miércoles, 14 de septiembre de 2016

Las ciegas hormigas



 Las ciegas hormigas, Ramiro Pinilla. Tusquets. 2010. 328 páginas. 19 euros.


Ramiro Pinilla no era de los escritores que se encerraban en un estudio o en una habitación y echaban el pestillo; no era de los novelistas que dedicaban las tardes enteras a la creación de su obra, ajenos a su mundo real, a sus responsabilidades familiares. No. Cuando Ramiro Pinilla comenzó a escribir su primera novela, Las ciegas hormigas, estaba casado y tenía dos hijos pequeños. El tiempo para la redacción de su manuscrito se lo robaba a su puesto de trabajo, en una fábrica de gas. Construía su universo de ficción de manera discontinua, a ratos sueltos, a escondidas. Lo mismo que Ray Bradbury, que alquilaba por horas la máquina de escribir de la biblioteca municipal más próxima a su casa en cuanto se dormían sus hijas o se marchaban al colegio (tuvo cuatro niñas), Ramiro Pinilla también exprimía el jugo de las horas y minutos con que se encontraba de pronto, a modo de regalo. Escribía con pasión, con arrebato. Y se divertía contraviniendo las normas y dando vida a sus personajes. La estructura del libro responde a su concepción. Las ciegas hormigas es una novela polifónica, donde se alternan los monólogos de once personajes. Las intervenciones son breves y ofrecen una perspectiva diferente de un asunto relatado o abren nuevos temas enlazados a los anteriores. Este mosaico de miradas y de voces recuerda a otra gran olvidada de la narrativa de los años 50-60: Elena Quiroga (recuérdese el diseño de La enferma); detrás de ambos late el pulso de Faulkner. La ópera prima de Pinilla es una novela inolvidable. Dura. Seca. Ambiciosa. Con un estilo sobrio y un lenguaje directo, el autor relata una noche de pesadilla en Algorta, así como sus posteriores consecuencias. En el centro del huracán, una familia humilde a la que unirá con argamasa un trágico suceso. El detonante: el naufragio de un buque inglés frente a la costa vasca. El desangrado de carbón origina una carrera nocturna entre los vecinos, en medio de una fuerte ventisca, en busca de un preciado botín que caliente sus sueños, que desentumezca su acartonada, gélida, esperanza. Estamos en la España de posguerra. En una España no muy distinta de esta de hoy, donde abundan los pobres energéticos, los deseos helados y el futuro de hielo. Los personajes se convierten en paranarradores de la historia. Cada uno se revela a sí mismo y ofrece una perspectiva sobre los demás. Todos están cargados de vida, son creíbles y nos resultan cercanos: un padre luchador y silencioso, una madre más fuerte de lo que se pensaba, una abuela con dudas, cinco hijos (el apuesto militar humillado, el deficiente mental, el adolescente voluntarioso, el joven cazador que se reinventa, la niña obcecada), un cuñada frustrada y un cuñado bebedor. Como si se tratase de una pieza teatral, la obra se concentra en tres jornadas y apenas tiene unas pocas localizaciones: el caserío, el acantilado, la iglesia, el bar. La simultaneidad de tramas atornilla al lector al texto, consciente del juego de intereses, malentendidos y traiciones que arrastra a los personajes. 

Ramiro Pinilla ganó el Premio Nadal de 1960 con Las ciegas hormigas, pero aquel reconocimiento no lo consagró en el orbe literario. Ajeno a los focos, a las prisas editoriales, a las imposiciones del mercado y a cuanta injerencia pudiese manipular el contenido y los tiempos de sus libros, escribió una obra rotunda, tan original como invisible. Hasta hoy.


3 comentarios:

  1. Gracias, Ariadna, por tu visión de la novela. Solo quería añadir, con tu permiso, que esa novela es justamente el germen de su monumental trilogía, ya de este milenio, "Verdes valles, colinas rojas" con la que -ahora sí- se dio a conocer a un público todavía no muy numerosa... Esta última, también polifónica, te enseña a comprender la realidad vasca mejor que cualquier tratado escrito o por escribir...
    Lo dicho: un placer que estés ahí.

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  2. Gracias a ti. No sabes lo que echo de menos en mi nuevo centro. Ya hablaremos ;) Yo ahora estoy con otra novela suya: "La higuera". En unos años, cuando tenga tiempo, me pongo con su trilogía. Besazo

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