jueves, 13 de octubre de 2016

Siomara España (Ecuador)



 
Siomara España (Ecuador, 1976) se ha dejado la piel en varios libros Concupiscencia, Alivio demente, De cara al fuego y Construcción de los sombreros encarnados (entre otros). Cada uno es una piedra de forma y tamaño diferentes, con los que la Siomara ha levantado una sólida pared de mampostería. El erotismo, la muerte o la locura constituyen la terca y obsesiva argamasa que cohesiona al vistoso conjunto de volúmenes. El último rinde homenaje a Thomas Mann, pues da voz a los personajes de Muerte en Venecia. La autora lo escribió coronada por una aurora incandescente a lo largo de una noche. Su bolígrafo trazaba tensas curvas al compás de la 5ª sinfonía de Malher. Apenas durmió dos horas, lo suficiente para acudir a la universidad en donde imparte clases. La corrección del libro le llevó varios días, ahora sí, bajo la suave luz de la templanza. El fuego huracanado del deseo era pulido, pero sus llamas seguían crepitando en la piel y en los labios del amante: “Que no se diga nunca/ se fue sin intentarlo”. La obra de Siomara ha recalado en festivales internacionales de poesía, Ferias del Libro y antologías varias. Recientemente, la editorial Polibea acaba de reeditar en España Construcción de los sombreros encarnados, su última publicación hasta la fecha. 



CONFESIÓN


Que no se diga jamás se lo intentó
que no rodé por el camino
que no tropecé y caí mientras dormía.

Que no se diga locura transitoria para decir amor
sexo para pasión, furia para celo
           [y a la distancia olvido.

Que no se diga aquí no se fraguo el fuego
el delito consumado sabanas mojadas,
mentiras escabrosas lucidez y miedo.

Que no se diga de esta agua no bebí
en esta tierra no viví
en esta cama no soplaron huracanes 
[y volaron como cartas los espejos.   

Que no se superlativise el beso
y no se conjugue el verbo amar 
y que se diga beso
    [en la exacta dimensión de la palabra.

Que se fusione cada silaba en su acento
como un cuento interminable
como un desplegar de leves alas.

Que cada consonante caiga ante el deseo de las palabras
sea grave el sonido en los abrazos
[y leves los fonemas con su luz difuminada

Que no se diga siempre equivocada estaba
su cuerpo acurrucó contra su espalda
que no arrancó gemidos de su boca
que no luchó contra su pecho
que no mintió
que no digirió una a una sus palabras.

Que no se diga  probó de mil venenos
que no se diga atroz  para decir ternura
y no se diga jamás tormenta y fuego
y entre fuego besos
y entre besos celo.
Porque fui nieve y serpiente mujer y viento
y después de viento arado
y después de arado tierra y su simiente.

Que no se diga nunca
se fue sin intentarlo
porque caí mil veces
ante el hondo
transitar de las palabras.                                                                                                          

(De cara al fuego. El Ángel. 2010)

3 comentarios:

  1. Cuanta generosidad de tu parte querida Ariadna, quisiera decir tanto, pero solo puedo decir gracias infinitas

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  2. Gracias a ti, querida Siomara; y gracias por las fotos ;) Cuando nos volvamos a ver te regalaré dos libros!! Hasta pronto.

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  3. Que no se diga que de cara al fuego de una buena chimenea cuando el frío aprieta fuerte el deseo de leer poemas en tiempos de frío invernal, o en el frío de no leerlos en el estío también, no es maravilloso, y que "Confesión" es una palabra vestida de título grande a la puerta de este maravilloso poema
    . . . ¡¡¡Enhorabuena!!!

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