Siomara España (Ecuador, 1976) se ha dejado la piel en
varios libros Concupiscencia, Alivio demente, De cara al fuego y Construcción de los
sombreros encarnados (entre otros). Cada uno es una piedra de forma y tamaño diferentes, con los que la
Siomara ha levantado una sólida pared de mampostería. El erotismo, la muerte o
la locura constituyen la terca y obsesiva argamasa que cohesiona al vistoso
conjunto de volúmenes. El último rinde homenaje a Thomas Mann, pues da voz a
los personajes de Muerte en Venecia. La autora lo escribió coronada por una aurora
incandescente a lo largo de una noche. Su bolígrafo trazaba tensas curvas al
compás de la 5ª sinfonía de Malher. Apenas durmió dos horas, lo suficiente para
acudir a la universidad en donde imparte clases. La corrección del libro le llevó
varios días, ahora sí, bajo la suave luz de la templanza. El fuego huracanado
del deseo era pulido, pero sus llamas seguían crepitando en la piel y en los
labios del amante: “Que no se diga nunca/ se fue sin intentarlo”. La obra de
Siomara ha recalado en festivales internacionales de poesía, Ferias del Libro y
antologías varias. Recientemente, la editorial Polibea acaba de reeditar en
España Construcción de los sombreros encarnados, su última publicación hasta la
fecha.
CONFESIÓN
Que no
se diga jamás se lo intentó
que
no rodé por el camino
que
no tropecé y caí mientras dormía.
Que no
se diga locura transitoria para decir amor
sexo para pasión, furia para celo
[y a
la distancia olvido.
Que no
se diga aquí no se fraguo el fuego
el
delito consumado sabanas mojadas,
mentiras
escabrosas lucidez y miedo.
Que no
se diga de esta agua no bebí
en
esta tierra no viví
en
esta cama no soplaron huracanes
[y volaron como cartas los espejos.
Que no
se superlativise el beso
y no se
conjugue el verbo amar
y que se
diga beso
[en la exacta dimensión de
la palabra.
Que se
fusione cada silaba en su acento
como un
cuento interminable
como un
desplegar de leves alas.
Que cada
consonante caiga ante el deseo de las palabras
sea
grave el sonido en los abrazos
[y leves los fonemas con su luz difuminada
Que no
se diga siempre equivocada estaba
su
cuerpo acurrucó contra su espalda
que
no arrancó gemidos de su boca
que
no luchó contra su pecho
que
no mintió
que
no digirió una a una sus palabras.
Que no
se diga probó de mil venenos
que no
se diga atroz para decir ternura
y no se
diga jamás tormenta y fuego
y
entre fuego besos
y entre
besos celo.
Porque
fui nieve y serpiente mujer y viento
y después
de viento arado
y después
de arado tierra y su simiente.
Que no
se diga nunca
se
fue sin intentarlo
porque caí mil veces
ante el
hondo
transitar de las palabras.
transitar de las palabras.
(De cara al fuego. El
Ángel. 2010)
Cuanta generosidad de tu parte querida Ariadna, quisiera decir tanto, pero solo puedo decir gracias infinitas
ResponderEliminarGracias a ti, querida Siomara; y gracias por las fotos ;) Cuando nos volvamos a ver te regalaré dos libros!! Hasta pronto.
ResponderEliminarQue no se diga que de cara al fuego de una buena chimenea cuando el frío aprieta fuerte el deseo de leer poemas en tiempos de frío invernal, o en el frío de no leerlos en el estío también, no es maravilloso, y que "Confesión" es una palabra vestida de título grande a la puerta de este maravilloso poema
ResponderEliminar. . . ¡¡¡Enhorabuena!!!