jueves, 1 de junio de 2023

Klara y el sol


Klara y el sol, Kazuo Ishiguro. Anagrama. Traducción Mauricio Bach. Anagrama. 2021. 333 páginas.

 


 

Son muchas las novelas de ciencia-ficción que han tratado el motivo de la inteligencia artificial. En ocasiones, desde el punto de vista de la rebelión de las máquinas contra los humanos al cobrar conciencia de sí mismas (2001, Una odisea espacial, de Arthur K. Clarke; ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philp K. Dick; trilogía del “Parásito”, de César Mallorquí); en otros casos, desde la exploración de las varias posibilidades funcionales que pueden tener los androides más perfectos (Sinsonte, de Walter Tevis; el ciclo de “La Tierra”, Jordi Serra i Fabra). El cine, por su parte, ha llevado también a la gran pantalla películas que abordan los mismos temas. Así, en cintas como Terminator, Matrix o Blade Runner los robots con autoconciencia suponen una amenaza para la especie humana; mientras que en Inteligencia Artificial, Megan, Star Trek o Alien el Octavo pasajero poseen diferentes prestaciones con las que ayudarnos en diferentes campos (doméstico, científico).

 

Hoy día el tema de la AI está moda. Los profesores de instituto, sin ir más lejos, ahora preferimos que el alumnado redacte sus ensayos en el aula para evitarles la tentación de que recurran al ChatGPT. También sabemos que un buen número de adolescentes prefieren recurrir a esta aplicación con el fin de encontrar un interlocutor anónimo con el que desahogarse y al que contar sus penas, en sustitución de la familia.

 

Pero si la sociedad vive momentos de inquietud respecto a la IA no es por el fraude académico de un grupo de alumnos, sino por los riesgos que podría acarrearnos que las máquinas pudiesen acabar descifrando los complejos mecanismos de la mente humana y nos reprodujesen.

 

Kazuo Ishiguro reflexiona en su última novela, Klara y el sol, sobre la posibilidad –o no– de que los futuras mentes digitales se igualen a las nuestras. Su obra nos invita a la búsqueda de respuestas a la siguiente pregunta: ¿Qué nos hace humanos? Poseemos un cerebro maravilloso dotado de memoria, sentimientos, intuiciones y capacitado para la construcción de pensamientos. Por si fuera poco, cada uno de nosotros somos diferentes de los demás, lo que –en principio– nos convierte en seres únicos, en mujeres y hombres con identidades propias, originales y exclusivas. Pero, ¿esto de así de verdad? ¿No podría un cerebro electrónico copiar nuestro espíritu?

 

Klara  el sol se localiza en un futuro próximo, en el que los humanos conviven con los robots. Estos últimos se dividen en dos tipos: los B3, ya obsoletos, y los B4, de última generación. En cuanto a nuestra especie, está estratificada en sendos bloques. Los seres “mejorados” poseen mayores posibilidades de sobrevivir en sociedad. A ellos se les reservan las plazas en las universidades, así como los puestos mejor remunerados. Luego están aquellos otros que no han tenido modificaciones. Ni qué decir tiene que el sistema económico que dibuja Ishiguro es el del capitalismo salvaje. El nivel de renta reparte las cartas de la prosperidad o del fracaso.

 

Como viene siendo habitual en las novelas del escritor británico, la infancia adquiere el protagonismo de la obra. Josi y Rick pertenecen a esos mundos encontrados. Sus madres, a su vez, viven atormentadas por el sentimiento de culpa, si bien es verdad que por razones distintas. En el primer caso, porque las “mejoras” en Josi la tienen al borde de la muerte (su hermana falleció por dicho motivo); en el segundo, porque las dotes intelectuales de Rick no pueden desarrollarse en toda su plenitud por el nudo de prejuicios existentes contra los humanos rasos.

 

El puente entre ambos será Klara, la androide encargada del cuidado de Josi, una B3 observadora e inteligente, programada para el aprendizaje y la comprensión del alma humana. 

 

El conflicto de la novela descansa en el cuestionamiento de la legitimidad de desear que un ser amado perviva a cualquier precio. ¿Es ético? Pero más allá del debate moral, cabe hacerse todavía otra pregunta, de carácter técnico: ¿podría un doble, un muñeco electrónico, suplantar cabalmente la existencia de alguien?

 

Ishiguro siempre nos obliga a plantearnos temas controvertidos: si es preferible pasar página o revolver el pasado, comprometer tu arte a una causa política o evadirte… Y es por eso que sus libros nos gustan tanto. 


 

martes, 23 de mayo de 2023

Una grieta en la noche


Una grieta en la noche, Laura Baeza. Páginas de Espuma. 2022

 

 

 

Supongamos que la noche es el inconsciente. Que en ese pozo oscuro se ocultan toda clase de traumas. Imaginemos que en las profundidades de la psique el magma negro modela pesadillas, va dando forma al dolor que no fue procesado por la mente, pero que tenemos registrado en secreto en nuestra biografía. Pues ahora pensemos en las consecuencias de que exista una grieta en ese sótano, en la posibilidad de que el recuerdo traumático emerja con toda su potencia en el plano consciente, en el desequilibrio psicológico que puede producir en una persona que sus monstruos interiores salgan de su escondite y tomen el control de sus acciones. El volumen de relatos Una grieta en la noche aborda, precisamente, estos asuntos en los seis relatos que lo integran.  

 

El boxeador Menandro “la Chinche” Mendoza, el policía local Antonio o los hermanos mellizos Marco y Valeria (protagonistas de mis relatos preferidos: Quinto round, Veladoras y Una grieta en la noche) conviven con sus sombras, cargan con unas heridas que no pueden nombrar y que los recluyen dentro de su mundo. De ahí sus dificultades sociales, su enajenación. Todos ellos comparten un sentimento de soledad que los hermana, así como son personajes desheredados de la fortuna. El yo oculto se manifiesta a través de las pesadillas y del destrozo de muñecos con carácter simbólico. La colección de relatos que firma Laura Baeza no es libro de terror, y sin embargo, indaga en los peligros de que una experiencia negativa, no procesada por el cerebro, regrese con toda crudeza para resquebrajar la lámina de la realidad.

 

Si interesante el fondo, no digamos la forma del conjunto. Sobresale el estilo de los relatos de apertura y cierre. El primero (Quinto round) está narrado por un adolescente. De ahí las concesiones a la verborrea, al registro coloquial, al monólogo interior de un crío que testimonia la vida apicarada de su “carnal”: un hermanastro que trabaja como mozo de carga, abandonado por sus padres, que sueña con rehacer su vida con los puños. El sexto y último relato (Una grieta en la noche), en cambio, se ofrece al lector como una pirotecnia de metáforas. Con una estética deslumbrante, de artificiera, la narradora evoca un pasado con potentes imágenes ígneas o astronómicas (“necesitaba la soledad del espacio en el que sólo orbitábamos mi mamá y yo, y que mi tío Marcos representara el mismo cometa que pasa quién sabe cada cuántos años”).  

 

En cuanto a la técnica, sobresale Veladoras, breve dietario escrito por Antonio, un policía de origen humilde que investiga el asesinato de una bruja que conoció de niño. Su final, es maravilloso. 

 

La mirada de Laura Baeza se centra también en otros motivos candentes, esta vez, de la relidad mexicana: las desapariciones de niños, la censura de periodistas, la inmigración ilegal. Una grieta en la noche se mueve como un péndulo entre dos extremos: lo privado y lo público, la psicológico y lo social. 

 

Una lectura muy recomendable.  

 

En cuanto a la edición, es preciosa. Dan ganas de escribir un colección de relatos para que los publique Páginas de Espuma.


miércoles, 17 de mayo de 2023

En la Feria del Libro de Madrid

 


Faltan justo diez días para que comience la tradicional feria del Libro de Madrid. Este año tendré dos participaciones en el mismo día.

El sábado 3 de junio firmaré ejemplares de La sirena que no sabía nadar en la caseta 290 (Editorial Lastura), de 18:00 a 19:15. 

A continuación, intervendré en una mesa redonda para conmemorar el 50º aniversario de Ediciones Cátedra. Será en el pabellón de CaixaBank, de 19:30 a 20:30. Los demás integrantes del acto son: Josune García, (directora de Cátedra) José Francisco Ruiz Casanova (colaborador de la casa) y Jenaro Talens (profesor, poeta y director de la colección Signo e Imagen). Presentará el acto Fernando Bonete. 

Será un gusto veros por allí, charlar y daros un abrazo. ¡No me dejéis sola!





lunes, 15 de mayo de 2023

En Gran Central Station me senté y lloré

 


En Gran Central Station me senté y lloré, Elizabeth Smart. Traducción y notas de Laura Freixas. Periférica. 2009. 155 páginas.

 

 

“Quien aquí veis, fugaces transeúntes de este parque,

fugaz como vosotros, junto al río,

en la mañana de la primavera,

es más que un rey, pues más que un rey es ser

un hombre enamorado”

 

 

Esto escribía Francisco Brines en Palabras a la oscuridad (1966). Tenía 34 años.

 

Elizabeth Smart abandona la metáfora regia por la divina, escala un grado más. Tras el cumplimiento del deseo, dice la protagonista de En Gran Central Station me senté y lloré: “yo también seré un dios”. Tanto es así, que a partir de entonces, se fundirá con el mundo:

 

“Soy una de sus olas, que se desbordan y saltan. Soy ahora la misma melodía que los árboles, los colibríes, el cielo, la fruta y las verduras en hilera. Soy todo o cualquiera de esas cosas”

 

El amor endiosa a quien lo siente. Lo vuelve invulnerable. Quien ama se proyecta sobre el orbe, porque su propia cuerpo es limitante, y el amor lo rebosa. Elizabeth Smart, por otro lado, recurre a diferentes metáforas sacadas de los frutos del campo para referirse al hombre que su personaje ama:

 

“Él es todas las cosas: la noche, las mañanas elásticas, las altas flores de Pascua y las hortensias, los limoneros, las palmeras, las frutas, los pájaros y el sol en el estanque”.

 

Es decir, el amor de los amantes (al menos, al comienzo del relato) se encuentra en armonía con la naturaleza. Las metáforas evocan su plenitud y dicha. Este desbordamiento me recuerda a la estética barroca, y de hecho, no deja de recordarme a Lope de Vega, y en concreto, a Peribáñez y el Comendador de Ocaña.  

 

Del mismo modo, la autora canadiense recurre a la simbología para referirse al sexo. Su novela es muy lírica. El culmen de la pareja se produce en la “Tercera parte”. Él equivale a las “mareas”, el “rocío” y las “lluvias”; representa el elemento del agua, la fertilización. Ella, por su parte, equivale a la “tierra”. En la “Cuarta parte”, cuando ambos sean detenidos, Smart incluirá citas intercaladas del Cantar de los cantares (libro de Salomón) para evocar con los símbolos bíblicos la pretérita unión de los amantes.

 

¿Y por qué emplea Smart semejante inflacción de metáforas y símbolos? La clave radica en el carácter secreto de la historia que cuenta. El estilo es cómplice del tema que trata. El fondo determina la forma.

 

En Grand Central station me senté y lloré se basa en una experiencia autobiográfica. La autora se distancia de su vida levantando un muro retórico. Al fin y al cabo, no le interesa la confesión de los promenores de su existencia, sino la evocación de sus estados de ánimo. Se basa en la realidad para, después, elevarse al cielo de las categorías estéticas. No ha escrito un diario, sino un producto artístico.

 

Además, las figuras enmascaran el mundo real. Por supuesto que podemos descodificar su sentido e incluso proponer interpretaciones propias. Pero lo que cuenta es su intento por ponerlo difícil. Lo que narra atañe a diferentes personas en el mundo extralingüístico, los pronombres tienen referentes. De ahí que la autora rechace el realismo por un lirismo dual: elegante con unos e inmisericorde con otros.

 

¿Qué narra? Una historia de amor a tres bandas, desde el punto de vista de la amante de él. Una pasión inevitable, prevista por el destino. La obra alude a la influencia helena de los hados sobre la vida humana. Dice la narradora: “El amor me posee, y no tengo alternativa”. Detrás escucho a Garcilaso: “No fue por elección de mi albedrío”. Esta fuerza irresistible pasará como una apisonadora sobre la biografía de Elizabeth Smart. El determinismo, por otro lado, pertenece a la tradición neoplatónica, que experimentó un auge en el Renacimiento y se extendió al Barroco. Digo esto porque la naturaleza que se nombra en el libro, más que un paisaje, es un trasunto de la armonía amorosa, una proyección neoplatónica de la perfección divina (hasta la mitad de la obra. Luego todo se tuerce).

 

Si el diálogo con la tradición grecolatina se percibe en el determinismo que mencionábamos, también lo apreciamos en las múltiples alusiones mitológicas que atraviesan la obra (Dido, Leda, Dafne…), así como en el guiño epicúreo al goce del presente compartido con la persona deseada (“Nada puede ser más ahora que ahora”). No obstante, la novela entronca también con lo más granado de la mística. Buena parte de la simbología amorosa la encontramos en las Meditaciones de Diego de Estella (el imán, la fuerza gravitatoria que ejerce sobre nosotros quien amamos).

 

Comentaba al principio que Smart nos sugiere contrapuestos estados de ánimo a lo largo del libro. Como un péndulo, oscila entre la dicha y la desesperanza, la alegría y la pena. Los sentimientos se despliegan en toda su complejidad. La culpa y los celos conviven con la empatía hacia la esposa (“¿Es que no hay otra vía para mi libertad que su martirio?”). Pero, ante todo, sobresale el deseo (“Cierro los ojos y tiemblo, esperando el paraíso: va a tocarme”). La euforia de la correspondencia se extiende al mundo en su totalidad (“todo lo que tocas acaba de nacer”). En cambio, la desesperación por la ausencia vuelve los días una tortura (“El no tenerte daba a mi vida sabor a infierno”. Escribe Amalia Bautista: “sé que no puede ser más que el infierno/ porque en este lugar no estás conmigo”).

 

En Grand Central Station me senté y lloré es un libro maravilloso. Con potentes imágenes, rico en alusiones, descarnado, sutil. Me dice un amigo y antiguo compañero de La Central de Callao que se encuentra descatalogado. Pues yo desde aquí lanzo una petición a Periférica: hagan un favor a los lectores, reedítenlo.

 

domingo, 14 de mayo de 2023

Mi sirena en La estación azul de los niños (RNE)

 


Ayer, sábado 13 de mayo, mi álbum infantil La sirena que no sabía nadar (Lastura) se dio un chapuzón en el programa de Radio 5 La estación azul de los niños (RNE). Muy agradecida a Noemí Martínez Tévar por el cariño dedicado a mi cuento (bellamente ilustrado por Nayara Rosario).

Podéis escucharlo aquí:

https://www.rtve.es/play/audios/la-estacion-azul-de-los-ninos/estacion-azul-ninos-rock-piano-manu-guix-sirenas-no-saben-nadar/6888702/ 

 

 

domingo, 7 de mayo de 2023

Enser

 

 


Enser, Luis Luna. Huerga y Fierro Editores. Colección Rayo Azul. 79 pp.

 

 

Breve reseña

 

 

Luis Luna ha levantado en su último libro de poemas, Enser, una atmósfera claustrofóbica. No en vano, la mayoría de los breves poemas en prosa que lo componen se localizan bajo la superficie. Así, el agua, la tierra y la nieve constituyen la frontera entre la oscuridad que aborda el libro y la luz, que el poeta rechaza. Por lo tanto, el sujeto que enuncia en los textos emprende un viaje por el interior de sus preocupaciones. Un viaje verbal por el subconsciente. De ahí que el libro sea un laboratorio de sugerentes imágenes (“ebanista del hielo y de las amapolas”). El lenguaje se ofrece como un recurso de expresión meramente provisional, y por ello, transformativo; sujeto al cambio, igual que la existencia. Por otra parte, si la vida carece de lógica, no hay razón alguna para que entre los enunciados exista una relación de causalidad. Enser se abre al misterio. Somos nosotros, los lectores, quienes dotaremos de congruencia a los fragmentos permitiendo que sus hallazgos verbales resuenen en nosotros, alumbren como relámpagos nuestros recuerdos, golpeen como martillos sobre las rocas de nuestras emociones. Y vaya si lo hacen. ¿Qué ocultan los abismos interiores? Una constelación de “heridas” y “laceraciones”. A medida que avanza el libro, un ser se abre camino por la noche, un ser marcado a fuego por el mal, desgarrado por jirones de angustia y de violencia. En la memoria se conservan fragmentos de un pasado. Abundan las alusiones a una infancia perdida, no sabemos si es propia o pertenece a otros; a desapariciones y a muertos. La misión del poeta es recordarlos. Hacer llegar a ellos un sendero luminoso de palabras para que los lectores sepan de su efímera existencia. Es la escritura de Luis Luna un acto de amor por la vida, pese a la oscuridad.

 

sábado, 29 de abril de 2023

Demonios


Breve reseña.

 

 

Demonios, Ben Clark. Sloper. 2023. 90 pp.

 

 

40 poemas. Una manada, pues, de 40 demonios son los que convoca con sus versos el sujeto que enuncia en este libro. A modo de médium, trata de que se pongan en contacto con él ciertas “vocecillas musgosas”, espantos interiores que han de hablarle de las vidas que mueren, los amores que pasan, la infancia que se extingue. Se quiere despedir de ese pasado. Pero la invocación es peligrosa. A saber qué se extrae de esa memoria oscura que todos, sin excepción, llevamos a cuestas. Hay que ser muy osado para enfrentarse a ella. Y paciente: los demonios se esconden. A menudo lo que traen a tu presencia es bien distinto de lo que esperabas, un monstruo diferente al esperado. Otra pesadilla. O un sujeto aburrido que no merece el tiempo de escritura. Así es la inspiración, así el proceso de descender al foso de uno mismo.

 

Por eso abundan en el poemario los textos metapoéticos. Los demonios manifiestan su estado con palabras. La voz que enuncia aprovecha la llegada del espanto para decirle aquello que no pudo: “Te tenía/que haber dicho estas cosas en aquel/tiempo de dicha y paz, en el planeta/que los dos habitamos como dioses”. Siempre la misma historia. El miedo o el pudor impiden muchas veces sincerarse con la gente que amas. Menos mal que nos quedan lo poemas para remediarlo. Triste consolación, pero efectiva. En los textos encuentras el alivio a tu propio devenir (terco demonio que nos ronda), a la pérdida de los que ya han partido, a las noches “que no sabemos bien si sucedieron”.

 

Hay demonios más intensos que otros. En mi opinión, algunos no debieron invocarse. Pero otros sí merecen la lectura: “Los ausentes”, “Gajes del oficio”, “Pacto de amor”.

 

Es Demonios un último homenaje a aquellas compañías “regresadas/al mundo de los muertos que aún respiran”. Cuando se cierra el libro, acaba la sesión de espiritismo y el alma, al fin, encuentra cierta paz.  

 

 

 

 

miércoles, 26 de abril de 2023

Día de la Visibilidad Lésbica

Con Irene Montero

 

Por segundo año consecutivo he tenido el inmenso honor de ser invitada por el Ministerio de Igualdad para participar en una asamblea reivindicativa lésbica. El acto, como siempre, ha estado presidido por la Ministra Irena Montero, así como por la Secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pan, y por la Directora General de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI+Q, Boti (García Rodrigo).

En mi intervención reclamé psicólogos y orientadoras en los colegios e institutos para ayudar a que nuestros jóvenes LGTBI crezcan sin miedo y en un entorno seguro.

Desde aquí doy las gracias al equipo de la ministra por contar conmigo para una ocasión tan especial. Es mucho lo conseguido en estos últimos veinte años, pero no podemos bajar la guardia. Las amenazas reaccionarias están ahí. Más que nunca debemos unirnos para crear un tejido social que las haga frente. 

No hay nada como la cultura para crear modelos, construirnos una mirada y empoderarnos. A todo ello contribuyo con mis libros, desde que hace veintitrés años ganase el Hiperión con Napalm, todo un referente LGTBI. Con mis poemarios y novelas llevo un cuarto de siglo visibilizando a mi colectivo, ofreciendo referentes distintos a los hetero-normativos, luchando por derribar los muros de prejuicios verso a verso, dando luz y esperanza a quienes sueñan con vivir su amor en libertad o con tener esa familia homoparental que siempre se habían imaginado. Gracias a la literatura abrimos caminos. No dejemos de crearlos ni de defenderlos. La cultura sostiene nuestras emancipaciones.

Feliz Día.

 

Con Boti


                   

Con Estefanía Sanz


lunes, 24 de abril de 2023

Presentación de La sirena que no sabía nadar

 


Será el próximo sábado 6 de mayo, a las 17:30 (horario infantil) en la librería Altamarea (calle Eugenio Sellés, 3), frente al Matadero y Madrid Río. 

¡Os esperamos!

 

 

domingo, 23 de abril de 2023

La sirena que no sabía nadar, en La estación azul (RNE)



La estación azul (RNE) incluye entre sus recomendaciones para hoy, Día Internacional del Libro, mi álbum infantil La sirena que no sabía nadar (Lastura), bellamente ilustrado por Nayara Rosario.

Con gratitud hacia Ignacio Elguero, por hacerlo visible entre tanta novedad.

https://mediavod-lvlt.rtve.es/resources/TE_SLAEST/mp3/9/3/1682006815139.mp3

Tenéis la mención a mi obra tras la estupenda entrevista de Carolina Alba a una poeta imprescindible: Yolanda Castaño. 

¡Feliz día!



domingo, 16 de abril de 2023

Contrastes arquitectónicos y existenciales


 


Me encantan los contrastes. Por eso adoro Praga y siempre vuelvo. Los seres humanos somos como esas arquitecturas que se concentran en la ciudad, unas junto a otras: radiantes y sombríos, abiertos y misteriosos, esperanzados y temerosos, volcados hacia afuera con todo el boato y muy metidos dentro de nosotros. Los edificios parecen metáforas de la complejidad de nuestras almas. No en diacronía, no. En sincronía. Praga nos recuerda que somos ambiguos, y que en esa dualidad reside también nuestra mayor riqueza. Reconociendo las sombras que nos habitan podemos aspirar a la luz; y no permitiendo que las luces nos cieguen, tenemos la oportunidad de ser humildes y de descender hasta nuestros abismos para poder nombrarlos. Supongo que ese péndulo es el que define mi obra.



sábado, 8 de abril de 2023

Elena Buixaderas: Una amistad a prueba de años y kilómetros

 


Tuve el honor de conocer a Elena Buixaderas en 2008. Aquel año viajé por primera vez a Praga. Invitada por el Instituto Cervantes, di un recital el 10 de abril, coincidiendo con la Semana Cultural checa. Recuerdo que Blanca Fernández, una amiga común y lectora de español en la universidad, me comentó que me presentaría una poeta que vivía allí desde hacía muchos años. Quién nos iba a decir que aquel sería el comienzo de una relación que ha superado la distancia del tiempo y del espacio.  



La segunda vez que nos vimos fue en junio de 2013. Con la excusa de la publicación de mi poemario La Guerra de invierno (Hiperión, Premio Internacional Miguel Hernández-Comunidad Valenciana), repetí experiencia en el Cervantes, en esta ocasión, en el marco de los encuentros literarios que dirige Elena: "Luces de Bohemia". La verdad es que pasamos unos días maravillosos, llenos de complicidades, en los que me hizo de Cicerone (como Blanca un lustro antes) por las callejuelas y cafés de la ciudad. 



Como no hay dos sin tres, he regresado a Praga este año. Esta vez con mis hijos y mi esposa. Merendamos en el célebre Café Cubista de los años 20, no lejos del Teatro de los Estados, donde Mozart estrenó Don Giovanni en 1787. En fin, fue una tarde de reencuentros, presentaciones, puestas al día... que se hizo muy corta. Pero que me valió para tasar mi cariño y admiración hacia una mujer todoterreno: física de profesión, poeta, traductora (ha publicado en Vaso roto, recientemente, una antología de poetas checos) y gestora cultural. 

Como dice ella, la próxima cita, en breve.



martes, 21 de marzo de 2023

Fallamos el Premio Hiperión

 


Este año se ha llevado el Premio Hiperión de Poesía el poeta William Alexander González Guevara por su libro Inmigrantes de segunda. Integrábamos el jurado Francisco Castaño, Ben Clark, Ariadna G. García, Jesús Munárriz y Benjamín Prado.

Recogen la noticia, entre otros medios, El Cultural

https://www.elespanol.com/el-cultural/letras/20230321/william-alexander-gonzalez-guevara-premio-hiperion-inmigrantes/750175125_0.html

Y El País

https://elpais.com/cultura/2023-03-21/el-nicaraguense-william-gonzalez-gana-el-hiperion-de-poesia-con-una-obra-que-rinde-homenaje-a-las-migrantes.html


Enhorabuena al ganador.


lunes, 20 de marzo de 2023

Me entrevistan en Menudo Castillo

 


El pasado domingo 12 de marzo tuve la suerte de que me entrevistara Javier Fernández en el programa Menudo Castillo, lo acompañaron tres estudiantes de 6º de Primaria (África, Claudia y Mireia), que me sometieron a un sinfín de preguntas sobre mi actividad literaria en general, y sobre La sirena que no sabía nadar (Lastura, 2023), en particular.

Podéis escucharlo aquí:

https://www.ivoox.com/menudo-castillo-552-celebrando-igualdad-desde-fuenlabrada-audios-mp3_rf_104803265_1.html

Entre los minutos 31 y 66. 




domingo, 5 de marzo de 2023

Deporte y creación

 


Que el deporte mejora nuestra salud y nos reporta alegría y felicidad es innegable. Pero más allá de eso, quiero incidir en un punto que considero de la máxima importancia: el ejercicio físico nos ayuda a desarrollar nuestra paciencia. Si algo aprendí de adolescente, cuando practicaba atletismo y competía a nivel autonómico, es a trabajar día a día con tesón, dando en cada entrenamiento lo mejor de mí. Los cambios en tu cuerpo se generan despacio, la fuerza se consigue poco a poco, pero al final se logran esas marcas que tenías en mente y que te abren puertas. No existen los atajos. No hay técnicas milagrosas. La mejora se produce porque tienes fe, paciencia y confianza. Esa lección de entonces me ha servido para todo en la vida. Me ayudó a sacarme la oposición de profesora y a publicar mis libros (y ya van veintiuno). La carrera deportiva es semejante a la literaria. Las obras necesitan tiempo para crecer, lo mismo que los músculos. El secreto está en dedicarte a ellas cada día, pero con cabeza: con los objetivos claros. Igual que planificas los entrenamientos, planeas tus sesiones de escritura. Sin atracones, no te vayas a lesionar la inspiración. A mis 46 años ya no compito. Acudo al tartán como espectadora. Pero sigo dejándome la piel en el gimnasio. Poco a poco. Sin forzar la máquina. Los resultados llegan gracias a la constancia, no a la prisa. Y escribo, por supuesto. Varios libros al tiempo, exactamente igual que entreno cada día un grupo muscular. Lo mejor es que disfruto del proceso. Que soy feliz haciendo curl de pesas y escribiendo un poema o media página.

          

sábado, 4 de marzo de 2023

Ficción para multitudes


Ficción para multitudes, Luis Artigue. Pez de plata. 2022. 187 págs.

 

 

Con esta última obra, son tres las novelas que he leído de Luis Artigue. Si bien es verdad que Ficción para multitudes tiene una longitud más corta que las anteriores y que tanto su estructura como su polisemia son mucho más sencillas que las de Donde siempre es medianoche (2018) y Café Jazz el Destripador (2021), lo cierto es que conserva los rasgos fundamentales del estilo del portentoso narrador leonés, que lo diferencia del resto de autores que ofrece el panorama narrativo español: el humor, el cinismo, la retranca, la crítica, el diálogo con la tradición cultural de occidente y una dosis elevada de imaginación.

 

Ficción para multitudes está protagonizada por un artista (marca de la casa). En esta ocasión, por una guionista y dibujante de tebeos: Nathaniel Mortimer. Es decir, por un hombre a medio camino entre dos polos opuestos: la vida (“Nathaniel” guarda una relación de paranomasia con natus, nati. “nacido”) y la muerte (mors, mortis). No en vano, se trata de un personaje recientemente fallecido a causa de la COVID-19, que se encuentra en un estado intermedio entre ambos mundos. La novela, siguiendo el itinerario de la Divina Comedia (Dante Alighieri), se localiza en tres estancias del más allá: el paraíso, el purgatorio y el infierno.

 

Existe una corriente de opinión generalizada que defiende la idea que la literatura española es, ante todo, de cuño realista. Este prestigio viene de antaño. Ya durante el Renacimiento los humanistas ponían en valor las novelas verosímiles que retrataban la verdad psicológica de los personajes, menospreciando los libros de caballerías por su sarta de elementos fantásticos y disparatados. Dios nos libre de semejante ataque a la cordura. Lo nuestro es el “verismo”. Y este se remonta al Poema de Mío Cid. Sus huellas nos conducen a La Celestina, a la novela picaresca… Es decir, a la literatura seria. Esta tesis tiene varios inconvenientes. ¿Qué hacemos con el episodio de león del cantar de gesta? ¿Y con el conjuro satánico de la alcahueta, que roba la voluntad de la joven Melibea? ¿Y con el Diablo Cojuelo que guía a don Cleofás por el apicarado Madrid de mediados del siglo XVII? ¿Y con las lentes mágicas de Los anteojos de mejor vista, que nos desvelan la realidad que oculta la Sevilla barroca? ¿Y con el diálogo que mantienen, en la laguna Estigia, Mercurio y Carón sobre la Iglesia y la política imperial? ¿Y con los Sueños de Quevedo? ¿Y con los endriagos que tratan de acabar con Amadís? ¿Y con las fantástcas islas sumergidas del Caballero Zifar? Tampoco parecen muy realistas, que digamos, los Milagros de nuestra señora… Ni el célebre Lázaro-atún de 1555, ni el anónimo Diálogo de las transformaciones de Pitágoras, ni el Coloquio de los perros, ni el Diálogo entre la cabeza y la gorra, ni la Cárcel de amor, ni El estudiante de Salamanca, ni las Leyendas que recogió Gustavo Adolfo Bécquer, ni el Laberinto de Fortuna con sus ruedas girantes en donde pueden verse el pasado, el presente y el futuro… Y seguimos hasta que digáis. 

 

Va a ser que nuestra literatura es mucho más rica e imaginativa de lo que nos cuentan. Basta con estudiarla, con leerla. Con acercarse a ella sin prejuicios.

 

Artigue se asoma con sus novelas a esa “tradición de la ruptura” (Octavio Paz), de “cometido liberador”; que tanto se desprecia y se ignora en según qué círculos. Ficción para multitudes es un crisol que mezcla distintos elementos: la lírica de Dante, la narrativa de K. Dick, el diálogo erasmista de Alfonso de Valdés, el cómic americano, la novela gráfica de Joe Sacco o la literatura pulp.

 

Su novela, decía, se ubica en el otro mundo. Como el Quevedo del Sueño del infierno o el Alfonso de Valdés del Diálogo de Mercurio y Carón, Artigue trata de imaginarse “el otro barrio”. El libro carece de trama. Se construye a través de los diálogos que Nathaniel Mortimer sostiene con dos personajes que lo acompañan en su periplo ultraterrenal. La obra está más cerca del ensayo que de la novela. Gracias a estas conversaciones, el autor leonés defiende su poética y lanza una salva a favor de los escritores frikis, esto es: heterodoxos, revolucionarios, imaginativos, amantes de la búsqueda constante y libres en sus planteamientos estéticos e ideológicos; de la talla de Cervantes, Erasmo, Dante o del cicerone que guía a Nathaniel por el averno: Phil K. Dick.

 

Como es habitual en las obras de Artigue, no falta el apunte psicoanalítico. En esta ocasión, se dirige a los autores de tebeos, cómics y novelas gráficas. Luis indaga en los traumas que impulsan a un guionista y dibujante a la representación de escenas tétricas; reflejo del horror que lo sacude por dentro y que trata de evocar en sus lectores. Y es que Nathan se ha especializado en la fantasía oscura. A lo Neil Gaiman. El papel de terapeuta lo realiza el ángel encargado del triaje de almas en el mismo infierno.

 

También encontramos en Ficción para multitudes la crítica política a la que nos tiene acostumbrados su corrosivo autor. Así como su ingenioso sarcasmo.

 

El libro nos actualiza la Divina comedia, la saca de la estantería y la pone en medio de la calle para desacralizarla, para que nos apropiemos de ella, para recordarnos que los clásicos aún se comunican con nosotros. Me encanta el final de la novela. Artigue nos explica las razones que llevaron a Dante a la escritura de su obra inmortal: la añoranza de su tierra por causa del exilio. El infierno es la pérdida de la felicidad.

 

viernes, 3 de marzo de 2023

Foto de familia

 



Esto de la foto de familia cada vez se me complica más, por la falta de espacio.  Como quiera que sea, en estos 26 años he publicado 21 libros de diferentes géneros: poesía, narrativa, ensayo, traducción y antologías. Escribo para adultos, adolescentes y niños. Y tengo la suerte de contar con el apoyo de los lectores y de la crítica. Gracias a todos por acompañarme año tras año, libro a libro. Vosotros sois quienes dais sentido a todo esto.



viernes, 24 de febrero de 2023

Familias con duende


 

El colegio de mis hijos se encuentra próximo al popular Barrio de las Letras. Y da la casualidad de que varias de las familias que tenemos a nuestros vástagos estudiando allí nos dedicamos, de una u otra forma, al arte y al espectáculo. Puesto que además de esa fantástica coincidencia resulta que ahora mismo todas estamos de estreno, no me resisto a dejar constancia por aquí de nuestras nuevas obras.


TEATRO

*Fosa. Memoria de un amor. En la sala Nuevo montacargas. Fechas 24 y 25 de febrero.  Dramaturgia: Alberto Iglesias. Intérpretes: Nuria García Ruiz y Pablo Rivero. Entradas en taquilla. 15 euros. Calle Antillón, 19. Puerta del Ángel.


*El hombre probable. En la sala de teatro Bululú. Estreno el 4 de marzo. Autor: Juan Pablo Heras. Venta de entradas en: https://www.atrapalo.com/entradas/el-hombre-probable_e4889597/fecha-04-03-2023/ . 15 euros.


*Los nadadores diurnos (salón de belleza). En el Matadero. Montaje: Eduardo Moreno. Venta de entradas: https://www.teatroespanol.es/los-nadadores-diurnos


NARRATIVA

*La sirena que no sabía nadar. Autora: Ariadna G. García. Publica Lastura. Formato: álbum ilustrado. 28 páginas. 15 euros. Venta:  https://lasturaediciones.com/product/la-sirena-que-no-sabia-nadar/



jueves, 23 de febrero de 2023

Hat-Trick


 

En los últimos seis años he publicado tres libros que se enmarcan en la literatura infanto-juvenil, por la que siento una debilidad especial, ya sea como lectora o como escritora. He de confesar que el camino está siento difícil, pero sigo maravillada por el pequeño milagro que supone ver tus obras editadas con el cuidado y el primor que reciben las mías. 

La verdad es que echo en falta la convocatoria de premios de poesía no ya para primeros lectores (hay tres concursos destinados a este fin: Luna de aire, Ciudad de Orihuela y El Príncipe Preguntón), sino para un público algo mayor, de edades comprendidas entre los 10 y los 14. No hay nada. Un páramo. Y sin embargo, las editoriales SM, Anaya o Edebé sí que convocan anualmente premios de novela infantil (Barco de vapor) o juvenil (Alandar, Edebé, Gran Angular). La verdad es que me pregunto porqué no interesa que nuestros estudiantes de 4º de primaria a 2º de la ESO lean poesía actual destinada a ellos. ¿Pueden leer Harry Potter, pero sus neuronas colapsan si les damos algo más que los versos infantiles de Gloria Fuertes, Federico o Alberti? ¿Se pueden enfrentar a temas como la muerte, la pérdida de los padres, la existencia del mal, la traición... pero sólo en gruesos libros en prosa de más de 600 páginas? ¿Queremos que lean poesía en la ESO pasando, sin solución de continuidad, de "El lagarto está llorando" al "Mester traigo fermoso non es de joglaría"? Hay un hueco que las editoriales vienen ignorando desde hace años. El alumnado no lee poesía porque no se les ofrecen libros indicados para sus edades, que hablen con su lenguaje y que aborden los temas de tu tiempo o de su interés, que les pongan un espejo en el que mirarse para conocerse y comprenderse. Se les priva de la poesía justo cuando es más necesaria, en el tránsito del niño/a que son al joven que serán. Harry Potter habla de esto, y les fascina. A ellos les apasiona la aventura, así como el motivo de la identidad, tema poético por excelencia. Démosles poemas con los que emocionarlos, que les abran ventanas, que les hagan cuestionarse el mundo y a sí mismos, que les ofrezca modelos con los que inspirarse. 

Precisamente sobre eso trata de mi primer libro LIJ: Las noches de Ugglebo. Lo presenté a dos de los concursos citados anteriormente, sin éxito alguno. Pero a la tercera fue la vencida. Cuál no sería mi asombro al recibir la llamada de la Consejería de Educación de la Diputación de Granada para comunicarme que me había alzado, por unanimidad, con El Príncipe Preguntón; porque Ugglebo no es una obra infantil, sino juvenil, ideal para 1º y 2º de la ESO. Me quedé perpleja y entusiasmada. Por fin me había colado por la grieta que todo el mundo ignora. 

Mi libro es una fábula en verso, ecológica y distópica. Narra el viaje iniciático de un joven búho que lucha por defender su identidad frente a las pretensiones familiares, y que quiere investigar qué peligros amenazan su mundo, una isla en Finlandia.

Las noches de Ugglebo no deja de darme alegrías. Sé que se lee en los institutos, que a los chicos y chicas les encanta. Todos los años doy alguna conferencia invitada por el MEC. El Cultural publicó una reseña bastante elogiosa. Pero... ay...  siguen sin publicarse libros en esa línea. Y lo peor, siguen sin publicármelos a mí... 

¡En marcha! Tuve la suerte de que me lo editasen en Colombia, gracias a Corazón de mango. En esta ocasión, el poemario consta de 27 poemas independientes, localizados en una ciudad o país distinto. Salió en un momento crítico, en que la mayoría de naciones todavía tenían bastantes restricciones a la movilidad a consecuencia de la pandemia. Cada texto ofrece a los jóvenes (de 9 a 11 años) la posibilidad de romper los límites de su realidad y de desconfinar su mirada. 

Y así llegamos al final del viaje, al menos, por el momento. Mi libro más reciente, La sirena que no sabía nadar (Lastura, 2022), sí está dirigido a primeros lectores (a partir de 6 años). En esta ocasión, es un cuento en prosa que narra una historia de superación. Habla sobre el aprendizaje en equipo, la amistad, la lucha contra los prejuicios, la curiosidad y el cuidado de nuestros mares.

Acabo con un merecido elogio hacia las ilustradoras que han dado vida, con su enorme talento, a mis personajes y escenarios: Susana Román, Paola Sierra y Nayara Rosario. Sus dibujos potencian mis imágenes.

Y, por supuesto, hacia a la Diputación de Granada, Corazón de mango y Lastura.

        

 

       

    

martes, 21 de febrero de 2023

Una sirena que no se rinde

 


Acaba de salir de imprenta mi nuevo libro LIJ, La sirena que no sabía nadar, de la mano de Lastura, dentro de la colección "Fosforita". Las ilustraciones corren a cargo de Nayara Rosario. La verdad es que no puedo estar más feliz. Es un gusto trabajar con Nayara y en cuanto a Lastura, sólo puedo tener para ella palabras de agradecimiento. Lidia y Ana se han volcado en el libro y el resultado es inmejorable.

El libro ha salido en formato grande y en tapa dura. En cuanto a sus orígenes, la historia nació en una playa de Bueu y cuenta un relato de superación. La idea se nos ocurrió a Ruth Guajardo y a mí de manera improvisada en julio de 2011, pero no fue hasta marzo del año siguiente cuando me puse a escribir el texto. Quiero recordar aquí que el curso 2011-2012 me lo pasé en el paro debido a los recortes en Educación que realizó la consejería de Lucía Figar. No obstante, para mí el subsidio de desempleo fue una especie de beca estatal a la creación literaria (bastante provechosa, por cierto). Me entregué en cuerpo y alma a mi poemario La Guerra de Invierno (futuro premio Internacional de Poesía Miguel Hernández-Comunidad Valenciana. Hiperión, 2013), a mi novela Inercia (Baile del Sol, 2014) y a mi primera obra narrativa infantil, La sirena que no sabía nadar (Lastura, 2022)

Poco puedo decir sobre el contenido del libro, porque apenas tiene 26 páginas. Pero os adelanto que explora valores como la tenacidad, el trabajo en equipo, la defensa ecológica del planeta y la confianza en el otro (o lo que es lo mismo, la lucha contra los prejuicios que nos impiden entregarnos o confiar en alguien diferente).

No quiero acabar esta entrada sin dirigirme a aquellos colegas del gremio que tienen un manuscrito en un cajón de casa, del que poco o nada esperan. Sé lo que supone llamar a puertas que no se abren, lo he padecido en más de una ocasión. Pero al final siempre hay una que te recibe con el cariño y la pasión que tú inviertes y pones en tus libros. Sólo es cuestión de tiempo. De paciencia y de confianza.

 

martes, 14 de febrero de 2023

Tres deseos

Tres deseos, Amalia Bautista. Renacimiento. 2006.

 

 

El presente volumen recoge los cuatro primeros poemarios de su autora: Cárcel de amor (1988), Cuéntamelo otra vez (1999), Estoy ausente (2004) y Pecados (2005). El tomo se cierra con la sección “Otros poemas” pertenecientes al libro en que Amalia Bautista estaba trabajando al publicar el libro.

 

El leitmotive de estas páginas es el amor. Un amor apasionado, desgarrador, efímero y prohibido que se va modulando en cada entrega.

 

En Cárcel de amor lo autora retoma motivos provenzales: la locura que padece quien ama, la pérdida del albedrío. El sujeto que enuncia clama contra el aburrimiento que le producen los amantes previsibles y las situaciones anodinas. Ansía las experiencias excitantes o los felices sobresaltos que le ofrecen otros, pese a arriesgarse a que estos amores se vuelvan imposibles. Muchos de los textos se construyen asumiendo la voz de personajes femeninos bíblicos, mitológicos o históricos.

 

Cuéntamelo otra vez retoma las alusiones culturales y los temas citados. No obstante, introduce un motivo novedoso: las hijas. No faltan tampoco las reflexiones generales sobre la existencia. Bautista aborda ambos asuntos en el espléndido poema “Al cabo”:

 

Al cabo, son muy pocas las palabras

que de verdad nos duelen, y muy pocas

las que consiguen alegrar el alma.

Y son también muy pocas las personas

que mueven nuestro corazón, y menos

aún las que lo mueven mucho tiempo.

Al cabo, son poquísimas las cosas

que de verdad importan en la vida:

poder querer a alguien, que nos quieran

y no morir después que nuestros hijos.

