martes, 9 de julio de 2019

Sigilo

Sigilo, Ismael Martínez Biurrun. Alianza, Madrid, 2019. 221 páginas.

  
Sigilo es la sexta novela del narrador Ismael Martínez Biurrun, autor de novelas tan reputadas como Mujer abrazada a un cuervo, El escondite de Grisha (ambas en Salto de Página) o Un minuto antes de la oscuridad (Random House, 2014). El prestigio de Ismael descansa en su estilo pulcro y lírico, así como en las estrucura de sus obras, de ritmo trepidante y bien selladas. Sus libros se inscriben en la narrativa de género (fantasía, relato distópico, terror), pero esto es secundario. Lo que importa es su voz y los temas que trata (la familia, el destino, los recortes, la crisis económica, la precarización laboral). Digamos que la ambientación fantástica crea un contexto atractivo para ubicar historias extraordinarias (viajes en el tiempo a una Navarra asediada por la peste negra, viajes por carretera al sarcófago de Chernóbil, resistencia vecinal a las ordas de bárbaros que irrumpen en las calles por la noche…) que, a su vez, sirven a Ismael para desarrollar motivos de lo más normales (parejas mal avenidas, hijas anoréxicas, incomunicación familiar o niños adoptados que buscan sus raíces…). 
     Sigilo comienza por el final. Pero tú no lo sabes. Crees que la novela empieza in medias res. A Ismael le gustan las tramas bien cerradas. El trazado de un círculo perfecto. De hecho, es en la segunda lectura, con todas las cartas sobre la mesa, cuando comprendes en qué consiste el terror de la historia. Hasta ese desenlace, el libro nos presenta un fantasma que visita a su viuda o le cambia las cosas de lugar. Ahora bien, por debajo de este argumento fantasioso navega el submarino de la realidad: donde una anciana recibe los cuidados y atenciones de su cuidadora dominicana, donde el hijo mayor dobla turnos en su puesto de vigilante, donde el hijo pequeño es despedido de su empresa sin contemplaciones, donde las relaciones estables de parejas son sustituidas por un nuevo conceptivo –el poliamor–, donde las inmigrantes sólo aspiran a puestos humildes, donde los varones adultos abusan de los niños, o donde los empresarios ganan dinero adquiriendo empresas con pérdidas que luego reestructuran –lo que implica recortes de personal– para vender por partes.
     Se trata, aunque no sólo, de la historia de una doble venganza, de un ajuste de cuentas. Hay una deuda evidente con la película The Game (protagonizada por Michael Douglas y dirigida por David Fincher, de 1997). Sólo que aquí no hay escarmiento ni transformación, el ejecutivo sin escrúpulos no es ninguna crisálida. Hablamos de Ismael. De un libro oscuro. Asfixiante. Y cuando lo comprendes –justo al final–, absolutamente macabro.
    Sigilo nos enfrenta a una sociedad a la deriva en la que sus individuos buscan ayuda a sus problemas en sectas contactistas o en la magia negra de origen caribeño.
     Un pasada.
    Estos cinco años de espera, tras su última novela, han merecido la pena. Y como reconocimiento a su obra, la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Fición y Terror ha propuesto a Ismael como candidato para el premio al mejor autor de su matriz europea, la Europen Sciencie Fiction Society. Desde aquí le deseamos la mejor de las suertes.

 

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