La Comunidad de Madrid, contra todo pronóstico, convoca oposiciones para el cuerpo de profesores, saltándose la normativa que dictaba la convocatoria en años alternos de oposiciones de enseñanza primaria y secundaria. Esto quiere decir que los aspirantes tenemos sólo tres meses para prepararnos. Porque este año, no tocaba. Tocaba el año que viene. En 2016. Esta convocatoria es una burla, y un robo. Lo primero, porque se ofertan 37 plazas de profesores pertenecientes a ocho especialidades, entre otras, Lengua, Historia, Biología y Matemáticas. 37 plazas, cuando hay un agujero docente en la Comunidad de 7.500 profesores. Es decir, la Consejería no ha convocado una oposición extraodinaria para cubrir con carácter de urgencia el hoyo que ella misma ha cavado. No. Porque, porque entonces habría convocado una oferta de 7.500 puestos de profesores. Y no, ha convocado 37. Una miseria. Para que se hagan una idea, sólo ofertan 3 plazas de Lengua y otras 3 para Matemáticas. ¿Significa eso que no hay necesidad de profesores en Madrid? Obviamente, no. Los claustros se están desangrando. Pero atiendan a este dato, apenas se oferta empleo público, pero en cambio la consejera Lucía Figar oferta a los institutos una legión de becarios para realizar funciones docentes. Una ganga. Becarios baratos, sin expriencia docente, sin titulación pedagógica, que no tienen que pasar por las galeras de las oposiciones. En qué quedamos, ¿son necesarios profesores, o no? Está claro que sí. Pero los quieren ingenuos, recién titulados. El cuerpo de funcionarios interinos, bregado en mil batallas, con años de experiencia, perfectamente formado y preparado, es caro; y molesto, para la administración. Mejor que lo sustituyan becarios, y que éstos se encarguen, además, de los alumnos más fáciles de atender de todo el sistema educativo: los alumnos con necesidades educativas especiales, los alumnos de los programas de diversificación, compensatoria e integración. Nada más y nada menos. La política educativa de la Comunidad no puede ser más disparatada. Pero también decía que estas oposiones son un robo. A mano armada. Para empezar, porque nos han robado dos años de trabajo a quellos que aprobamos la última convocatoria.
Piensen esto: la Comunidad de Madrid no ofertó plazas para
profesores de Lengua, Historia, Matemáticas… en 2012. Tras cuatro años, sí lo
hizo en 2014. 190 plazas. 27 para Lengua. Calderilla. Tras cuatro años de
estudio, los que aprobamos (yo saqué un 7.79, la 39ª mejor nota de Lengua, entre 1.800 opositores) nos garantizamos el puesto
docente durante cuatro años, hasta el 2018, pues aunque tropezáramos en las
2016, al guardarse la nota de una convocatoria para otra, tendríamos un buen
puesto en la lista para seguir ejerciendo nuestra profesión. Pero claro, si se
adelantan las oposiciones al 2015, ya no amortizamos la nota durante cuatro años,
se reducen a dos. Nos han arrebatado dos años de empleo y de estabilidad. Pero
no sólo. Han cambiado las reglas de juego a mitad de partido. Este año no
tocaba oposiciones. Desde hace décadas se convocan en años alternos. Este año
lo teníamos libre. Nosotros, sí, que somos prisioneros del sistema. (¿Por qué
nos obligan a seguir presentándonos a unas pruebas que ya hemos superado no una
vez, sino varias veces, y con notas excelentes? ¿Por qué no se nos guarda la
nota más alta y que se presente voluntariamente el que quiere superarla? En
Cantabria se hace así). Prisioneros de un sistema ridículo. Pero es que resulta
que este año ni siquiera tocaba. Y por ello, muchos de nosotros teníamos otros
compromisos y prioridades.
Proyectos que tenemos que dejar en las cunetas, a
los que debemos dar la espalda, porque la administración ha decidido
demostranos que puede disponer de nuestras vidas a su antojo. Cuando le
parezca. Creíamos que el 2015 era nuestro, y resulta que no. Se lo ha apropiado
Lucía Figar. Nos lo ha robado.
En 2012 si sacaron plazas para Historia y otras especialidades q ahora no recuerdo.
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