Eres como eres, Melania G. Mazzucco. Traducción de Xavier González
Rovira. Anagrama. 228 páginas. 17,90 euros.
Una de las cosas con las que más
disfrutamos los críticos literarios es con la oportunidad que tenemos de dar a
conocer, de visibilizar, a autores y obras que, por unas razones u otras, no
han tenido la difusión que merecen en nuestro país. Y en un momento literario
en que abundan las novelas bien escritas pero insulsas, incluso bien
estructuradas pero que carecen de alma, de corazón, de vísceras, esta ocasión
de hablar por extenso de un libro que ha pasado de puntillas por los
escaparates de nuestras librerías se convierte en un acto de reivindicación de
una narrativa que recupere el gusto por contar historias, por construir
personajes redondos, por defender valores, por hacernos cuestionar nuestro
mundo y por criticar las costumbres nocivas. Porque la literatura, entre otros
fines, sirve para eso: para mejorar la convivencia cuando está minada por los
prejuicios, para exportar modelos con los que nos recozcamos, para proponer
soluciones que nos permitan avanzar en la dirección correcta. Todo esto lo
encontramos en Eres como eres, la última
novela de una escritora italiana comprometida con su país, con su tiempo, y que
posee unas dotes narrativas que la convierten en una autora excepcional.
Eres como eres está protagonizada por dos personajes
extraordinariamente bien descritos y definidos, en las antípodas el uno del
otro. Eva y Giose. Hija y padre. Ella es una cría de doce años a la que el
destino primero (el accidente en moto de su padre biológico, Christian), y la
familia después (los abuelos y el tío genéticos) arrancan de una vida
sustentada en el amor de sus dos padres, en la libertad para desenvolverse por
el mundo, o en el apego a la cultura como fuente de aprendizaje y de
satisfacción. Él, por su parte, es un hombre maduro de sesenta y dos años, cuya
vida carece de sentido muerta su pareja y alejado –contra su voluntad– de su
hija. Y eso que Giose se había reinventado a sí mismo gracias a la paternidad.
Compositor y cantante pop de éxito en los años 80, Yuma pasó de estrella juvenil –desafiante, rebelde y
provocador– a músico maldito y acabado que vivió de sus antiguos temas hasta
que el eco de lo que fue se extinguió y dejó de escucharse. El entusiasmo de su
marido (un joven profesor
universitario experto en las biografías de Jesucristo y Dyonius Exiguus –el
monje que determinó nuestro actual calendario–) por compartir con él una
familia y el nacimiento de la hija de ambos reconvertirían a Giose en un
amantísimo padre entregado a su retoña, así como lo proveerían de la seguridad
y confianza que la música le había negado. La muerte inesperada de Christian
deja a los dos personajes, Giose y Eva, indefensos ante los mismos problemas:
ambos pasan sus días sin amor, ambos se sienten culpables por no haber impedido
que los separasen las leyes italianas y el fundamentalismo católico, ambos
viven en una realidad mental paralela donde pasan las horas pensando el uno en
el otro, sin que a nadie le importe ni lo repare. Esta historia sobre el amor,
sobre lo que significa tener hijos, sobre las segundas oportunidades, sobre el
azar, Melannia G. Mazzucco nos la narra in medias res, a partir del momento en que Eva decide tomar las
riendas de su vida y escaparse de casa para buscar a su padre, retirado a un
pueblo de montaña. A golpe de flash backs la escritora nos va informando de los antecedentes: quiénes son Giose y
Christian, cómo es la familia de éste (adinerada, hipócrita, homófoba pese a
las apariencias que hacían suponer lo contrario; y es que, no en vano, los
Gagliardi pertenían a la diplomacia o eran directivos de bancos o dueños de
importantes industrias), cuándo se conoció la pareja, de qué manera decidieron
tener descendencia, cómo lo consiguieron… Estas analepsis, no obstante, no
siguen un orden cronológico. Mazzucco nos narra lo que le apetece cuando le
viene bien, nos deja con la intriga, responde a los preguntas que nos vamos
haciendo cuando notamos que hay cosas que no sabemos. Tranquilos, parece que
nos dice, ahora viene cuando os cuento lo que estáis esperando.
Esta escritora bucea hasta las
simas de cada personaje. Sus descripciones psicológicas y físicas son
detalladas. Nos pinta una Italia zarandeada por la crisis económica y por la
intransigencia de sus élites; un país que, pese a lo obsoleto de su
legislación, está cambiando en materia social, se esfuerza por romper el
cascarón de la intolerancia y del conservadurismo, para acercarse al resto de
Europa y convertirse de facto –y no sólo de palabra– en un verdadero estado
democrático.
Eres como eres sorprende no tanto porque trate el tema de la
–dificultosa– búsqueda de descendencia de una pareja que no puede concebirla,
sino por la fantástica construcción de cada personaje (principales y secundarios)
y por la lupa que posa sobre el mapa de su país para mostrarnos qué fuerzas lo
gobiernan. La novela trona contra la injusticia que supone separar a un padre
de su hija, y viceversa. Pero también es un canto a la conquista de la propia
identidad y a lucha por aquello que se ama. En ese sentido, Eva sostiene a
Giose, y no al revés.
Tras esta novela sólo cabe leer
las siguientes de su autora. Sobre la mesa ya me espera Limbo. Melania G. Mazzucco es una de las
grandes. Una voz que tiene mucho –y bueno– que decir.
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