Como
cisnes cansados, que en la tardía luz vespertina
sobrevuelan
las cimas antes que el día quiebre,
ebrios
del oro último que aún circunda el cielo,
porque
bajo ellos sueña el crepúsculo azul –
ignoran
adónde los conduce el fatigoso vuelo,
lejos el
nido que albergó su plumón;
ya son
tan sólo puntos; escapan a los ojos,
perdidos,
para nunca volver, en ese fulgor pálido –
así ves
tú que amigo tras amigo desaparecen por la cresta,
siempre
hacia el sol. ¿Volverás a encontrarlos?
(Del libro Candentes cenizas, de Erwin Schrödinger. Traducción de Clara Janés y Félix Schmelzer. Salto de Página. 2014)
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