 

 

La melancolía, la tristeza y la desesperanza anidan en Estoy ausente. La vivencia del amor se torna una calle cortada: “Si ya sabemos ambos que ni puedo/ ni puedes hacer nada”. Sólo queda el recuerdo de lo que ya no puede prolongarse: “Y tú tan lejos/ y tan dentro de mí”; y el agradecimiento por los dones recibidos: “Tú, que me diste todo, palabras al silencio,/ tacto a mi piel, asombro a mi mirada,/ calor y luz y fuerza y esperanza”. Los amantes se reencuentran en sueños, pero en la vida real sus vidas no convergen: “Hay alguien en el mundo, no sé dónde,/ o sí lo sé,/ pero mejor lo olvido…”. Si Juana Inés de la Cruz, en el siglo XVII, se cansaba de esperar “lo que no puede esperarse” (el amor de la virreina, la consumación del deseo), el sujeto que enuncia en estos versos siente el mismo desgarro: “¿Hasta cuándo instalada en el esperanza/ de los que nada esperan? [...] ¿Hasta cuándo sin ti? ¿Hasta cuándo con otros?”.    

 

Los textos de Pecados insisten en los mismos temas a propósito de los pecados capitales.

 

La sección de inéditos recoge algunos de los mejores textos del volumen. Me refiero a los magníficos “Ida y vuelta”, “Brindis”, “El puente” y “La torre”. Se trata de poemas que, pese a que reconozcan la existencia de un obstáculo que impide el amor, incitan a entregarse a su vivencia.

 

Tres deseos nos da buena cuenta del estilo inconfundible de Amalia Bautista: el ritmo perfecto, la precisión afectiva, las alusiones culturales, la suave ironía, los finales rotundos, la rica ambientación de cada texto y la claridad formal.

 

Para tenerlo en casa.

 

 

lunes, 6 de febrero de 2023

Próximos eventos


 

Marzo:

21. Fallamos el premio "Hiperión" de Poesía.

 

Abril.

14. Conferencia sobre Las noches de Ugglebo en el IES "Lope de Vega", Madrid, dentro del programa del MEC: "Encuentros con autor".


miércoles, 1 de febrero de 2023

El desierto de los tártaros


El desierto de los tártaros, Dino Buzzati. Alianza editorial. 1ª ed. 1976. 8ª reimpresión, 2022. 267 págs.

 

 

Que la vida iba en serio

uno lo empieza a comprender más tarde

-como todos los jóvenes, yo vine

a llevarme la vida por delante.

 

 

Estos versos de “Nunca volveré a ser joven”, perteneciente al libro Poemas póstumos, de Jaime Gil de Biedma (1968), resumen a la perfección el anhelo vital de Drogo, el protagonista de la excelente novela El desierto de los tártaros.

 

Teniente de profesión, Drogo se siente a los 24 años en la víspera de una maravillosa carrera militar trufada de éxitos, en el amanecer de una vida llena de aventuras bélicas y sentimentales. Con un espíritu abierto a la novedad, deja la casa materna y cabalga hacia su destino: la Fortaleza Bastiani, situada en la frontera con el reino del Norte. Sin embargo, pronto le decepciona el estado de abandono del bastión. Su enclave, en un desfiladero rocoso y solitario frente a un desolado desierto, tampoco le presagia el cumplimiento de su sueño de gloria. Y pese a ello, decide quedarse un tiempo. Poco. No es cuestión de consumir sus mejores años vigilando una frontera que no le importa a nadie. Pero, por otro lado, teme renunciar al puesto justo en el instante en el que se declare la guerra que tanto le ilusiona. Al fin y al cabo, ¿qué hay de malo en esperar unos meses? ¿Por qué precipitarse? ¿Qué prisa tiene? ¿Y si su suerte cambia en el futuro?

 

 

…la primera juventud, un camino que de niño parece infinito, por el que los años discurren lentos, de modo que nadie nota su marcha. Se camina plácidamente, mirando con curiosidad alrededor, no hay ninguna necesidad de apresurarse…

 

 

El gran tema del libro es el tiempo. O para ser más precisos: el tempus fugit. Cada uno de nosotros dispone de un número limitado de días sobre la tierra. Tenemos un plazo para sacar partido a nuestra estancia. En nuestra mano está perseguir nuestras metas o esperarlas. Ser activos o pasivos, ambiciosos o acomodados, luchadores o resignados. De nuestras decisiones depende que acabemos el día como nos aconsejan los filósofos epicúreos, saboreando el vino de nuestros deseos satisfechos (Horacio). O justo lo contrario, lamentando las oportunidades de felicidad perdidas y de plenitud existencial desaprovechadas. 

 

El libro nos interpela. Nos coge de las solapas y nos zarandea para que despertemos a la realidad.

 

 

Pero ha pasado el tiempo

y la verdad desagradable asoma…

 

 

 

Drogo es un modelo por reacción. Un personaje que encarna la actitud a evitar. Un hombre que no vive en el presente, que malgasta su tiempo pensando en el futuro, cuando este, en realidad, no existe, es una ensoñación, un paisaje de niebla. Lo mismo que el pasado. Los epicúreos nos exhortan a vivir el instante. Sólo en el hoy podemos ser felices.

 

A los 54 años, Drogo sigue estancado en la Fortaleza. Ahora es comandante. Su vida no es un sueño, sino una pesadilla. Pues no hay nada más terrorífico que el tedio y el aburrimiento, que carecer de ilusiones y de esperanzas, que comprender que la espera ha sido en vano y que los últimos granos de arena ya descienden a prisa por el reloj, sin posibilidad alguna de retorno.

 

 

… envejecer, morir,

es el único argumento de la obra.

 

 

El desierto de los tártaros nos escribe la existencia estoica de cientos de soldados sin energía para vencer la inercia, la monotonía que los imanta a Bastiani, y ser, así, los dueños de su propio destino. Pero el ideario que impulsó a Buzzati la escritura de su novela es epicúreo. Late en sus páginas un corazón oculto que nos llama a romper las cadenas que aprisionan nuestro albedrío.

 

No es necesario tener siete vidas, como los gatos, para salir de nuestra zona de confort y aventuarnos por un terreno inhóspito, para ser osados, para arriesgarnos.

 

Con una bien vivida, basta.

 

miércoles, 18 de enero de 2023

Exposición de Bores, en la "Resi"

 

Me hago eco de la exposición que anuncia la Residencia de Estudiantes por medio de su responsable de prensa.

 

"El martes 20 de diciembre de 2022 se inauguró la exposición Bores Madrid-París (1898-1972) organizada por la Residencia de Estudiantes, cuando se cumplen cincuenta años de la muerte del artista Francisco Bores.

La muestra, comisariada por Genoveva Tusell, profesora del Departamento de Historia del Arte de la Universidad Nacional de Educación a Distancia y Doctora en Historia del Arte, recorre la trayectoria artística de Francisco Bores desde sus inicios en Madrid en la década de1920 y su producción de madurez, ya instalado en Francia, hasta su fallecimiento en 1972.

Durante la visita a los medios, la comisaria Genoveva Tusell, durante su recorrido por la exposición, ha destacado diferentes aspectos. En las primeras salas se presta especial atención a su etapa de juventud en Madrid. En los años veinte, Bores está inmerso en el ambiente artístico y literario de la Vanguardia. Bores entabla amistad con Gómez de la Serna, Lorca o Bergamin, a los que también retrata. Una de las salas está dedicada al Ultraismo, presidido por el retrato de Guillermo de Torre, y en ella se exhiben los grabados en madera realizados por Bores ente 1923 y 1924, que sirvieron para ilustrar las revistas ultraístas. La exposición  presta especial atención a la primera exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos, mostrando parte de las obras de Bores que allí se exhibieron. En 1925, Bores se estableció en París y se interesó por el cubismo y el surrealismo. La obra de Bores no puede adscribirse a una escuela o movimiento, pues el artista supo desarrollar un estilo propio e inconfundible. La luz inundó sus telas, destacando la presencia del color en muy variadas gamas cromáticas. Bores ha terminado convirtiéndose en uno de los más importantes y singulares artistas de la pintura española Contemporánea.



