Donde
siempre es medianoche, Luis
Artigue. Pez de Plata. Colección Narrativa. 291 páginas. Oviedo, 2018.
Donde
siempre es medianoche, la última
novela del escritor Luis Artigue, no me cabe duda alguna de que haría las
delicias de Alfonso de Valdés, secretario de cartas latinas del emperador
Carlos V, del escritor satírico Luciano de Samosatta, del filósofo holandés
Erasmo de Rotterdam, del novelista Ray Bradbury o del científico Carl Sagan, y
a buen seguro que a día de hoy encantará a los amantes de la novela gótica, de
la negra, de la distópica, así como de la historia medieval y renacentista.
Pero por su potencia ideológica, enamorará, sobre todo, a los lectores críticos
con nuestro actual sistema económico, con la tele-realidad que logra inmunizarnos frente a los problemas
colectivos, a la ciudadanía sensible a la crisis ecológica y a aquella
preocupada por la crisis energética que está a punto de dar un frenazo que nos
estampe contra el cristal del coche.
Artigue,
como el Bradbury de Fahrenheit 451,
vaticina un futuro que ha pasado. Para su delitante novela, saca de la chistera
de la Historia los despiadados Autos de Fe, ejecuciones públicas con las que
combatir, en esta ocasión, a los miembros de una sociedad secreta
anticapitalista; pero es que además echa mano del mítico manual Malleus
maleficarum –publicado por los
inquisidores alemanes en 1484 para la persecución de brujas y hechiceros– con
la intención de legitimar una disparatada caza de individuos revolucionarios y
anti-sistema. ¿Y a qué se debe tanta violencia estatal, se preguntarán ustedes?
Al enigma que envuelve a la ciudad toscana de Silenza (Silencio), envuelta en una noche perpetua; misterio que
investiga un narrador genial (hiperactivo e hipocondríaco), un chistoso Cicerone que nos guía, a golpe de fotos, por las
callejuelas, castillos, basílicas y catedrales que ocultan los más sórdidos
secretos, al que llaman en el gremio periodístico: el Sabueso Informativo.
Sobre él descansa la responsabilidad de descubrir si ese Reino de las Sombras
es fruto de “un trastorno climático, astrofísico o bíblico”.
Y es aquí,
precisamente, donde Artigue se luce actualizando las denuncias de una
espléndida obra renacentista: El diálogo de las cosas acaecidas en Roma, de Alfonso de Valdés. Si el secretario imperial
justificaba el saqueo de la ciudad santa (perpetrado por los tercios españoles
en 1527) como consecuencia de su corrupción moral (no en vano, se había
convertido en una “gigantesca máquina financiera”, Ana Vian dixit), Artigue baraja la misma hipótesis para la
crisis civilizatoria de la que habla en su libro (“este mundo en crisis también
está adorando con adherencias místicas a su dios: un dios economicista,
neoliberal, ultracapitalista partidario de las privatizaciones, de la reforma
laboral semiesclavizante…Sí, adoran a los dioses de Wall Street, del Banco del
Vaticano…”) y cuyo resultado son los delitos sin cuento que transcurren de
noche. ¿Serán la violencia y al caos un anticipo del Apocalipsis, como
denunciaba Lactancio en la obrita valdesiana? ¿Será la noche un símbolo de
nuestra ceguera política, del apagón energético que nos está esperando, de la
soberbia y vanagloria que enturbia los corazones del supuesto homo sapiens, o de esa noche oscura del alma que precede a la
luz (el regreso a la espiritualidad), tras conocerse, purgarse y enmendarse?
Como
quiera que sea, se ve que Luis Artigue se lo ha pasado de maravilla escribiendo
su libro. No sin concesiones a la novela juvenil (se trata, además, de una
edición bellamente ilustrada), el escritor leonés sumerge a su fotoperiodista
en un infierno poblado por personajes a menudo caricaturescos: científicos,
catedráticos, alcaides de castillos, celadores de manicomios, comisarios,
líderes religiosos tecnoevangelistas y una mujer fatal que es una incógnita.
Donde
siempre es medianoche es una
novela divertida, crítica, inteligente y trepidante. Mientras célebres
editoriales propulsan obras insulsas de sobremesa, Pez de Plata ha publicado
una novela maravillosa, auto-reflexiva (el propio libro sirve de terapia a su
protagonista, asesorado a su vez por su psicólogo, que le corrige el manuscrito
y afea su estética algo gore),
en diálogo con dos ricas tradiciones literarias: la culta y la popular.
Luis
Artigue ha sido nominado por este libro al Premio Ignotus. Desde aquí le
deseamos la mejor de las suertes.
Esta reseña ha sido publicada en la revista digital Oculta Lit. Podéis leer el artículo AQUÍ.
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