sábado, 31 de mayo de 2025

Un poema de Adamar

 


 

Sentido

 

 

 

 

 

 

 

Ascienden por el aire

las risas de mis hijos

como fulgor que une lo disperso,

lo que olvidé, los huecos, las ausencias.

Regresa a mí la paz.

El niño corre

a fundar la materia de su mundo.

Amanece en su sangre

la plenitud. La niña abre sus alas

con el vuelo de los pájaros.

Respira cielo, habita en las alturas.

Mis hijos son maestros del presente.

Todo es urgencia, ahora, puro instante.

Ignoran los conceptos

por los que supuramos siendo adultos:

clausura, desenlace. En sus ojos

palpitan el asombro

ante la realidad

y ante el descubrimiento de sus logros:

ponerse en pie, dar pasos,

correr, saltar, hablar.

 

Hoy el tiempo se ensancha

porque tengo un proyecto

que encadena mis días,

y da sentido al bosque que atravieso.

 

 

 

domingo, 25 de mayo de 2025

Feria del Libro de Madrid 2025



Dejo por aquí las fechas de mi participación en la Feria del Libro de Madrid:


* Sábado 31 de mayo. Firma de ejemplares de Adamar. Caseta de la editorial Pre-Textos. De 12:00 a 14:00.






* Jueves 5 de junio. Charlo con Ismael Martínez Biurrun sobre "Narrativas del colapso". Dentro del marco del evento Sui Generis que tendrá lugar en el Pabellón de la Comunidad de Madrid instalado en la feria. De 18:00 a 18:30.  




sábado, 24 de mayo de 2025

Presento Tránsil

 




El próximo 27 de mayo, en el teatro Muñoz Seca, participo en la gala de celebración del 40ª aniversario de los Premios Hiperión de Poesía, así como presento el último libro galardonado: Tránsil, escrito por Nicolás Mateos Frühbeck. 


Nos vemos allí. 



jueves, 15 de mayo de 2025

Adamar, en El Diario Montañés.

 


El pasado 4 de abril salía en El Diario Montañés una muy buena reseña de mi último poemario, Adamar (Pre-Textos, 2025). La firma el crítico y poeta Carlos Alcorta. Os la dejo en el siguiente enlace:

https://www.eldiariomontanes.es/culturas/sotileza/nuevas-formas-existencia-20250411181109-nt.html



Muy agradecida.



lunes, 12 de mayo de 2025

Adamar, en Turia

 


A la espera de la reseña en papel, la Revista Turia recomienda hoy en redes mi poemario Adamar. 


Os dejo aquí el enlace:


https://www.facebook.com/pages/Revista-Turia/373833962736088


¡Seguimos!


sábado, 10 de mayo de 2025

Los árboles caídos también son el bosque



Los árboles caídos también son el bosque es un volumen que recoge once relatos. Aunque su escritura finalizó en  2015, no fue publicado hasta 2024. Este libro forma una trilogía con las obras El sol mueve las sombras de las cosas quietas (2019, editado también en el 2024) y La paciencia del agua sobre cada piedra (que salió de imprenta en 2023). Es decir, hablamos de una escritora que, pese a que se hacía de rogar el viento de las mesas de novedades, no cejaba en su quehacer literario y, brújula en mano, se dirigía al Norte, confiando en llegar a su destino antes o después.

Lo primero que sorprende de esta colección de cuentos es su estilo. En efecto, los párrafos son breves; las oraciones, cortas: pura pincelada. Alejandra Kamiya, argentina de origen japonés, ha escrito un libro lírico, sugestivo y evocador. La autora nos recuerda que existe la belleza incluso en lo macabro: la guerra, la soledad, el abuso, la violencia, la muerte. Sus textos están traspasados por el amor. Con qué delicadeza relata el vínculo con el hijo, con el padre, con la amiga del alma, con la vecina anónima… Pese a la simpicidad de sus argumentos, estos relatos emocionan por la sinceridad que desprenden. De vez en cuando se cuelan entre las líneas versos de poetas (“alguien dijo que hay que mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos”; de otra Alejandra: Pizarnik), así como obsesiones de otras protagonistas que tienen hijos. Es el caso del cuento “Breves como un trébol”, donde un bebé de 24 meses, sólo en el centro de un corral, es atacado por una oveja, frente a la mirada de una madre que se encuentra al otro lado de la alambrada: “Lo veo y siento miedo. Una aguja de miedo. Es algo que ha nacido en mí junto con él, este miedo. Un miedo tan real que puedo tocarlo, como toco este alambre. Tiene púas”, que recuerda al relato Distancia de rescate, de Samanta Schweblin. Si nos fijamos en la cita anterior, apreciamos la musicalidad de sus palabras. Escondidos, ralentizando el ritmo de una madre que no puede llegar hasta su hijo, se esconden versos alejandrinos, terriblemente lentos y angustiosos: Lo veo y siento miedo. Una aguja de miedo. / Es algo que ha nacido en mí junto con él. / Un miedo tan real… De donde se desprende que Kamiya domina a la perfección la técnica de su oficio.

