viernes, 24 de enero de 2020

Lecturas recomendadas para 4º ESO y Bachillerato

Muchas veces los alumnos me preguntan por obras para completar su formación o para satisfacer su curiosidad lectora Como ya en mi asignatura, Lengua Castellana y Literatura, recomiendo bastantes libros en español, he preparado esta lista de obras extranjeras para darles gusto. Cuando la agoten, añadiré más títulos.





Mary Shelley: Frankestein.

Leon Tolstoy: Guerra y paz.

Fiódor Dostoyevski: Noches blancas. Reseña AQUÍ.

Charles Dickens: Grandes esperanzas.

Julio Verne: Viaje al centro de la tierra.

Agatha Christie: Diez negritos, Asesinato en el Orient Express.

Mark Twain: Las aventuras de Tom Sawyer, Las aventuras de Huckleberry Finn.

Louisa May Alcott: Mujercitas.

Jack London: La llamada de lo salvaje, Colmillo blanco.

Ernest Hemingway: El viejo y el mar, Adiós a las armas.

Francis Scott Fitzgerald: El gran Gastby, Suave es la noche.

Herman Melville: Moby Dick.

H.P. Lovecraft: En las montañas de la locura.

Edgar Allan Poe: Cuentos completos y Poesía completa.

J. D. Salinger: El guardián entre el centeno.

Henry James: Otra vuelta de tuerca.

Harper Lee: Matar a un ruiseñor.

Philip K. Dick: Ubik, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? 

Ray Bradbury: Crónicas marcianas, El vino del estío, El hombre ilustrado, Vivo en lo invisible. Nuevos poemas escogidos, Fahrenheit 451. Prólogo, AQUÍ.

H. G. Wells: El hombre invisible, La isla del Doctor Moreau, La máquina del tiempo.

Bram Stoker: Drácula.

Arthur Conan Doyle: Aventuras de Sherlock Holmes, El mundo perdido, Estudio en escarlata.

R.L. Stevenson: La isla del tesoro.

Emily Brontë: Cumbres borrascosas.

Charlotte Brontë: Jane Eyre.

George Orwell: Rebelión en la granja, 1984.

Jane Austen: Orgullo y prejuicio. Reseña AQUÍ.

Aldous Huxley: Un mundo feliz.

Oscar Wilde: El retrato de Dorian Gray. Reseña AQUÍ.

Walt Whitman: Hojas de hierba.

Virginia Woolf: La señora Dalloway, Las olas.

Charles Baudelaire: Las flores del mal.

Herman Hese: Sidharta, Demian.

Rainer María Rilke: Elegías de Duino.

Fran Kafka: La metamorfosis.

Albert Camus: El extranjero.

Bertolt Brecht: Poemas y canciones.

Jean Paul Sartre: La náusea, La peste.

William Golding: El señor de las moscas.

Amelie Nothomb: Ácido sulfúrico. Reseña AQUÍ.                               

Alessandro Baricco: Seda.

Melania G. Mazzucco: Eres como eres. Reseña AQUÍ.

Mitsuyo Kakuta: Ella en la otra orilla. Reseña AQUÍ.

Taneda Santoka: Saborear el agua. (Haikus)











viernes, 17 de enero de 2020

Suavemente ribera

Suavemente ribera, Antonio Manilla. Madrid, Visor, 2019. Premio Generación del 27. 99 páginas.


Vivimos en una época de mucho ruido, habitamos en el interior de una campana ensordecedora. El barullo en el que estamos inmersos proviene de fuera, pero también lo alimentamos por dentro. Ese ruido viene fomentado por las tecnologías. Estamos confinados en nuestro propio mundo. Los smartphone nos aíslan del resto de la gente. Hasta el punto de ya que no vemos nada. El contexto no existe. Fuera de la pantalla de la plasma el mundo queda a oscuras. Mientras tanto, los oídos retumban con las series, películas y juegos que nos acompañan a cada instante. En nosotros se ha cumplido la profecía de Fahrenheit 451. Tenemos el cerebro rodeado de imágenes. Nos pasamos la vida frente a un muro que se desplaza en los 360 grados. Ni qué decir tiene que esta reclusión le interesa al sistema, su gran benefactor. Se trata del nuevo circo, diseñado para que no pensemos. Precisamente, la constancia de ese ruido nos aleja de nosotros al tiempo que nos abisma de los demás. Esa saturación externa, por otro lado, impide la recepción de la poesía, que exige una adecuada preparación, para la que se necesita un profundo silencio. En ausencia del mismo, brotan manifestaciones pseudolíricas que no exigen ningún nivel de concentración, de consumo rápido. Pero la verdadera poesía, como sostenía Valente, comunica un conocimiento por revelación, de manera intuitiva. Y eso, en las sociedades occidentales, es cada día más complicado. Quizás por esa razón, son los propios poetas los encargados de alejarse del ruido, de la vorágine, de las distracciones, en busca de una vida apaciguada que permita la interioridad. Un ejemplo sería el de Antonio Manilla, con su poemario Suavemente ribera.

