jueves, 21 de abril de 2016

Eduardo García



El pasado 19 de abril perdimos a un buen poeta, a un autor "de primera línea", como dice el crítico José Luis Morante. Un hombre sonriente, entusiasta, combativo. Un profesor de Filosofía contrario a la LOMCE y los recortes en Educación. Un virtuoso de la palabra con el que tenía una gran afinidad ideológica y estética. Un escritor sin dobleces, de mirada franca y corazón noble. Era muy fácil no ya sólo conversar, sino reír con él. Me enteré de su muerte ayer, por las redes sociales. Y la siento de veras. Pero Eduardo García no nos ha dejado. Nos lega sus versos. Poemas potentes, imaginativos, de ritmo impecable, llenos de fuerza vital y de energía. En sus libros encontramos auténticas joyas. Poemas que iluminan y acompañan. Palabras que hacen volar los raíles, que desatan las camisas de fuerza, que se sacuden de encima el polvo de las convenciones. Os dejo uno de ellos, con la seguridad de que os va a robustecer por dentro. In memoriam.


 
PARA NO RENUNCIAR AL ENTUSIASMO

Soñar despiertos siempre
para que los insectos de la herrumbre nos permitan tejer sin telarañas
para ser el hervor la levadura
y no el cemento gris que repta por los muros
pan crujiente en el horno del sol del mediodía fruta madura vértigo
y nunca más sedientos de imposible
reconocernos en el barro de un parabrisas sucio
soñar despiertos siempre
olvidar el autobús cautivo de su ruta el maquinal semáforo los maniquíes ciegos
abandonar el dique seco de los formularios la astucia del burócrata destilando en la tinta su cianuro
dar la espalda sin miedo a cuanto esperan de nosotros aquellos que veneran dos tristes palmos de suelo bajo sus pies
porque es vasta la tierra y a nadie pertenece su clamor
como nadie puede calcular la trayectoria de una grieta en un témpano de hielo
pero ahí está
desafiando la maquinaria de los astros
fiel a su andadura irregular a la belleza
de lo que niega toda simetría soñar
como rasga el torrente la maleza felino por instinto
despreciando
la fría servidumbre de los surtidores el agua encadenada a geometría
soñar despiertos siempre
para no obedecer la ley del amo las consignas
de los ventrílocuos feroces acudir
al futuro que llama a nuestra puerta pidiendo realidad
porque podemos esculpir la vida verdadera
escuchar la llamada de los sueños para rendir la piedra a nuestro afán
abrir surco en las calles sembrándolas de estrellas y de pájaros
de alamedas de cisnes regueros de palomas corrientes submarinas
una extensión de labios que sonríen de juncos que se mecen de amazonas
soñar despiertos siempre
para no renunciar al entusiasmo
y que el hombre no olvide su vocación de nube el súbito
resplandor incendiando su mirada
alfarero del mundo comadrona
que asiste al parto de sus propios sueños.


(De La Vida Nueva,
Visor, Madrid, 2008)     

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