Limbo, Melania G. Mazzucco. Premio Elsa Morante. Traducción de Xavier González
Rovira. Anagrama. 2014. 496 páginas. 22,90 euros.
En octubre de 2010 murieron
cuatro soldados italianos en una emboscada en el valle de Gulistan, provincia
de Farah. Los cinco militares iban a bordo de un Lince, que saltó por los
aires. Su blindado formaba parte de un convoy que realizaba una misión de
escolta a camiones civiles. Pertenecían al 7º regimiento Alpino (tropas de
montaña). Sobrevivió un soldado, que quedó en estado muy grave. Aquel atentado
conmocionó a Italia. Se alzaron voces críticas contra la presencia de su
ejército en Afganistán. Que yo sepa, ha inspirado dos novelas extraordinarias a
otros tantos escritores del país comunitario: El cuerpo humano, de Paolo Giordano; y Limbo, de Melania G. Mazzucco. Amba fueron publicadas en 2012.
El narrador turinés divide su
obra en dos partes. “Experiencias en el desierto” aborda las pequeñas misiones
y tareas encomendadas a los soldados (adiestramiento de la policía afgana,
construcción de una lavandería, prácticas de tiro, limpieza de la base), nos
relata los problemas y peligros a los que deben hacer frente (ataques,
tormentas de arena, intoxicaciones…) y nos presenta a unos personajes creíbles,
muy bien caracterizados. El miedo, la culpa, los nervios o el insomnio son
algunos de los sentimientos y de las reacciones físicas que los reclutan y los
oficiales padecen a diario. Entre ellos destaca el teniente Egitto –hombre al
que sus compañeros consideran equilibrado y meticuloso, pero que en realidad
oculta con antidepresivos un hondo desarraigo familiar–, cuyo relato
autobiográfico supone una de las cimas de la novela. Además, a través de
conversaciones de chat y del intercambio de e-mails, tenemos acceso a la
interioridad de otros personajes y a su modo de encarar, en la distancia, sus
relaciones íntimas.
En esa convivencia, los soldados –con independencia de su
graduación– se despojan de su pudor y asumen como propio el cuerpo ajeno. La
desnudez, el deporte, la obsesión por el sexo y la disentería los convierte en
un cuerpo indisoluble. La segunda parte del libro, “El valle de las rosas”,
relata la misión de escolta que el contingente militar realiza fuera de la
burbuja de seguridad de la base. La introspección psicológica y las pequeñas
aventuras que forman parte de la vida ordinaria de un soldado ceden paso a un
angustioso episodio de narrativa bélica, de terribles y graves consecuencias
para la tropa.
La narradora romana mezcla en Limbo la emboscada que tuvo lugar en 2010
con los atentados suicidas que venían sufriendo las tropas italianas desde 2009
(desde 2003 si llevamos el escenario en Irak). Así, tenemos en el libro dos
ataques distintos, y una superviviente, pero no de la columna de blindados que
cruzaban el desierto, sino del atentado que tuvo lugar en una base aliada.
Limbo es una novela magnífica que alterna dos tiempos. El
presente, en tercera persona, donde la mariscal Manuel Paris regresa a su
pueblo para recuperarse de las heridas –físicas y emocionales– que le produjo
el atentado; y el pasado, narrado por la propia protagonista a petición de su
psiquiatra militar con el fin de
que encar sus traumas y sanarse. Si la línea Live sigue el orden cronológico de un año; la segunda
trama, Homework, supone un
extenso flashback aleatorio, donde la comandante relata en desorden sus
recuerdos (llegada a Afganistán, infancia, misiones, retrato de los compañeros
caídos, oposiciones para entrar en la academia de Módena…), según lo necesita o
va adquiriendo fuerza para hacerlo (el atentado, de hecho, no lo cuenta ella,
sino la narradora).
Ambas líneas se complementan para
caracterizar a Manuela Paris, para hacernos creíble el personaje, para
comprenderlo. Si el atractivo de los homework descansa en las portentosas descripciones de Afganistán, o en el relato
del periplo que recorrió la joven estudiante de turismo hasta lograr su sueño
de ingresar en la brigada alpina; no menos interesantes son las secciones live,
donde la narradora ancla al personaje en su
contexto familiar, en su vida privada (aquí Mazzucco introduce un
gancho sentimental que seduce a los lectores: el romance que mantienen Paris y
Mattia, un hombre sin pasado que vive en el hotel frente a su casa, y cuya
biografía se conoce al final, gracias a unas cartas).
Melania G. Mazzucco retoma en su novela motivos que la caracterizan: el
destino aciago que zarandea a los protagonistas, el futuro abolido, personajes
tensados hasta el límite de su capacidad de resistencia, la fuerza de los
personajes femeninos, la defensa de ideales, la larga –e injusta– espera del
regreso de la vida a su cauce (de ahí el tútulo de la obra, Limbo),
el amor hacia la arquitectura italiana, o el sentimiento de rechazo que sienten
aquellos que no encajan dentro de un sistema (no apto es un sintagma recurrente en sus libros). Además,
como decía, simultanea tiempos, desordena la cronología, niega constantemente
las expectativas de los lectores, contrapone miradas y abre planos.
Su lectura es una delicia. La
traducción, muy buena. Lógicamente, en un libro de 500 páginas hay pasajes
menos logrados que otros, de lectura más árida, pero Limbo tiene la virtud de llevarnos a Farah y Ladíspoli
merced a su estilo minucioso, a una prosa atenta a los detalles, y a un excelente
trabajo de documentación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario