -esos poemas fueron escritos entre 1997-1999, cuando el Orgullo de Madrid apenas convocaba a mil personas).

Ironía, sujeto (coral) en crisis, simultaneidad, denuncia social, diálogo con el cine, elipsis, fusión de influencias (cinematográficas, poéticas -nombro a Rosario Castellanos y a fray Luis de león-, narrativas -menciono a Cortázar y a nuestros pícaros), variedad de registros y de estéticas (realismo sucio, surrealismo y simbolismo), antítesis barroca (cordura-enajenación).. son algunos de los rasgos que definen Napalm. 

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