viernes, 15 de enero de 2021

Presentamos Sublevación

 

El próximo 19 de enero, a las 19:00, presento Sublevación en la Residencia de Estudiantes. Me acompañarán mi editor en Pre-Textos, Manuel Borras, y el poeta, crítico y periodista de RNE Javier Lostalé.


El acto será retransmitido en directo por www.edaddeplata.org


Os esperamos.

sábado, 9 de enero de 2021

Un poema de Sublevación

 


12.

Apenas he sacado la cabeza del mar

cuando un trueno ha piafado decapitando gárgolas.

 

Me abismo en un tornado submarino de imágenes.

Crijiente vendaval

de gemas negras.

 

Lucho conmigo.

Quiero saber qué siento, qué me atañe.

 

Mis manos se preparan

para la lenta forja de la nieve.

 

 

jueves, 7 de enero de 2021

Poemas idiotas


  Poemas idiotas, Ismael Velázquez Juárez. Cáceres, Liliputienses, 2020. 80 pp.

 

  

Ismael Velázquez Juárez (1960) ha publicado dos libros en ediciones Liliputienses: Sea un arma. Manual de autoayuda contra sí mismo (2019) y Poemas idiotas (2020). Ambos se complementan. Cualquier lector pensaría que el primero está formado por una colección de aforismos, pero en realidad no son aforismos, son estiletes (búsquese a sí mismo/ encuéntre a sí mismo/ desaparezca consigo mismo”). Sus agudezas, sarcásticas, desvelan un desencanto moral, un desengaño de ilustres ascendientes barrocos (“sólo diga la verdad/ es la única forma/ de sobrellevar esta mentira”). Poemas idiotas es menos incisivo, pero semánticamente es más complejo. Si algo caracteriza la poética de este último es su sentido del humor, puesto al servicio de la expresión de una insatisfacción radical, de un nihilismo insondable. Los poemas de Ismael Velázquez son artefactos cargados de pólvora, brillan en la noche como fuegos artificiales, pero dejan un reguero de heridos tras su contemplación. Desde luego, se trata de un poeta subversivo, hasta cierto punto irreverente, lo que aporta un aire fresco a la poesía que se publica en España (él es oriundo de Distrito Federal, México). Sus imágenes coquetean con las greguerías (somos conos de helados) y niegan nuestras expectativas lectoras con su maravilloso sentido del absurdo (“una vez/ que caes/ en un frasco/ tienes miedo/ pero si es/ de mermelada/ tienes suerte/ en un frasco/ con miedo/ y mermelada”). El humor es un tonificante: relativiza las desgracias, reivindica una liberación existencial de la que andamos lejos y critica la violencia de nuestra especie (“historia criminal de la humanidad/ ¿por qué alguien mata?/ porque no es un mono/ y le es imposible/ sentarse a solas/ tranquilamente/ a comerse un plátano”). Poemas idiotas está compuesto en 74 poemas breves de metro corto, pero de “idiotas” no tienen nada. Bajo su atuendo sencillo, se esconde la sierpe del existencialismo lacerante. El humor (amargo, irónico) aligera la carga de los temas que aborda el poemario y hace más asequible la transmisión del mensaje de los textos, pero eso no impide que el veneno nos trapase la piel. Nihilismo (temática) y humor (técnica): una mezcla explosiva, pero coherente, para tratar el motivo de la vida, ya saben, nuestra diaria “pesadilla cómica”.

 

martes, 5 de enero de 2021

Top álbum infantil y libro ilustrado (elaborado por mis hijos)

Libros que han acompañado (y acompañan) a mis hijos durante la pandemia. 

Top elaborado por ellos, una pareja de mellizos de 5 años. Categoría libro infantil y álbum ilustrado. Sus mejores relatos del 2020 (aunque lo cierto es que todos les encantan). Han quedado fuera muchos libros más, ¡pero en algún momento había que cerrar la lista!


 

  • Babar. Todas las historias, Jean de Brunhoff. Traducción de Juan Carlos Silvi. Blackie Books. 2016.

 

  • ¡Malacatú!, María Pascual de la Torre. Abuenpaso. 2018.

 

  • Daniela Pirata, Susanna Isern (texto) y Gómez (ilustraciones). Nube Ocho. 2017.

 

  • La isla de los mocos (El pequeño pirata Serafín), Alicia Acosta y Mónica Carretero. Nube Ocho. 2019.

 

  • Guapa, Canizales. Apila Ediciones. 2016. 

 

  • Vamos a cazar un oso, Michael Rosen (texto) y Helen Oxenbury (ilustraciones). Ediciones Ekaré. 2016.


  • Cuentos de mamá osa, Kitty Crowther. Traducción de Gloria Cecilia Díaz. Libros del zorro rojo. 2018.

 

  • La cocina de noche, Maurice Sendak.Traducción de Miguel Azaola. Kalandraka. 2014.

