Os dejo por aquí un enlace a un interesantísimo artículo sobre la amistad que ha publicado El diario.es:
https://www.eldiario.es/era/cultura-quedar-ponerse-dia-amigos-no-compartimos-vida-resumimos_1_12791667.html
Y esto es lo que pienso yo. A día de hoy.
Está claro que en occidente no sabemos vivir bien. La prisa mata las relaciones y destruye los vínculos. Tenemos abundancia de bienes posicionales, pero no faltan los bienes del espíritu. Señala Pierre Hadot que el cultivo de la amistad es uno de los ejercicios espirituales que practicaron los discípulos de Epicuro, junto a su maestro, en su Jardín. Los amigos sosiegan, equilibran, estimulan, reconfortan... Pero para eso la amistad necesita desarrollarse con tiempo. La felicidad descansa, en los vínculos fuertes, en la alegría de quien pierde su tiempo contigo hablando de todo, riendo por cualquier cosa, viviendo experiencias; en suma, compartiendo la vida. Según Epicuro: "De todos los medios de los que se arma la sabiduría para alcanzar la dicha en la vida, el más importante con mucho es el tesoro de la amistad" (MC, XXVII). Por su parte, el sociólogo alemán Hartmut Rosa, en su ensayo Remedio a la aceleración, nos invita a vivir experiencias de resonancia, de reconocimiento, con amigos que nos emocionen y nos sobrecojan. Esas experiencias construyen nuestra propia identidad. Si nos dejamos llevar por la aceleración, nos perdemos a esos amigos y, lo que es peor, nos perdemos a nosotros. Necesitamos calidez y compresión, aventuras y abrirnos otra vez a la espontaneidad, como hacen los niños. Aprender a vivir pasa por un vuelco valorativo que ponga en lo más alto las relaciones hondas, no las superficiales; las lentas, no las precipitadas; las amorosas, pero no las banales. Sólo así diremos con el sabio de la isla de Samos: "La amistad danza en torno al universo y, como un heraldo, anuncia a todos nosotros que despertemos a la felicidad".

No hay comentarios:
Publicar un comentario