domingo, 24 de abril de 2022

La ruptura no será televisada

 


La ruptura no será televisada, Mana Muscarsel Isla. Liliputienses, 2022. 95 pp.

 

Tenemos el mundo al alcance de la mano. Basta un dedo para seleccionar una película, descargar un libro, hacer un amigo o hasta ligar con alguien. La palma de la mano aprieta un cosmos. El móvil se ha convertido en un portal a que vence las distancias del espacio-tiempo. Somos viajeros sin salir de casa. Pero lo peor es que la navegación doméstica no está exenta de riesgos. Y muchos cibernautas naufragan. La ruptura no será televisada, de Mana Muscarsel Isla (Liliputienses, 2022) aborda, entre otros asuntos, el de nuestra dependencia tecnológica. Algunos poemas critican la rapidez con que se establecen las relaciones sociales dentro de la red, “amigas instantáneas es un oxímoron”, p.13); otros, que haya que demostrar que no somos robots para acceder a ciertos contenidos virtuales, realizando pruebas que bien podría superar una máquina, cuando lo que nos hace humanos son los sentimientos; otros textos se cuestionan que en la Realidad 2.0 se pueda conocer a alguien, puesto que los internautas exponen un único perfil de su personalidad, que –además– puede ser impostado. Pero, como decía, el poemario aborda otros temas: el desamor, las desavenencias familiares, la identidad, el paso del tiempo y la muerte.

 

El libro de Muscarsel se publica en la colección proscrita de la inagotable editorial Liliputienses.

 

Os dejo un poema sobre las complejidades de la interacción física, cara a cara. La composición es de cuño existencial. Y es que la realidad es pasajera, efímera.

 

 

Una cara nueva tuya

y yo ilusa de pensar

que una conoce unívocamente a alguien

y que ese alguien es unívoco,

o casi unívoco con caras

cuantificables. Como si no fuéramos personas

diferentes en relación a las otras. Como si

fuésemos

siempre las mismas a través del tiempo.

 

viernes, 15 de abril de 2022

Libro de ausencias

 

 

Libro de ausencias, Miquel Martí i Pol. Madrid, Bartleby (traducción de Marta López Vilar). 2022. 

 

La muerte puede llegar a mejorarnos. La conciencia de la propia y la asunción de la ajena. Una y otra pueden abrirnos vías interiores para conocernos mejor, para explorar posibilidades de belleza, para permitir que el amor nos alumbre en cada cosa que hagamos. De eso nos habla el poeta catalán Miquel Martí i Pol (1929-2003) en el Libro de ausencias, que acaba de publicar Bartleby (traducción a cargo de la poeta Marta López Vilar). Porque la muerte siempre lo acechó. Primero, cuando le diagnosticaron esclerosis múltiple y vio postrado su futuro en una silla de ruedas (en 1973); a continuación, cuando murió su primera esposa (en 1984). No obstante estas pérdidas (la salud, la pareja), no se amilanó. Y es que lo alimentaba un relámpago de vitalidad.

 

Según el El País: “Su lucha por la vida, su capacidad de comunicarse con la gente, su compromiso, convirtieron al autor en el poeta del pueblo, el más popular, querido y leído de Cataluña” (12/11/2003). 

 

Libro de ausencias fue escrito, a modo de duelo, entre el 5 de julio y el 6 de agosto de 1984; a la muerte de Dolors Feixas. De tono introspectivo y línea clara, es un suerte de elegía en la que convergen el tono nostálgico y el hímnico.

 

La muerte se recibe con sosiego. Hablamos de un hombre que fue acumulando renuncias, que aprendió a convivir con la desposesión; que vio cómo el mundo cada vez le qudaba más lejos. El dolor por la ausencia de su mujer lo paralizó, al principio,  casi tanto como su enfermedad. Pero por dentro era otro. Por dentro habitaba un mundo de recuerdos, de donde extraía la fuerza y el coraje para encarar cada nuevo día.

 

En los poemas se aprecia que jamás está solo. Reflexiona consigo y dialoga con ella en su memoria. La siente en cada cosa que disfrutaron juntos. Hace suyas sus causas. Se siente trascendido por su compañía.