 

  • Muhammad Ali, María Isabel Sánchez Vegara (texto), Brosmind (ilustraciones). Alba editorial. Colección Pequeño & Grande. 2018.


 

  • Martin Luther King, María Isabel Sánchez Vegara (texto) y Mai Ly Degnan (ilustraciones. Alba editorial. Colección Pequeño & Grande. 2020.

 

  • Federico García Lorca, María Isabel Sánchez Vegara (texto), Alfonso Casas (ilustraciones). Alba editorial. Colección Pequeño & Grande. 2019.

 

  • Los ratones de viaje, Oli (texto) y Natalia Colombo (ilustraciones). Kalandraka. 2019.


  • Los ratones de casa, Oli (texto) y Natalia Colombo (ilustraciones). Kalandraka. 2015.

 

  • El muro en mitad del libro, Jon Agee. Traducción de Bárbara Serrano. La casita roja. 2019.

 

  • Historias de ratones, Arnold Lobel. Kalandraka. 2020.

 

 

 

domingo, 3 de enero de 2021

Homenaje a la familia Grande Aguirre


Y pensar que hubo un tiempo en que palpitaron los tres... Ayer nos dejó Guadalupe Grande. En 2019, su madre, Francisca Aguirre. En 2014, su padre, Félix Grande. No se me ocurre mejor homenaje a su memoria que hacerlos vivir en los versos del último.

En este collage temporal se remite a un tiempo presente (años 60) con referencias a la actualidad política y biográfica del poeta. La pequeña Guadalupe tenía dos años. También se rememoran tiempos pretéritos asociados o bien a los recuerdos personales o bien a evocaciones culturalistas. Félix Grande nos retrotae a dos periodos históricos de la historia del arte: la poesía cancioneril del siglo XV (intercalando citas de las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique), la poesía vanguardias del siglo XX (con una cita de "Masa", de César Vallejo) y la época dorada del jazz. El tiempo no es lineal, se yuxtapone. Según la física cuántica todo es simultáneo. No existe el devenir. De modo que la familia de poetas Grande Aguirre aún sigue respirando bajo el sol y sosteniendo la memoria colectiva.  

 

Telas graciosas de colores alegres

 

 

 

Según el ABC de hoy Johnson ha motivado

 

un nuevo agonizante en la capital de Malasia

 

(se ve un caído junto a la bota de un policía

 

y la bandera norteamericana en un ángulo de la derecha.)

 

 

Caminando por la acera de Alenza en busca del kiosko

 

recordé moderadamente a una amante que tuve en Málaga.

 

Aquel soldado castellano que se llamó Jorge Manrique

 

escribió sobre esto palabras permanentes. Cuán presto

 

se va el placer, cómo se pasa la vida, aquellos días

 

de Málaga o del medievo qué fueron sino verduras de las eras.

 

 

Vuelvo a casa silbando una melodía de Fats Willer.

 

También aquella época de jazz comienza a ser prehistoria:

 

algunos artistas negros de nuestros días atomizados

 

desprecian a Louis Amstrong sus reverencias a los altos yanquis

 

y soplan sobre sus trompetas con la furia de un juramento.

 

Y mientras, Charlie Parker sigue muriendo ay sigue muriendo

 

y Vallejo se extiende en la conciencia de los jóvenes

 

que leen poesía y que esperan el veredicto de lord Russell

 

y Sartre y muchos más contra los importantes del país

 

más poderoso de la tierra (de estos hay señales inequívocas).

 

 

Paca, viste a la niña con colores alegres:

 

tal vez vengan hoy los abuelos, esa pareja de casi ancianos

 

que han sufrido bastante y trabajado como bestias de carga.

 

Ella tuvo ocho hijos, enterró tres, atendió enfermedades,

 

y zurció ropa de los otros cinco; él, ah cómo lo amo,

 

hombre de precisas palabras, nos educó con su conducta,

 

perdió una guerra, enterró a sus padres, soportó

 

desesperación económica y separación de los suyos

 

y hambre y frío y calor y fatiga e insomnio,

 

todo cuanto nuestro país reserva a los matrimonios miserables.

 

Pon a Lupe los pendientes de oro y repite conmigo:

 

si alguna vez exiliamos a esos dos viejos de nuestro corazón

 

seremos unos hijos de perra, unos bastardos. Paca,

 

viste a la niña con colores alegres. Señores:

 

agoniza un manifestante en la capital de Malasia.

 

 

Y va desfalleciendo la mañana debajo debajo de un sol casi baldío

 

mientras pasa mi juventud, las justas y los torneos,

 

paramentos, bordaduras, qué fueron sino rocío de los prados.

 

Y mientras caen bombas y muertos sobre las junglas de Vietnam.

