martes, 28 de octubre de 2014

Sorteo de ejemplares de Inercia



Es para mí un placer difundir el sorteo de ejemplares de mi novela, Inercia (Baile del Sol, 2014), que el  realiza el blog de críticas literarias Libros que hay que leer.

Para participar sólo tenéis que pinchar aquí.

El plazo acaba el 14 de noviembre. ¡Animaos!

Feliz lectura ;)




domingo, 26 de octubre de 2014

Vivo en lo invisible, reseñado por Alberto García-Teresa



El poeta y crítico literario Alberto García-Teresa, autor -entre otros- de los títulos Abrazando vértebras (Baile del Sol, 2013) y Para no ceder a la hipnosis. Crítica y revelación en la poesía de Jorge Riechmann (UNED, 2014), publica en La República Cultural una reseña de nuestra traducción Vivo en lo invisible. Nuevos poemas escogidos, del mítico Ray Bradbury (Salto de Página, 2013).

Os dejo el enlace aquí.

jueves, 16 de octubre de 2014

Helio, reseñado en la Revista Literaturas.com



Nueva reseña de mi quinto poemario: Helio. En este caso, la firma el escritor y crítico Eduardo Cruz Acillona (autor, entre otras obras, del volumen de microrelatos El final está cerca). El artículo ha sido publicado por Literaturas.com

Lo tenéis aquí.

domingo, 12 de octubre de 2014

Americanah



 
Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie. Literatura Random House. 2014. 605 páginas. 24´90 euros. En ebook, 12´99. Traducción de Carlos Milla Soler.


 
No siempre comprendemos a los personajes de novela, a menudo diferimos en nuestras opiniones, vemos el mundo desde esquinas contrarias, y no los entendemos. Puede que sus actuaciones o palabras nos saquen de quicio, y que entren en conflicto con nuestros valores, con la visión del mundo que nos hemos forjado con el tiempo. Aún así, nos interesamos por sus vidas, por sus andanzas, porque sabemos que hay una parte nuestra que se explica algunas de esas cosas, que reconoce que en los comportamientos humanos existen mil matices, que no todo es blanco o negro, que es muy fácil poner etiquetas (bueno- malo, correcto-erróneo, ético-inmoral), pero que si escarbamos en el fondo de cada uno, las columnas de los prejuicios caen. Y el que esté libre, que lance la primera piedra.

Que un autor consiga de ti que te zambullas en la vida de su personaje principal, que intentes ver el mundo a través de sus ojos, pese a la distancia inicial que te aleja de él, es una proeza a la altura de muy pocos. La nigeriana Chimamanda Ngozi Adichi (1977) es una de ellos. Lo logra con su última novela: Americanah.  

La obra relata la vida de Ifemelu, desde su adolescencia hasta su edad adulta. Comienza in medias res, cuando a los treinta y tantos años decide abandonar su país de acogida (los Estados Unidos) para regresar a Nigeria. El libro compagina el presente de Ifemelu con el amasijo de recuerdos y experiencias que la empujan a tomar su decisión.

El comienzo del libro se centra, pues, en su etapa de instituto y en los primeros cursos en la universidad. Estas páginas parecen sacadas de una entretenida (y típica) novela juvenil sobre el despertar del erotismo. No obstante, encontramos en ella el eje sobre el que girará toda su historia: Obinze, su amor de juventud; un muchacho resuelto, amable y atractivo del que le separará su visado de estudiante en Filadelfia. El dolor de la pérdida, su recuerdo indeleble, se enquistarán en ella como un tumor. Si la descripción de Lagos resulta atractiva a un lector europeo, la lucha por la adaptación de una extranjera a un país extraño es portentosa. Ifemelu, de familia acomodada en Nigeria, descenderá al abismo de la humillación en el país de las oportunidades. Americanah denuncia no ya sólo el trato vejatorio hacia los inmigrantes, sino la discriminación racial de los blancos hacia los negros y de los negros locales hacia los africanos. Algunas oraciones son demoledoras: “yo no me consideré negra hasta que llegué a los Estados Unidos”. En adelante, el libro pondrá una lupa sobre la letra pequeña de la nación (el precario nivel educativo en la enseñanza media, la hipocresía social…). El hilo argumental son las distintas relaciones sentimentales que Ifemelu mantiene a lo largo de los años con hombres de distintas razas, desde que aterriza hasta que se convierte en una bloguera afamada.




La novela se cierra con el regreso de la protagonista a Lagos. Allí se reencontrará con Obinze, de quien se nos ha narrado sus dificultades en Londres (carece de papeles y se pone a merced de una mafia, que lo explota a destajo). Para entonces, cada uno de ellos carga con una vida insatisfactoria y agrietada, construida desde el dolor y los sueños apartados.   

Americanah es, ante todo, un libro sobre la identidad, sobre la reivindicación de una misma, de sus raíces, de su modo de ser. El fuerte carácter de Ifemelu le ayuda a encontrarse a sí misma en donde otros sucumben a la influencia externa. Valgan como símbolo su acento y su pelo. No renuncia a la dicción nigeriana ni a las trenzas propias de su tierra natal. Pero que nadie piense que se trata de un camino fácil de recorrer. La depresión convive con la esperanza, el acomodamiento con la melancolía, la felicidad con las ganas de aplastarlo todo. Chimamanda Ngozi critica por igual la vida de Nigeria, la dependencia de las mujeres hacia los hombres, el consumismo, las carreras profesionales truncadas por la maternidad, la apariencia o el fanatismo religioso.