 

Los árboles caídos también son el bosque es un libro altamente recomendable, poético, sutil, que habla de asuntos que sentimos como propios: el sentido de la vida, el desarraigo, la pérdida o la fuerza para salir adelante. No conocía la editorial, Eterna Cadencia, que ha editado un volumen precioso. No lo dejen pasar.

 

 

domingo, 4 de mayo de 2025

Adamar, en los Cuadernos del Sur


 

Alejandro López-Andrada firma una extraordinaria reseña de mi último poemario, Adamar (Pre-Textos, 2025). Ha salido en el suplemento cultural de El diario de Córdoba: Cuadernos del Sur. Os dejo por aquí algunas citas. Tdavía estoy reponiéndome de la emoción: 

 "deliciosa poesía para romper la capa de penumbra que envuelve el mundo que habitamos. Estamos, por tanto, ante un libro magistral, donde no sabra nada ni tampoco falta nada". 

 "La poesía que escribe desde algunos años Ariadna G. García está recogida en libros memorables como, por ejemplo, Apátrida (2005), La Guerra de Invierno (2013) o Ciudad sumergida (2018) [...] es en este Adamar donde alcanza su cénit, su imponente madurez, distinguiéndola como una de las voces más serenas, valiosas e imprescindibles de la poesía española contemporánea".

"Y es su voz pecular, su tono poético encendido por un resplandor fluvial, caleidoscópico, que todo lo abarca y difunde al mismo tiempo lo que la ha convertido en una poeta aquilatada, dueña de un universo lírico distinto al de otras voces de su generación". 

"un conjunto abundoso en instantes líricos magnéticos que nos atan los ojos, el alma, el corazón a un volumen poético escrito con solvencia, en estado de gracia,  colmado de ternura, amor y respeto a la Naturaleza".

La gratitud que siento no puedan evocarla estas palabras.


 

 

sábado, 3 de mayo de 2025

Los días perfectos


Los días perfectos, Jacobo Bergareche. Libros del Asteroide. 2024.

 

Escribía Albert Camus: “La peor desdicha / no es no ser amado / sino no amar”. El estado de enamoramiento eleva la vida por encima de las brumas diarias. Alienta, perfecciona, impulsa. La correspondencia es un milagro, pero no es necesaria. Sí lo es, en cambio, que esa persona amada esté en tu vida; que te permita ser ese sujeto dichoso que respira dentro de ti, que celebra cada día nuevo porque sabe que la razón de su existencia también lo celebra como parte de la suya, aunque esté en las antípodas de su amor romántico. Escribía Garcilaso de la Vega: “Lo amaba, mas no como él pensaba”. Pero ese amor puede ser suficiente si se aceptan los límites. Pedro Salinas gozó de una amante en su vida, y al perderla, también se perdió él. Cuando desapareció la causa de su alegría, se quedó sin su voz. El poeta murió dentro de sí, al ver morir un sol en sus entrañas. Por eso duelen las palabras del protagonista de Los días perfectos: “lo que de verdad temo perder es la posibilidad de ser la persona que estaba enamorada de ti, esa persona que puede hacer, decir y sentir las cosas que hace, dice y siente una persona enamorada”.

