¿Para qué sirve la literatura? Pues, entre otras cosas,
para denunciar las lacras y las taras de nuestro mundo, para señalar con el
dedo dónde falla el sistema y proponer alternativas al elemento averiado. Hay
escritores de actitud loable -no entro en la valoración
literaria de sus obras, puesto que no es el tema de mi reflexión de hoy- que incluso van un paso más allá:
no sólo balizan la ubicación exacta de los problemas, sino que quieren formar
parte activa de su solución, poniéndose a sí mismos al frente de los cambios.
Esta actitud moral, por supuesto, tiene contrapartidas y consecuencias
nefastas, y por eso mismo las obras de estos autores tienen un valor especial,
pues nacen de la valentía y del desafío al sistema, al que se ama tanto que se
quiere corregir y perfeccionar (recuerdo ahora un verso extraordinario del
poeta neolatino Juan Antonio Gonzaléz Iglesias: “amo la tradición/ y estoy aquí
luchando por cambiarla”).
Escritores que hayan levantado la voz y hayan sido
represaliados, son legión en nuestras letras, lamentablemente: desde los
hermanos Juan
y Alfonso de Valdés, a fray Luis, San Juan o Santa Teresa, pasando por Quevedo, Feijoo, Jovellanos, Hernández, Lorca, Hierro… En fin, no hay autor de valía
que no haya escrito a contrapelo de la ideología oficial y se haya librado de
la cárcel o la persecución. Lo que clama al cielo, es que en la España democrática
del siglo XXI se siga arrestando a los escritores por el contenido crítico de
sus obras; que el sistema ponga a trabajar a su maquinaria represora para
silenciar a las voces disidentes.
Un paso al frente, de Luis Gonzalo Segura, teniente del Ejército de Tierra
(Tropo editores, 2014). Novela que ya va por los 22.000 ejemplares vendidos y
por la que su autor ha sido encarcelado en dos ocasiones en un año. ¿Motivo?
Sus denuncias de la corrupción dentro del Ejército.
Les dejo por aquí información relativa al teniente y a su
libro:
*Huelga de hambre del autor durante su primer arresto.
El Mundo. Aquí.
*Entrevista en La Sexta. Aquí.
*Reciente salida de su segundo
encarcelamiento. Aquí.
*Página oficial de la editorial Tropo. Aquí.
No, mi general, de Zaida Cantera, capitán del Ejército de
Tierra, en colaboración con Irene Lozano (Plaza y Janés, 2015). Mañana, en el
programa Salvados, la capitán hablará del libro, que recoge no ya sólo el
acoso sexual al que fue sometida por el teniente coronel Lezcano-Mújica, sino
el acoso laboral y profesional que padeció después por la tropa, y por el que
se encuentra de baja psicológica desde 2014.
*Podéis leer un adelanto de su novela gracias a El Mundo, aquí.
*Podéis leer un adelanto de su novela gracias a El Mundo, aquí.
Por desgracia, todas estas denuncias de la corrupción y
de la violación de derechos dentro de una de las instituciones clave del
Estado, el Ejército, en lugar de ser objeto de una exhaustiva investigación que
lo depure y corrija, ha obrado el efecto contrario: acaba de entrar en vigor el
nuevo Régimen Disciplinario Militar (acordado por el PPSOE), al que los propios
soldados y guardias civiles denominan la ley mordaza militar. Pueden leer la noticia en Público,
aquí.
¿En qué otro país europeo el Estado reprime la libertad
de expresión? ¿En qué otra democracia de nuestro continente el sistema se
blinda para acallar, silenciar y apagar las voces críticas, molestas, de los
escritores que arriesgan su futuro profesional por descubrirnos al resto las
manzanas podridas de las instituciones? ¿En qué otro estado de nuestro entorno
se mete en prisión a un ciudadano sin que haya habido un jucio previo? ¿En cuál,
ya que nos ponemos, el Estado aparta de sus funciones a los jueces que
investigan los casos de corrupción política de miembros del partido en el
gobierno? ¿Y en cuál, veamos, en cuál se inhabilita a los jueces que investigan
los crímenes fascistas de su -aún sangrante-dictadura militar?
No hace falta ir a los casos famosos de los dos militares citados. Baste con mirar a cualquier escritor actual de nombre no muy conocido que planteé escribir algo que no sea lo que comercialmente se espera, ya verás la de puertas que se le cierran.
ResponderEliminarSi ha leído usted el título de este artículo -ya ni le cuento si ha leído el artículo entero- habrá visto que en él no hablo de las dificultades editoriales de los novelistas españoles actuales, si no de la falta de libertad de expresión que se vive dentro de las Fuerzas Armadas, institución que arresta y persigue a los oficiales que escriben y denuncian la corrupción de los mandos en este país.
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