 

“Todo en el amor se llena de sentido” (p. 53). El amor le riega el espíritu, y a cambio él baña cuanto ve del mismo intenso amor. No puede doblegarse a la tristeza. Hasta en lo más pequeño encuentra una razón que justifica su paso por el mundo: la lluvia, los chopos, la luminosidad.

 

Dejo aquí, a modo de broche, un hermoso poema que gira en torno al carpe diem:

 

 

 

A PLENA LUZ

 

Vayamos mucho más allá.

                                       Quizás esta profunda

docilidad de todo es un espejismo.

¿Y qué, si lo fuese?

                        ¿No se llena la copa

de oro de la tarde de un vino claro que embriaga

solamente con probarlo?

                                    Entonces, si sucesivamente estallan

señales, enigmas, cifras, tal vez

es que la vida solicita vida

para concluir la belleza.

                                    Vayamos a plena luz

sin ningún miedo, hasta donde la línea de lo oscuro

nos engulla.

 

 

 

sábado, 9 de abril de 2022

Actos abril 2022

En el Rectorado de la UAH, presentando No, de Francisco José Martínez Morán. 31/3/22

 

 

Madrid

* 23 de abril. Recital conjunto de autoras que participamos en la antología Insumisas (Baile del Sol). A las 19:00. Fundación Anselmo Lorenzo. C/ Peñuelas, 41 (metro Delicias).


* 26 de abril. Encuentro LGTBI +Q en el Ministerio de Igualdad, con presencia de la ministra Irene Montero y de la Secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencio de Género. A las 16:00. 


Fuenlabrada

* 27 de abril. Conferencia en el IES "Dionisio Aguado", dentro del marco del programa Encuentros con Autor, impulsado por el Ministerio de Cultura y por la Dirección General del Libro.

 

viernes, 8 de abril de 2022

El mapa del caos

 


El mapa del caos, Félix J. Palma. Plaza y Janés. 2013. 662 páginas.

 

 

A Félix J. Palma le llevó siete años de trabajo la creación de su célebre trilogía de los mapas, situada en época victoriana. Este excelente narrador, curtido en el género del cuento —del que es un reconocido maestro aplaudido por la crítica y por la comunidad lectora—, dio el paso en 2006 de comenzar una aventura literaria que habría de arrancarle 600.000 palabras —2.000 páginas— de pura fantasía e imaginación. De hecho, ese podría ser el lema de su saga: los sueños nos salvan del tedio y del aburrimiento. En cada uno de los tres volúmenes de su obra steam punk se explicita la necesidad que tenemos los humanos de dejarnos caer por el tobogán de lo imposible como vía de escape de la vulgaridad que nos rodea. Y vaya si lo logra. La lectura de sus libros es una fiesta imprevisible, una espiral que gira sobre sí misma como una galaxia que rota sobre un eje mientras se desplaza por el cosmos. Palma no somete sus tramas a una vuelta de tuerca, sino a espectaculares ejercicios de contorsionismo. Por no hablar de la belleza de su prosa: cuidada, elegante, eufónica y con las metáforas precisas para cautivar nuestros sentidos, que quedan deslumbrados por sus fogonazos lingüísticos cual dulces mariposas.

 

Entretenimiento, sí. Pero también algo de crítica. Félix J. Palma siempre visualiza en sus mapas algún tipo de peligro que asola a la especie humana: ya sea porque perecemos a manos de autómatas (de la tecnología consciente de sí misma, como en Terminator o en Matrix), o porque somos esclavizados por extraterrestres que pretenden apoderarse de los recursos de la Tierra hasta agotarlos y emigrar a otros mundos (como en “V”), o porque el sol está a punto de extinguirse y las modificaciones genéticas a las que se ven sometidos los humanos son insuficientes para sobrevivir en un planeta helado. Como puede apreciarse, el autor gaditano gusta de imaginar escenarios diferentes para una misma catástrofe: el fin de la civilización.