De traducción impecable, el libro goza de una prosa elegante, cuidada, dulce y de un léxico variado; el caudal necesario para nombrar la diversidad de emociones y sentimientos (a veces contradictorios) que sienten sus protagonistas. Un estilo que al final, te acerca a ellos.

Un libro valiente, ambicioso, que acumula sentimientos e ideología; una novela total, minuciosa en su análisis de la psicología humana.

De lo mejor del año. Corran a sus librerías.     


Les dejo una conferencia de la autora sobre los peligros de las versiones únicas sobre los países y las personas. Pinchen aquí.

Esta reseña ha sido publicada por la revista digital Culturamas. Aquí.

 

lunes, 6 de octubre de 2014

El hermano de las moscas



 
El hermano de las moscas, Jon Bilbao. Salto de Página. 2008. Nueva reimpresión, 2011. 374 páginas.


En el mundo editorial, pese la crisis, hay una sobreabundancia de títulos. ¿Cómo elegir uno para leer? Las librerías ofrecen una orgía de novedades casi todas las semanas. Tomos que en cuestión de días desaparecen y son sustituidos por otra hornada de obras recién impresas. Por supuesto, el primer criterio es meramente personal. Cada lector tiene sus gustos e intereses. Y busca por los pasillos de las librerías o por las ventanas de su portátil el flechazo de un argumento, el impacto de una buena cubierta. Quizás los críticos literarios (los de los suplementos y los de la blogosfera) motivemos alguna lectura de tanto en tanto. Los libreros también cobran protagonismo en estas decisiones. Yo misma lo viví en La Central: mujeres, hombres y niños que ponen en tus manos el futuro de sus horas de ocio, que dejan a tu albedrío las emociones que los sacudirán por dentro las siguientes semanas. Y luego están las propias editoriales, la confianza que despierten sus catálogos. Las hay que nunca fallan. O muy poco. El lector sabe por experiencia que sus libros son dianas seguras en el centro de la satisfacción, que sus obras son misiles guiados hacia la calidad. Tenemos la fortuna de que en la última década han nacido varias editoriales que responden a este perfil. Hoy selecciono una, Salto de Página. Sus responsables son un bastión que defiende la entrada de manuscritos dentro del catálogo. Aquellos que eligen ya han sido sometidos a pruebas exigentes; ya han demostrado su potencia, su innovación o sus artes seductoras. Recordemos algunos: Mujer abrazada a un cuervo, de Ismael Martínez Biurrun; Diástole o Cenital, de Emilio Bueso; Los que duermen, de Juan Gómez Bárcena; El hombre sin rostro, de Luis Manuel Ruiz.




Añadamos ahora El hermano de las moscas, de Jon Bilbao. Todos sabemos de casos en los que las familias han de hacer frente a situaciones extremas, en que las teorías de la fuerza de la sangre y de las propiedades poderosas del vínculo sanguíneo deben ser puestas en práctica. Sin titubeos. Sin condiciones. Jon Bilbao aborda este asunto en su primera novela, lanzándonos preguntas a cada página. ¿Tú qué sacrificarías por un hermano enfermo? ¿Y si su enfermedad encerrase un peligro? ¿Y si el peligro consistiese en la transmisión de un sinfín de achaques, molestias y trastornos porque tu hermano se convirtiera –anualmente– en un enjambre de moscas? Bilbao somete a sus personajes a un experimento angustioso. Y lo hace con una prosa magnífica, sobria. Se trata de un narrador de mirada panorámica. De mirada de mosca. No hay ángulo desde el que no contemple el desarrollo de la trama. Esa visión polifocal dota a su novela de profundidad y de realismo, pese a las transformaciones fantasiosas de uno de los hermanos. El lector se adentra en el seno de una familia acomodada del Norte: el padre, jede de seguridad en una refinería; la madre, cirujana; la hija va creciendo con la historia; el hermano maldito, antiguo propietario de un negocio turístico en Tailandia que ha de reconvertirse en jardinero. Las escenas familiares se alternan con los capítulos relativos a las metamorfosis (intendencia, alimentación, limpieza) y algunos episodios donde la naturaleza se torna salvaje (violentas granizadas, un magnífico ataque de estorninos descrito en plano aéreo –y en presente– desde la perspectivas de las aves…). Las cuatrocientas páginas se suceden casi sin darte cuenta. Cuando las terminas sabes que más pronto que tarde volverás a leerlas.            



miércoles, 1 de octubre de 2014

Actos otoño 2014



Madrid:

* 6 de octubre. 

Participo en la velada poética por la abolición de la deuda externa, junto a los autores Verónica Aranda, Alberto García-Teresa, Ana Gorría y José Luis Gómez Toré, entre otros. A las 19:00, en el Teatro del Barrio (antigua Sala Triángulo), calle Zurita, 20. 


Zamora:

* 20 de noviembre.

Participo en el XIII Encuentros Literarios para alumnos de Bachillerato. En la Biblioteca Pública del Estado. Salón de actos. A las 12:30. Me acompañan en el programa David Trueba y Alfonso Zapico, entre otros.