domingo, 11 de mayo de 2014

Primer capítulo de Inercia


 

Prólogo


 Fuenlabrada.


Los niños estaban agarrados al borde de la piscina y se miraban a los ojos con seriedad; en las pupilas de ambos se reflejaban el agua y el odio; sólo tenían siete y ocho años, pero estaban decididos a escapar de su casa aquella misma noche.
Aníbal, el mayor, había diseñado una estrategia infalible. Silvia, la pequeña, asentía mirando de reojo, con la cabeza medio sumergida, la parte opuesta del rectángulo líquido. Justo enfrente de ellos, su padre estiraba los brazos y realizaba ejercicios de calentamiento. Apenas tenían unos minutos para sellar su pacto, resolver las dudas y recordar los pormenores del plan. Unos minutos sólo. Lo que tardara el padre en alcanzarlos.
El frío entumecía sus pequeños cuerpos.
La determinación calentaba su ánimo.   


(De mi novela Inercia, que en breve publicará Baile del Sol)


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