El libro gira en torno al tema de la muerte, y supone un aviso para navegantes. Formado por 56 poemas (divididos en prólogo, seis secciones y epílogo), recurre a la simbología para connotar significados. En ocasiones, esos símbolos se encuentran teñidos de ecos machadianos (crepúsculos, otoños, caminos). El autor, además, reconoce su querencia por el adjetivo exacto, preciso y diferenciador. En otros momentos, en cambio, Manilla recurre a un imaginario propio (latas de conserva, barcas en llamas, pueblos abandonados…) para evocar el fin. De la caducidad nadie se escapa, ni de la destrucción. Humanos, lugares o amores compartimos una misma sentencia, inexorable. No hay en el libro ninguna grieta abierta a la esperanza. No hay amarres posibles. La sección “Espacios despoblados” coincide con la descripción de la España vaciada que leemos en el libro Los últimos. Voces de la Laponia española, publicado recientemente por Paco Cerdá en Pepitas. La defensa de la vida mansa, lenta y humilde que realiza Manilla (“dejadme ser /…/ suavemente ribera/ mientras el tiempo pasa”) es análoga a la reivindicación que leemos en una entrevista inserta en el mencionado ensayo del silencio y de la reflexión como antídotos contra la precipitación propia del capitalismo, que nos vuelve individualistas. 
El poemario compagina las imágenes evocadoras con las sentencias discursivas, a modo de consejos a los lectores. Así, en la sección “Tierra extraña” enuncia un sujeto desde el más allá. Los poemas parecen epitafios (¿influencia de Edgar Lee Masters?):

Lo que pretendas ser procura serlo pronto.
No confíes al tiempo el éxito en tu empresa.
La vida es zalamera e inconstante… (p. 59)

Naces para morir un día
-verdad incontestable-.
Pero importa el camino,
no el alcanzar la meta, sino el tránsito… (p. 63)

No hay posesión que valga
lo que vale un instante
de una vida vivida en plenitud. (p. 66)


Libro reposado y meditativo, Suvemente ribera se disfruta a lentos sorbos. Salud.

viernes, 10 de enero de 2020

Y de pronto Rimbaud

Y de pronto Rimbaud, Jesús Munárriz. Sevilla, Renacimiento. 2019. 116 páginas.

En 1965 comenzaron las protestas estudiantiles españolas contra la dictadura fascista que comandaba el general Francisco Franco. El detonante se produjo el 25 de febrero, cuando el gobierno prohibió la celebración de un ciclo de conferencias sobr la paz en la facultad de Filosofía y Letras de Madrid y la policía detuvo a varios catedráticos acusados de presidir manifestaciones e incitar al desorden en asambleas. Por aquel entonces, el poeta, editor y traductor Jesús Munárriz Peralta tenía 25 años y ya había puesto en marcha la Editorial Ciencia Nueva, junto a otros once coordinadores. Aquella iniciativa tuvo por objetivo la publicación de obras de contenido “político e ideología disidente con los postulados tradicionales del Régimen” (Francisco Rojas Claros, Universidad de Alicante, 2005), con independencia de su género literario. El 24 de enero de 1969, tras cuatro años de protestas y de reivindicaciones sociales exigidas por los universitarios, el gobierno anunció la imposición del estado de excepción. Al poco tiempo inclucía a la Editorial Ciencia Nueva en las listas negras del Ministerio de Información y ordenaba su cierre, pues era “una amenaza” (Rojas Claros). 
Jesús Munárriz se asomaba a los 30. Él mismo relata el sentido de aquella experiencia editorial: “fue un intento de abrir brecha, incordiar al régimen, hacer lo que no se podía hacer, ensanchar las grietas que veíamos que existían y ver si podíamos reformar y forzar un poco la cosa. Y supongo que algo hicimos”. Un lustro después fundaba la mítica Hiperión. Tenía entonce 35 años. La edad límite, por cierto, de su afamado premio literario.

Medio siglo más tarde Madrid estaba de nuevo en las calles, esta vez para protestar por los despidos masivos en dos servicios públicos fundamentales: Educación y Sanidad. El movimiento asambleario 15M venía de liderar las mareas verde y blanca y su marca política, Podemos, acababa de conquistar cinco escaños en el parlamento europeo, con sede en Estrasburgo. Jesús Munárriz tenía entonces 75 años. Forma parte de esa generación de jóvenes universitarios que lucharon contra la dictadura franquista en los años 60 y que han visto como los logros por los que arriesgaron su juventud están desapareciendo en la nueva centuria. En frente ya no están los militares, sino los mercados financieros y la clase política conservadora, a cuya derecha crece en número de votos una fuerza fascista en imparable ascenso.

