Tema: La
estratificación social en la ciudad de Vetusta.
Resumen:
La voz que enuncia describe la ciudad de Vetusta. En un
primer momento, se centra en la expansión geográfica tanto de la Iglesia como
de la Nobleza. Clases patricias y entorno natural, en su opinión, comparten una
prerrogativa: la libertad. En contraposición, nos describe después las
condiciones en que viven las clases populares: hacinamiento y pobreza. Por
medio de este mapa, el narrador connota la estratificación social que divide a
la ciudad en dos áreas antitéticas, desde un punto de vista urbanístico y
económico.
Texto descriptivo:
Explica Demetrio Estébanez Calderón que la descripción como técnica literaria es una figura
que consiste en la presentación de personajes, objetos, paisajes o
acontecimientos insertados en un texto narrativo. Ya la retórica clásica
distinguía varios tipos de descripciones: prosopografía (aspecto físico de un personaje), etopeya (de su psicología), retrato (la suma de ambas), topografía (de un espacio) y cronografía (de un periodo histórico). A lo largo del tiempo, y
según han ido variando los gustos estéticos y las modas literarias, la técnica
descriptiva ha evolucionado también. J.M. Adam ha estudiado la diacronía de
esta metamorfosis. Así, mientras en el Renacimiento la descripción idealizaba
un paisaje (nos referimos al tópico romano del locus amoenus) en géneros específicos, como la égloga o la canción
petrarquistas; en el Realismo, en cambio, se encontraba al servicio de la
mímesis, de la reproducción –en principio, objetiva– del mundo real. El
texto que nos ocupa es una topografía. La voz que enuncia nos
describe un espacio urbano, una ciudad de provincias: Vetusta.
En el fragmento se aprecian dos estilos, que se
corresponden, a su vez, con otros tantos escenarios. La estructura tiene, pues, dos secciones En la primera parte (líneas 1 a 5), el narrador describe los espacios que
poseen las clases patricias. El clero: la iglesia y los conventos; la
nobleza: los palacios, jardines, cuadras y huertas. La descripción se realiza
por medio de varios recursos literarios que evocan lentitud, sopor y
ralentizan el ritmo: aliteración de la [s] (“sólo”, “iglesia”, “desperazarse”,
“estirar”) y enumeraciones de
sustantivos por medio de construcciones bimembres (“pergaminos y casas”) o
trimembres (“conventos y palacios y árboles”). Este sosiego no
sólo puede relacionarse con la hora del día en que transcurre el relato (la
siesta), sino también con la calma y tranquilidad
de quienes pertenecen a una clase social
elevada y carecen de problemas o disponen de recursos económicos para
solventarlos.
En contraste con esta clase, la voz que enuncia procede a
describir al pueblo. Y en esta segunda
parte (líneas 5 a 10), el estilo padece una doble transformación: por
un lado, se pone al servicio de la aceleración del ritmo del relato; y por
otro, se tiñe de subjetividad (función
expresiva). Vamos a verlo. El tempo de
la narración se incrementa por la desaparición de construciones nominales,
sustituidas por la enumeración de verbos cinéticos (“saltaban… y se metían”,
“brincan y se encaraman”). En cuanto a la coloración subjetiva, resulta
evidente un desprecio al
pueblo tanto en el empleo de adjetivos valorativos negativos (“míseros plebeyos”) como en la
construcción de metáforas degradadoras, ya
sea por cosificación (casas,
metominia por plebeyos, “apiñadas”, esto es: apiñados) o por animalización (rebaño de casas
–de plebeyos–, de modo que cada hombre o mujer queda caracterizado como una res
retozona: donde el narrador, además, evoca
las bajas pasiones que mueven la voluntad de los menos favorecidos).
Así las
cosas, habría que preguntarse no ya quién describe la ciudad, sino desde el
punto de vista de qué personaje. Esto es, por la focalización; elemento fundamental en las descripciones literarias
desde el siglo XIX. Y es que a partir de entonces, quien habla no
necesariamente coincide con quien mira.
Corriente literaria Naturalista:
Podemos argumentarlo con las siguientes razones:
- El narrador se ciñe a la descripción del mundo que le rodea. El cronotopos es: Vetusta a la hora de la siesta.
- Centra su mirada, entre otros lugares, en un espacio miserable habitado por individuos de baja extracción social.
- La función del narrador es la de ofrecer un testimonio crítico de la realidad descrita.
- Se trata de un narrador en 3ª persona. Parece omnisciente. Tenemos sospechas de que asume la perspectiva de un personaje en concreto, don Fermín de Pas. Muestra de ello son las metáforas animalizadoras y cosificadoras que dedica al pueblo. Esta descripción está filtrada por la arrogante personalidad del Magistral de Vetusta. Es decir, a medida que avanza la descripción se produce un proceso de interiorización de la perspectiva (líneas 5 a 10, donde asistimos a una psicodescripción, según nomenclatura de Darío Villanueva). La modalización del texto es selectiva.
- En palabras de Clarín, podemos hablar de un “naturalismo templado”, alejado de la pretensión científica de Zola. De hecho, se observa en el texto una pretensión estética, embellecedora de la realidad (caso de la personificación que abre el fragmento: “No sólo era la iglesia quien podía desperezarse y estirar las piernas”).
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