lunes, 12 de julio de 2021

Las crónicas del parásito (II). La estrategia del parásito

 


 La estrategia del parásito, primer volumen de "Las crónicas del parásito", nació en realidad como una novela autoconclusiva. Vio la luz en 2012. Está escrita en primera persona por su protagonista. Comienza in medias res. Y siguiendo una técnica habitual de Mallorquí, Óscar Herrera se dirige a los lectores en las primeras páginas del libro para despertar la curiosidad (tal y como hace el escritor en La mansión Dax o en La caligrafia secreta). Este propósito lo consigue con creces haciendo referencia la situación de peligro en que se ve inmerso. El joven tiene 22 años y estudiaba Periodismo cuando, de repente, su existencia sufrió un giro de 180 grados. El causante del mismo, en un principio, es su antiguo compañero de colegio, Mario Rocafort, un genio de la informática que le hace llegar a casa un misterioso pendrive; casualmente, pocas horas antes de morir en un accidente de moto. En segunda instancia, el detonante que hace volar su vida en mil pedazos es Miyazaki.

 

El objetivo de Óscar es localizar al desaparacido director de tesis de Mario, a quien debe entregar la memoria USB. Esta contiene un par de archivos a cuyo contenido, cifrado, solo se puede acceder con una clave de acceso. En su búsqueda recibe la ayuda de Judit, la ex de Mario; una joven bellísima de aspecto gótico y experta en matemáticas. Y aquí entramos en un tema secundario de muchos de los libros de César Mallorquí: la defensa a ultranza de las capacidades intelectuales y físicas de las mujeres (caso también de La isla de Bowen o de La puerta de Agartha, entre otras novelas). A patir de este punto, al peligro que corren los dos personajes se suma su tensión sexual.

 

La pareja, como si fueran un par de detectives, van investigando todo lo concerniente a Mario, lo que les lleva a varias localizaciones (la Unidad de Atestados de la Policía, su casa de estudiante, la empresa informática Intracom, los chalets de Judit en Somosaguas y Aravaca, el domiclio de Francisco Melgar y el del propio Óscar). Estos espacios les aportan un montón de pistas y los meten en múltiples problemas.

 

Con un ágil sentido del ritmo basado en la sucesión de escenas breves, los cambios de escenarios, las conversaciones cortas y los incesantes actos delictivos que padecen los protagonistas o sus allegados, Mallorquí atrapa a los lectores hasta el desenlace.  

 

La estrategia del parásito aborda temas actuales, como el espionaje industrial o los peligros de la Red. Al igual que hiciera Julio Verne en sus célebres novelas, César Mallorquí aprovecha sus relatos para la divulgación científica y las explicaciones de conceptos (en este caso, informáticos: troyanos, hackers, crackers, bit, gusano, inteligencia artificial, computación cuántica, sistema binario-ternario, teraflops).

 

No será hasta casi el final del libro cuando un mensaje grabado por el difunto Mario revele qué es Miyazaki y alerte a la pareja protagonista del peligro que corre la humanidad.

 

El epílogo parace un homenaje a Matrix, con un Neo (Óscar) que asume la responsabilidad de comunicar a los humanos la realidad oculta.

 

Releído el libro con el objetivo de escribir una reseña de la trilogía, compruebo que el germen de las continuaciones está aquí, en su último tramo. Supongo que Mallorquí decidió tirar de los diferentes cabos de la trama para expandir el mundo que había construido, y para dar más minutos al gamberro de Black-Cat, un afamado hacker sin pelos en la lengua. Pero, sobre todo, en esta línea de meta se abren otras dos líneas argumentales que desarrollará el autor en los volúmenes II y III de las Crónicas: qué trama Miyazaki, que planean los buenos para neutralizarlo.

 

¿Os vais a perder esta trilogía?  

 

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