 

El mapa del caos cierra la trilogía, tras las espléndidas El mapa del tiempo y El mapa del cielo —bajo mi punto de vista, la cresta de la saga, su incomparable cima—. Se trata de un auténtico fin de fiesta. En este volumen hacen apariciones estelares, además del célebre, H. G. Wells —a quien rinde tributo el ciclo—, otros novelistas imprescindibles de la narrativa británica, como son sir Arthur Conan Doyle y Lewis Carroll. Para romper el patrón de los libros anteriores, los protagonistas de esta última entrega, en lugar de viajar en el tiempo, saltan hacia otros mundos, llegando a cohabitar con seres mitológicos, legendarios e incluso novelísticos. 

 

Félix J. Palma, al igual que en los libros previos, articula tres piezas en esta nueva trama. Pero mientras que en Tiempo y Cielo cada sección es autoconclusiva y hasta podría concebirse como una nouvelle, en Caos esas novelas cortas son mucho más interdependientes. Es más, dos de ellas sólo encuentran sentido pleno si se relacionan con el resto de la saga. En cualquier caso, hablamos de tres piezas de época perfectamente ambientadas (el trabajo de documentación del novelista es encomiable) por las que termina sobrevolando el elemento fantástico. Esa imposición final de lo maravilloso sobre lo realista, es marca de la casa.

 

Las tres historias de El mapa del caos están protagonizadas por personajes de sobra conocidos para los lectores de la trilogía: el agente especial Cornelius Clayton, que se enfrenta a un par de casos de índole sobrenatural: de licantropía y de espiritismo; el adinerado Gilliam Murray, que vive su noviazgo con su adorada Emma; y el matrimonio Wells, en cuyas manos descansa la salvación del multiverso, amenazado de colapso (como en Las puertas del infinito, escrita a cuatro manos por José Antonio Cotrina y Víctor Conde).

 

Y aquí veo un problema. Los contínuos resúmenes que el narrador se ve en la obligación de realizar a los lectores para recordarles los entresijos de los personajes citados, aun siendo pertinentes, suponen un lastre. Palma incluso vuelve a incluir las cartas que se cruzaron Wells y Murray en El mapa del cielo. Es por esto que este tercer volumen me resulta el menos atractivo del conjunto, por lo repetitivo. Tampoco me convence la necesidad de justificar la existencia de Tiempo y Cielo haciéndolos depender de Caos. No era necesario. La argamasa de la trilogía es el propio homenaje a las obras emblemáticas de un clásico: Wells (La máquina del tiempo, La Guerra de los mundos y El hombre invisible); no había que buscar una excusa para justificar la existencia de dos libros que se defienden solos.

 

Dicho esto, Caos cierra de modo magistral todos los cabos sueltos de la saga. Y en ese sentido, da cumplida respuesta a cada interrogante que pudiéramos tener sobre los personajes o sobre situaciones pretéritas. Desde luego, Palma ha armado un libro ambicioso y complejo, al que no faltan deslumbrantes destellos imaginativos.

                      

La trilogía de los mapas es un tributo a la literatura, un desafio a nuestra capacidad de concebir infinidad de alternativas y posibilidades. Su autor posee un ingenio muy agudo, con el que logra hacernos disfrutar de sus enrevesadas invenciones. Es un orfebre de la retórica y un ingeniero de la planificación (aunque a veces, eso sí, se pase de rosca).

 

Como coda añadiré que el protagonista del ciclo no es, ni mucho menos, Wells. Este es un personaje gris, para nada interesante. Tampoco su esposa, por mucho que se empeñe Palma en hacérnoslo creer en el último volumen. No. Los galones deben recaer, por méritos propios, en Gilliam Murray; este sí es un personaje redondo, vivo, lleno de matices, que evoluciona de modo sorprendente ante nuestros ojos. De entre los restantes, destaco a Tom (el capitán Shackleton), si bien sólo sale en Tiempo y Cielo. Ambos nos conmueven, ofenden y engatusan a partes iguales.

 

Aconsejo leer los libros de la trilogía en el orden cronológico de su publicación. Y aconsejo hacerlo ya, antes de que las ediciones en tapa dura sean inencontrables. Bon appétit.