 

 

Ahora recuerdo una travesía solitaria y paciente

 

por calles de París. Era una madrugada de septiembre,

 

venía de amar a una mujer, iba a dormir a casa de un amigo

 

en la calle Maurice Ripoche; y caminaba y caminaba

 

rememorando al mismo tiempo mis insustituibles y pequeños sucesos de hombre

 

y la Revolución Francesa; y calculaba de memoria mis francos

 

bajo una amable lluvia que mojaba

 

mis sucios cabellos, mis manos; que resbalaba

 

sobre mi fervor de vivir y la calamidad del mundo.

 

 

Escribo para vosotros, testarudos, calamitosos seres

 

que deambuláis en este laberinto agrietado de nuestro siglo.

 

Os mando cartas porque creo en el fenómeno poético,

 

lenguaje enloquecido y apesadumbrado que se derrite de calor

 

ante un malasio que agoniza entre el plomo y la rabia.

 

Escribo porque amo atrozmente lo que aún no ha sido todavía,

 

como lo amáis vosotros, gente, que vais por las ciudades

 

recordando y deseando, con un periódico arrugado

 

y un corazón que se hincha como un aullido en un barranco.

 

Escribo esta carta mientras oigo los ruidos de la cocina

 

y veo pasar el tiempo como un megaterio por la dulce ventana .

 

Escribo porque no soy un degenerado, porque estoy muy en deuda

 

con dos viejos que languidecen en la edad al borde de su nieta,

 

con una persona pequeña vestida con telas graciosas,

 

con seres que me dieron o me dan, con gentes que pasan,

 

con años que transcurren camino de los siglos,

 

con un sueño de amistad popular que cruza solitario

 

como un viejo vehículo del mar por el mar de la historia.

 

 

 

 

(De Blanco spirituals, 1967)

 

sábado, 2 de enero de 2021

Series para sobrellevar una pandemia, un confinamiento y varios estados de alarma

 


Series. Top

 

  • Endeavour. 2012 a 2020. Siete temporadas.
  • Jordskott. 2015 y 2017. Dos temporadas.
  • Jonathan Strange y Mr. Norrell. 2015. Una temporada.
  • Mandalorian. 2019 y 2020. Dos temporadas.
  • Colapso. 2019. Una temporada.
  • Away. 2020. Una temporada.
  • Look & Key. 2020. Una temporada.
  • Ragnarok. 2020. Una temporada.

 

viernes, 1 de enero de 2021

Poemarios leídos en 2020 (desde el 14 de marzo)

 


Lecturas para sobrevivir a una pandemia de escala mundial

 

 

 

Poesía

 

 

 

 

  • Sublevación, Ariadna G. García. Pre-Textos. 2020. Apuntes.
  • La mudanza del isonauta, Jorge Riechmann. TusQuets. 2020. Reseña.
  • El iris salvaje, Louis Glück. Pre-Textos. 2006. Reseña.
  • Una vida de pueblo, Louis Glück. Pre-Textos. 2020.
  • Las hogueras azules, Juan F. Rivero. Candaya. 2020. Reseña.
  • El lugar en Mí, Antonio Manilla. Reino de Cordelia. 2015.
  • Gavieras, Aurora Luque. Visor. 2020.
  • Cingla, Constantino Molina Visor. 2020. Reseña.
  • Hijos de la bonanza, Rocío Acebal. Hiperión. 2020. Fallo del premio que le concedimos, “Hiperión”.
  • Mis hijas ajenas, Florencia del Campo. Sloper. 2020. Fallo de premio que le concedimos, “La Bolsa de Pipas”.
  • Ouija, Raciel Quirino. Liliputienses. 2020.
  • Música para monstruos, Rafael García Godos Salazar. Liliputienses, 2020.
  • La muerte de la televisión no será televisada, Emersson Pérez. Liliputienses. 2020.
  • Enredadera rusa, Josefina Bianchi. Liliputienses. 2020.
  • Poemas idiotas, Ismael Juárez. Liliputienses. 2020.
  • La escuela, el castillo, Tamara Domenech. Liliputienses. 2020.
  • Botánica, Ashle Ozuljevic. Liliputienses. 2020.
  • Curso práctico de invisibilidad, José María Cumbreño. Liliputienses. 2020.
  • Barba Azul, Raquel Cané. Liliputienses. 2020.
  • No había eternidad, Antonio Gamoneda. Polibea. 2020.
  • La rama verde, Eloy Sánchez Rosillo. TusQuets. 2020.
  • Los deslumbramientos. Recapitulaciones, Ángel Guinda. Olifante. 2020.
  • Felizidad, Olga Novo. Olifante. 2020.
  • Los árboles que nos quedan, Ramón Andrés. Hiperión. 2020.

 


Además de las reseñas apuntadas, durante el confinamiento también publiqué en la revista Turia un artículo sobre el poemario Inventar el hueso, de Olalla Castro (Pre-Textos, 2019).