viernes, 16 de abril de 2021

La rama verde

 

La rama verde, Eloy Sánchez Rosillo. Barcelona, TusQuets. 2020. 156 páginas.

 

 


En 2019 publiqué una extensa reseña del volumen Las cosas como fueron, libro que recoge las obras completas del poeta Eloy Sánchez Rosillo (Murcia, 1948). Fiel a su cita editorial con TusQuets (edita un libro nuevo cada dos o tres años), en 2020 publicó su última entrega: La rama verde. Esta, por tanto, pertenece a la segunda etapa creativa de su autor, donde un “Rosillo entusiasta y en paz consigo mismo busca la plenitud en las cosas sencillas”, escribía yo entonces. ¿Qué aporta esta última rama a ese frondoso árbol que plantara el poeta hace 43 años? Sus versos retoman símbolos recurrentes (luna, tormenta, pájaros) en su trayectoria, y vuelven a estar escritos con primor y elegancia. Eloy Sánchez Rosillo poesee un tono puro, con el que afina cada uno de sus poemas, lo que cohesiona los textos y permite que resuene en nosotros su vibración original, alegre, única. Así como el petirrojo no deja de compartr su trino con el mundo -nacido para la música y bendecido con el don de la generosidad-, el poeta tampoco depone su canto, su himno celebratorio de la propia existencia, del encuentro casual con otras vidas, y de que las cosas sean como son.

 

Si estas razones bastan para justificar el libro, en breve aporto otra. Aunque es verdad que el poeta murciano ha hablado de su infancia en obras anteriores, concentra en La rama verde episodios que nos dan la medida del inmenso narrador que podría ser. Por supuesto, evoca con nostalgia a la madre perdida (en “Date prisa”), pero también se recrea en anécdotas rebosantes de magia, protagonizadas por ese niño que fue y tuvo doce años, esa edad tan intensa que todo lo somete a la aventura y a las ensoñaciones más atrevidas. Me refiero a los poemas “El miedo” y “Vía Láctea”. Qué cerca su pulsión de El vino del estío, del inmenso Ray Bradbury. Idéntica notalgia y homenaje a un tiempo irrepetible. De hecho, el verano -estación de descubrimientos- aparece en el hermoso “Viento del existir”, donde el menudo sujeto que enuncia, al igual que los hermanos Tom y Douglas Spaulding, toma conciencia de un hecho capital: se siente vivo.  

 

Y ya solo me resta una razón para recomendar la lectura de este poemario: Eloy Sánchez Rosillo nos alienta las ganas de vivir.

 

 Mi reseña del volumen compilatorio, Las cosas como fueron: AQUÍ.


No hay comentarios:

Publicar un comentario