La exposición cuenta con más de un centenar de obras de Bores entre óleos, dibujos y grabados, acompañadas de las de otros artistas que coincidieron con él en la vanguardia madrileña como Benjamín Palencia, Alberto Sánchez, Roberto Fernández Balbuena, José Moreno Villa o Gabriel García Maroto. Se ha contado con la colaboración de instituciones como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid o la Biblioteca Nacional de España, así como con colecciones particulares y los fondos de la propia Residencia de Estudiantes, que atesora una amplia colección de dibujos, grabados e ilustraciones de su primera época.

Bores. Madrid-París (1898-1972), constituye una ocasión inmejorable para revisar la producción artística de uno de los artistas más destacados de la pintura española contemporánea a través de unas obras que raramente están a disposición del público

La muestra que se abrió al público el miércoles 21 de diciembre de 2022, podrá verse en la Residencia de Estudiantes hasta el 16 de abril de 2023."

 

domingo, 15 de enero de 2023

En el programa Página 2 de RTVE

 

Casa natal de Miguel Hernández. Orihuela. 2013

Por fin, tras buscarlo un tiempo, encuentro el programa de Página 2 en donde se nos entrevista a Francisco José Martínez Morán, Juan Marqués y a mí, en la Residencia de Estudiantes, a propósito del panorama poético juvenil. 

El programa se emitió hace trece años, en diciembre de 2009.  

Lo tenéis aquí, a partir del minuto 3: https://www.rtve.es/play/videos/pagina-dos/pagina-2-antonio-munoz-molina-alberto-san-juan/648662/

¡Nunca es tarde si la dicha es buena!


miércoles, 11 de enero de 2023

En homenaje a Simic y Uriz

 


El pasado 9 de enero falleció el poeta Charles Simic, célebre poeta de origen serbio y nacionalidad estadounidense. Recibió el premio Pulitzer por su poemario El mundo no se acaba. Recupero ahora la reseña que le dediqué, y que fue publicada por la revista Culturamas el 4 de abril de 2013. 


https://www.culturamas.es/2013/04/04/el-mundo-no-se-acaba/


Y ayer, 10 de enero, nos dejó un traductor imprescindible: Francisco J. Uriz. Dejo por aquí mi reseña de su imponente traducción del poemario Alfabeto, de la escritora danesa Inger Christensen, publicada por La tormenta en un vaso el 17 de marzo de 2015.

http://latormentaenunvaso.blogspot.com/2015/03/alfabeto-inger-christensen.html 


Descansen en paz.


jueves, 5 de enero de 2023

En el fondo del valle ha muerto Jorge Riechmann

 

Hace unas semanas estuve en Cercedilla (sierra de Guadarrama), en la presentación del nuevo poemario de mi querido Jorge Riechmann (acompañado por Ana Pérez Cañamares).

 

Dejo aquí mi reseña.

 

 

 

 

 

 

En el fondo del valle ha muerto Jorge Riechmann, Baile del sol. 2022. 170 páginas.

 

 

 

 

 

 

En 2018 comenzaba Riechmann la que, de momento, es su última etapa creativa. El arco abarca desde Ars Nesciendi a En el fondo del valle ha muerto Jorge Riechmann. Con aquel título, sus poemas se abrieron a la entusiasta contemplación de la naturaleza. Y en consonancia con ese disfrute de lo menudo, su estilo avanzó hacia la lírica de corte tradicional (encontramos soleás, coplas, redondillas) y el haiku japonés. Su libro más reciente sigue explorando territorios. Se trata de una praeparatio ad mortem en toda regla. Él mismo lo anuncia en un par de versos: “Pero algunos hemos venido/ al fondo de este valle para aprender a morir”. Mucho tiene su ideario vital de retiro ascético. A menudo resuenan por debajo de sus palabras las de Marco Aurelio, el célebre filósofo y emperador estoico. Ambos nos invitan a la vida pacífica, alegre y serena; ambos nos recuerdan que los humanos formamos parte del mundo y que debemos amarlo. Jorge, como Andrés García Cerdán, Rubén Martín Díaz, Juan Antonio González Iglesias e incluso yo misma, pone la naturaleza en el centro de su obra, recuperando así el pensamiento de los antiguos poetas mediterráneos. A veces con humor (“Allá en lo alto /la majestad del buitre/ y yo sonándome”) y, en otras ocasiones, con tono grave (“Pero si hay que morir,/ una almohada de musgo/ con rumor de agua”), la mirada de Riechmann celebra la existencia de los reinos animal y vegetal. Ellos serán quienes hereden la Tierra en el momento en que se produzca el colapso de nuestra civilización. Y es que el espíritu del libro se anima con dos movimientos, uno epicúreo que agradece nuestro pequeño paso por el mundo; y otro, decía antes, claramente estoico: de recogimiento interior. El goce del instante y la renuncia al consumo (al derroche, a la persecución de deseos vanos) son dos caras de la misma moneda, que Riechmann heredera, entre otros, de fray Luis y de Horacio.

 

Vida y muerte se alternan en el libro. En la “nota previa”, su autor nos anuncia los tres tipos de pérdidas que el lector va a encontrarse: la propia, la de los seres queridos y la de nuestras sociedades sustentadas por los combustibles fósiles. Emocionan los cinco homenajes a Guadalupe Grande, al tío del autor (de nombre homónimo), a su abuelo materno (Vicente Fernández), a Anita y a José Luis Porcuna.

 

En un momento de crisis como el nuestro, toca mirar atrás para analizar las propuestas filosóficas que se han realizado en otros periodos de la Historia. En el libro que nos ocupa vemos el diálogo de Jorge Riechmann con las escuelas y corrientes de la Grecia helenística. Son varias las respuestas que los pensadores de entonces ofrecieron a sus coetáneos para sobrellevar los cambios de su tiempo. Vamos a repasarlas siguiendo la propuesta de Ignacio Pajón.

 

Los epicúreos ponían el remedio en la amistad, en los fuertes vínculos que creaban un tejido que eliminaba el miedo. Jorge lo retoma en versos como estos que siguen: “Y compartiendo poemas y otros regalos/ esperar al final”.

 

Los estoicos apelaban a la capacidad de aguante para sobreponernos a las viscisitudes del destino. Leemos en el poemario que nos ocupa: “Cuanto más pronto asumamos nuestra situación y nos percatemos de que nada podemos hacer para salvarnos, antes lograremos emprender la difícil tarea de adaptarnos, con humildad mortal, a nuestra nueva realidad”.

 

Los cínicos denunciaban los falsos valores que guiaban las conductas de los humanos, como son la ambición económica y de poder. Creían que las convenciones sociales se podían cambiar, que las cosas se podían hacer de otra manera. Riechmann, bien es verdad que con mucho menos fuelle que en libros anteriores, aún nos invita a que nos transformemos, a que emprendamos un cambio de paradigma para salvar la especie y el planeta: “Crisis ecológico-social: a ver si nos enteramos, la cosa no va de pasar una ola de calor de vez en cuando. Va de morir de hambre en un mundo progresivamente inhabitable […] Podemos reaccionar para evitar los peores escenarios infernales; pero eso significa que casi nada puede seguir siendo como ha sido”.

 

Al final, todas las respuestas se reducen a una: “Otro valor no existe que el amor”.

 

Que no nos falte.