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jueves, 12 de abril de 2012

Darwinismo social

 

La actual crisis económica ha sido creada por los poderes políticos, seguramente, como consecuencia del previsible agotamiento -en pocos años- del suministro de petróleo. Ningún partido ha asumido la responsabilidad de darnos un mensaje evidente: no hay recursos energéticos para satisfacer nuestra demanda. Para frenarla, la derecha apuesta por un concepto decimonónico: la selección natural. A través de los recortes sociales, del deterioro del estado del bienestar, de la privatización de los servicios públicos y del aumento del paro, disminuye el consumo; pero no solo, también se reduce la banda la clase media y se estratifica a la ciudadanía entre individuos con y sin recursos económicos para garantizarse la supervivencia. Con este método, el Estado pretende convertimos en salvajes competidores por un (precario) puesto de trabajo que nos garantice el pan. Existe otra opción, la de la izquierda, que consiste (en teoría, al menos) en cooperar entre todos para obtener un beneficio común. Pero se estancó en las urnas el pasado noviembre. El pueblo eligió la lucha por la vida. Y en eso estamos. Mientras nos medimos como púgiles sobre el ring del empleo, y vemos cómo montan los cuadriláteros de la Educación y de la Sanidad, no nos damos cuenta de que se silencia la Cultura, de que se criminaliza la movilización en la calle, de que la Iglesia extiende sus tentáculos, de que la Monarquía mantiene (casi íntegra) la asignación de su presupuesto, de que el poder se centra en una mano.

viernes, 6 de abril de 2012

Censura

 

En el siglo XVI la Inquisición impuso en España la más estricta comprobación de toda divergencia de la ortodoxia en las Universidades. Esto se llevó a cabo de dos maneras: censurando los libros de lectura y de estudio, y por la acción disciplinaria contra los profesores, como las emprendidas contra el poeta y humanista Luis de León –arrestado en una cárcel inquisitorial entre 1572 y 1576– y contra el poeta y gramático Sánchez de las Brozas –citado a declarar en 1584 ante un tribunal, y preso en Valladolid en 1595–.

En los últimos diez años la sociedad española experimentó un aumento de sus derechos civiles y sociales. La ciudadanía gozó de una libertad sin precedentes. El país se robusteció. Era mucho más justo, comprensivo, democrático e integrador. Y esos valores también se abrieron paso entre la maleza legal. Nuestro mundo ampliaba su horizonte, y el Estado cooperaba. Pero en todos los cuentos siempre hay alguien que envidia la felicidad ajena, y éste suele ser un personaje egoísta, tiránico y mentiroso, alguien tan celoso de su estatus, que antes que perder sus privilegios o su señorío, no duda en destruir la convivencia armoniosa, pacífica, entre sus semejantes.

Hoy en día, la Iglesia no puede restablecer su censura moral e ideológica a través de la Inquisición (abolida en 1834), pero eso no significa que la eluda, significa que la disfraza. A este fin se dirigen los "recortes" en la enseñanza pública (despido de docentes, no convocatoria de oposiciones, retirada de la asignatura "Educación para la ciudadanía" y de sus libros de texto). Entre tanto, se incrementan las prerrogativas a los centros privados y concertados (católicos, en su mayoría) con subvenciones y beneficios fiscales. El gobierno, incluso, ha elevado el concierto económico al Bachillerato. Así, la Iglesia pretende garantizarse el control ideológico de los niños y los adolescentes. Yo llamo a esto: dictadura mental. No se lo permitamos.