 

La novela narra la relación amorosa que mantiene Luis con la destinataria de su carta, Camila. La misiva es un largo flashback donde se rememora un amor ya pasado. Quizás amor sea una palabra demasiado grande. Se trata más bien de una pasión que barre la monotonía instalada en el corazón de ambos: dos personas maduras y casadas que se ven, por razones de trabajo, en una convención que tiene lugar sólo una vez al año. El libro da cuenta de la ilusión renacida que sienten, del impulso sexual que los hace temblar como terremotos, de las ganas de conquista, de los nervios, de lo loca alegría que produce la conexión intelectual y física con alguien nuevo. La promesa de encuentros futuros sacude el tedio presente. Y no obstante, ya desde las primeras páginas, Luis se lamenta de la condición caduca del enamoramiento: “yo también tuve esas vísperas con Paula”. Los días perfectos nos hace reflexionar sobre lo volátil de la pasión, y sobre qué signfica y dónde se encuentra la felicidad en pareja. Pienso en Salinas, en tantos escritores que tuvieron amantes y vieron estallar la pompa que los ascendía hacia una dicha suprema, pero enormemente frágil. Ni Luis ni Camila se amaron de verdad, se disfrutaron. Sin duda, eso es maravilloso, pero inestable y provisional. El miedo y la culpa son sus enemigos. Escribe Jorge Riechmann: “Enamorarse / es una especie de catástrofe natural / Pero amar es / un arte”. La novela, en ese sentido, es pesismista. Describe el amor de los amantes como un fuego condenado a extinguirse; camino que recorre también el del matrimonio. Con todo, a Luis le compensa esa pasión caduca: “a cambio me queda este dolor tan real y tan físico… y con gusto lo acojo dentro de mí”. Casi escuchamos detrás a don Miguel de Unamuno: “Mejor que no el vacío tu tormento”. Al final de la novela lo compadecemos. El amor en su casa se ha vuelto un páramo. Dice a su esposa: “hemos olvidado cómo hacer juntos un día perfecto”. La epístola que la dirige es hermosa y triste. Siente que su matrimonio está hundido, que la efervescencia se ha difuminado. Y eso, para él, representa un problema. Sus dudas se trasladan al lector: ¿Tendrá arreglo la situación? ¿Se puede reflotar su matrimonio? ¿Y qué lo reflota? ¿El sexo? Desde luego, un matrimonio es mucho más. El amor de una pareja con hijos que comparte casa, como es la suya, exige mucho músculo, así como altas dosis de comprensión y ternura. Bergareche nos recuerda que en pareja es fundamental el espíritu de aventura, la improvisación, las ganas de hacer cosas, la alegría, la locura, el juego erótico, así como no dar por sentado la presencia de nadie en nuestra vida. No son malos consejos. Es cierto. Pero no basta con eso. Igual si la novela la hubiese narrado Paula, la esposa, se hubiesen tratado otros temas. Puede que hubiese reivindicado más dulzura, más capacidad de escucha, más sensibilidad, más abrazos tranquilos en la cama, más palabras de sosiego cuando los días vienen con un hacha en la mano… Como quiera que sea, a una pareja no la sostiene el otro. No muere por la pereza de los demás, ni por su falta de imaginación o de estusiasmo. Igual, como dice Luis Cernuda: “no es el amor quien muere, somos nosotros mismos”. Ahí radica el verdadero desafío: en ser nosotros seres luminosos, para empezar, para nosotros. La felicidad no viene de fuera, procede de dentro. Esa luz interior es la que alumbra las restantes esferas de la vida. Y el amor.  Acabada la relación de amantes, ignoramos el desenlace con su esposa. El final es abierto. Ni Luis ni Paula sienten ya mariposas en el estómago, pero se aman y comparten un proyecto que da sentido a sus vidas. ¿Es suficiente? Debería. Y ahora me pregunto, ¿por qué las mariposas tienen que provocarlas las parejas? ¿Qué hay de la amistad? ¿No pueden ser los amigos/as quienen provean la vida de felicidad? ¿Por qué de manera insistente el arte reduce los días perfectos al ámbito del amor romántico? Cuántas horas perfectas comparten quienes se sientan juntos a tomar un café, a conversar; quienes quedan para hacer deporte, para viajar; quienes comparten experiencias enriquecedoras que los transforman por dentro. ¿Por qué un día perfecto tiene que pasar por la cama? El sexo, con todo lo importante que es, no lo es todo. Lo mismo la vida de Luis saldría de su hastío si ampliase su radio de relaciones. Esa felicidad conquistada fuera de casa luego nutre el hogar familar. La alegría es altamente contagiosa. En fin, sólo espero que Luis no acabe siendo Stoner.   

 Una bella novela para reflexionar...