No me imagino el terror de aquellos estudiantes, la pena de aquellas universitarias que están asistiendo al derrumbe de sus sueños de libertad y de progreso; y que contemplan, impotentes, cómo sus nietos tienen que emigrar a otros países en busca de un futuro que aquí no encuentran.

Para que entendamos esa frustración generacional, compatible con el activismo optimista, Jesús Munárriz ha publicado un par de libros de poemas en el último lustro: Los ritmos rojos del siglo en que nací. Un cuento triste (Hiperión, 2017) e Y de pronto Rimbaud (Renacimiento, 2019). 

Pero Jesús no solo denuncia la situación de España. Nuestra crisis sociopolítica es reflejo de la económica, que a su vez lo es tanto de la energética como de la climática, de escala mundial.

Así y todo, Los ritmos rojos se centra más en el macrocontexto terráqueo:

Un planeta agobiado
por la metástasis superpoblacional,
enfermo por la contaminación,
recalentado por el cambio climático,
desgarrado en sistemas contrapuestos,
en religiones enfrentadas,
perpetuamente en guerra,
con suficientes armas nucleares
para autoinmolarse.

Mientras que Y de pronto Rimbaud orbita, mayoritariamente, sobre el microcontexto nacional.

En sus composiciones encontramos desde una distopía irónica sobre el método de elección de nuestros dirigentes (“Sirva la Lotería Nacional/para asignar escaños/…/Trescientos diputados al azar/…/seguro que nos saben gobernar/mejor que los actuales”), en la línea del relato futurista Sufragio universal (Isaac Asimov), a la necesidad de un referéndum sobre la monarquía española, pasando por una dura denuncia de la hipocresía de los representantes políticos y un aviso para navegantes (“Ahora tenemos datos fehacientes/de cómo son. Y son tal como suponíamos,/muy vistosos por fuera y canallas por dentro./Ya estamos avisados;/si vuelven a engañarnos/¿de quién será la culpa”), por una desasosegante crítica de la falta de empatía generalizada hacia las mujeres y hombres que sufren en el mundo  (“le desespera/que el dolor y la muerte/se queden en noticias,/que todo siga igual, como si nada/nos afectará lo que está pasando”), o por la expresión de un deseo: que las nuevas generaciones tomen el testigo de la lucha por los intereses de todos (“nos han pasado/ por la trituradora. Ojalá los más jóvenes,/aún sin machacar,/desmonten algo del tinglado este./Ojalá sean capaces”).

Quizás para compensar el pesimismo de sus poemas, Jesús Munárriz rinde homenaje a distintos poetas a los que admira (Andrés Fernández de Andrada, José Espronceda, Valle-Inclán, Manolo Altolaguirre, Miguel Hernández, Paul Celan), dedica un emotivo recuerdo a su propia madre, o nos invita al goce de la existencia.

Toda una lección civil y poética la que ofrece Jesús en su poemario. Con casi 80 años, y con su estilo característico (coloquial, irónico, incisivo), no tira la toalla. Es la suya una vida consagrada a la literatura y a la defensa de la vida decente, comprometida con los valores democráticos y beligerante con el autoritarismo. Quién le iba a decir a aquel universitario que fantaseaba con transformar España a golpe de catálogo, allá por 1965, que en 2020 sus versos serían tan iluminadores y necesarios como el sueño que entonces proyectaba; y que acabó alcanzando.

Por cierto, en 2019 también publicó un hermoso libro de haikus, Escaramujos, en otra editorial de solera: Pre-Textos. Dejo AQUÍ mi reseña.



domingo, 5 de enero de 2020

Reseña de Ciudad sumergida en la revista El coloquio de los perros

Nueva reseña de mi último poemario. Esta vez, la firma Pedro García Cueto para la revista El coloquio de los perros.


La tenéis pinchando AQUÍ.


Os copio el comienzo:


"La ya prestigiosa Ariadna G. García nos deslumbra con una poesía serena y hermosa donde conviven paisajes, miradas, afectos y nostalgias".


Saludos.

viernes, 3 de enero de 2020

En la cosecha poética 2019 de la revista Zenda

A lo largo de 2019, la revista digital Zenda (creada, entre otros, por Arturo Pérez-Reverte) ha ido reseñando y recomendando diferentes libros de poemas. A finales de año ha publicado un listado de los mejores libros seleccionados de entre aquellos. El resultado puede consultarse AQUÍ.

En el puesto 19º aparece mi Ciudad sumergida (Hiperión, noviembre de 2018).

Agradecida estoy.