El comité de la noche, Belén Gopegui. Random House Mondadori. 2014.
260 páginas.
La escritora madrileña, tras Acceso no autorizado, parece haberse especializado en
el género del thriller. Si en aquella novela Belén Gopegui especulaba sobre las intrigas
políticas del partido en el gobierno, en esta última los protagonistas son
ciudadanos de a pie, excluidos sociales, marginados, parados, como los hay a
miles. Ambas obras representan la cara y el envés de la España de hoy. Si en la
primera se describe la pésima gestión de la crisis por parte de nuestros
responsables políticos, su corrupción interna y el sentimiento de culpa de
quien no se ha arriesgado lo suficiente en la defensa de los demás, en la
segunda el foco de pone en el empobrecimiento de la clase media, en el aumento
del paro y en la labor que la ciudadanía teje a escondidas para salvar lo que
queda del estado de derecho y de la dignidad del ser humano.
El comité de la noche se divide en dos partes asimétricas:
“De Álex”, narrada en primera persona por una madre que regresa a la casa de
sus progenitores, junto a su hija, a los 33 años (46 páginas), y “De Carla”,
articulada a dos voces (194 páginas).
“De Álex” representa el desahogo lírico de quien ha
perdido su empleo y su futuro, de quien sabe que la vida se pasa pero aún le
queda energía para transformar el mundo. Este diario oscila entre el panfleto
anticapitalista y el testimonio íntimo del derrumbe de una familia con todos
sus miembros en el paro. El estilo –poético, repetitivo– recuerda a las
asociaciones libres del flujo de conciencia.
“De Carla” centra el tema del libro y supone un giro de
180 grados en el tono y la estética. En esta parte, como adelantaba,
encontramos dos voces: la de un biógrafo encargado de poner por escrito la vida
de sus clientes (en primera persona, marcada con letra cursiva) y la del texto
resultante (en tercera persona, con la letra redonda). Ambos se simultanean.
Los protagonistas son Carla (trabajadora en Laboratorios Pharmen, una empresa
de Bratislava interesada en la comercialización de la sangre) y el profesional
que escribe sus memorias. Sus encuentros transcurren en siete sesiones de
trabajo. La biografía de Carla, centrada en sus años en Eslovaquia, nos revela a
un personaje contradictorio, angustiado por el enfrentamiento entre sus valores
y sus necesidades. Se trata de un entretenido e inquietante relato de espías
que, no obstante, descoloca en sus últimas páginas. El desenlace rompe la ilusión
de realidad de todo lo narrado.
La trama hasta entonces, sin embargo, es sumamente
interesante. No faltan las intrigas, coacciones y amenazas propias de la novela
negra. Como en Matrix, en la novela encontramos un elenco de personajes que
integran una resistencia invisible cuyo fin es despertar ciudadanos para la preservación
del estado de derecho, así como luchar contra aquellos que quieren derribarlo.
El tema de fondo de El comité de la noche es el límite moral para la
compra-venta de productos (plasma, órganos vitales), y la defensa cerrada de un
modelo público de sanidad.
Además, hay párrafos dignos de elogio, en los que la
autora apela al compromiso colectivo para obrar un cambio: “Lo que hay no
existe, sino que está siendo construido ahora mientras escribo. Sin desigualdad
nadie se sentiría obligado a vender un órgano, nadie apelaría a una necesidad
impuesta por otros. Quienes consideran todo una cuestión de precios olvidan cómo
se fabrica la pendiente por la que siempre podremos seguir bajando, pero por la
que también podríamos ascender para llegar a un sitio distinto” (pág. 137).
El comité de la noche denuncia la “agresividad del
enemigo” (los mercados, la casta política) con franqueza: “Su violencia es tan
constante que parece natural. Y además usan su propia clandestinidad, su
dinero, sus reuniones opacas […] promulgan leyes a su medida…” (pág. 152). Y a
la vez, ensalza la solidaridad como un valor a proteger incluso con la propia
vida: “cuando donamos sangre lo que hacemos es compartir nuestra salud” (pág.
212).
Si el compromiso ideológico es (una valiente) marca de la
casa, reconocemos también en la obra el estilo inconfundible de una voz
original, única, consciente de sí misma, que constituye un continente aparte
dentro de la narrativa española de los últimos años.
Esta reseña ha sido publicada por el blog La tormenta en un vaso. Página original, aquí.
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