sábado, 3 de septiembre de 2022

Azucre

Azucre, Bibiana Candia. Logroño: Pepitas ed., 141 páginas. 2021.

 

 

 

 

 

 

 

Nada mejor que recordar la propia historia, para desarrollar el músculo de la empatía. Rememorando las migraciones de nuestros antepasados, los intentos de quienes nos precedieron por dejar atrás la pobreza en busca de las oportunidades que brindaba un país diferente (al atro lado del océano), podemos entender mejor las motivaciones de cuantos hoy, sin otra pertenencia que la vida, se embarcan en un bote hacia la vieja Europa. De eso se encarga, precisamente, la escritora Bibiana Candia en su primera novela, Azucre.

 

Candia (A Coruña, 1977) comenzó su carrera literaria publicando dos libros de poemas. Y ese bagaje se deja traslucir en su nouvelle (de 141 páginas). El libro aborda el tema de la emigración gallega a mediados del siglo XIX. Recoge una historia real, la de los cientos de jóvenes que cambiaron su aldea por un sueño: el enriquecimiento, por medio del trabajo, en la isla de Cuba; sueño que se transforma en pesadilla, al verse reducidos a esclavos en los campos de caña.

 

Les suena, ¿no?

 

Cuántos migrantes, hoy, ven frustradas sus esperanzas de cambio al caer en redes que les roban su libertad. Hombres y mujeres engañados por mafias. De nacionalidades diversas. De los que sabemos poco o nada, mientras son exprimidos como limones en explotaciones agrícolas (y ay si eres mujer, tu jornada prosigue por la noche).

 

Para cambiar el mundo, primero que hay que visibilizar sus taras. Y eso hace Candia en su hermosa y cruel Azucre: concienciarnos de la existencia de la esclavitud laboral, removernos por dentro, solidarizarnos con los que llegan porque ignoramos sus condiciones reales de trabajo, apuntalar bien fuerte en la conciencia que el migrante merece un trato digno, grabar a fuego que quieren cruzaban los mares no hace mucho éramos nosotros.

 

La estructura de Azucre es convencional: planteamiento (reclutamiento de adolescentes en Vigo, A Coruña y Santiago), nudo (la prodigiosa descripción de la travesía marítima, el arribo a Cuba, las primeras jornadas en el ingenio agrícola) y desenlace (amotinamientos, muertes, huidas y envío masivo de cartas a Galicia).

 

Pero esa sencillez estructural (añadamos que la línea del tiempo, básicamente, es cronológica) no debe engañarnos. Se trata de un libro maravilloso. Su fuerza descansa en la poderosa capacidad de evocación de Bibiana Candia. Ya dije que es poeta. Su manejo de la técnica para sugestionarnos es prodigioso. El libro se divide en capítulos muy breves, de entre una y dos páginas. Muchos parecen textos en prosa poética. Con poca palabras y el empleo de los recursos retóricos adecuados, la autora nos conmueve hasta la médula. Gusta, sobre todo, de los símbolos, palalelismos y contrastes. Una suave ironía lo tiñe todo. Por medio de la personificación, es capaz de humanizar a animales y piedras, lo que imprime esa necesaria ternura que compensa los pasajes violentos. Como en el caso de Irene Solá, su sensibilidad es extrema.

 

No faltan alusiones bíblicas y mitológicas, referencias a leyendas gallegas y a supersticiones naúticas.

 

Las menciones a las “viudas sin muertos” nos recuerdan a Rosalía de Castro; sus guiños a las mujeres que trabajan en las tabacaleras, a Emilia Pardo Bazán.

 

El libro es un viaje del sueño a la pesadilla; pero también, de la brutalidad a la ternura; de la ira, al arrepentimiento; de la muerte, a la resurrección. 

 

En fin, acaba de salir de imprenta la 6ª edición. Yo que vosotros, no me lo pensaba.

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