Temblad villanos, Luis Manuel Ruiz. Premio Málaga de novela.
Fundación José Manuel Lara. 2014. 19 euros. 304 páginas.
Existen muchos tipos de novelas
policíacas o de investigación, pero al que últimamente se dedica, y con éxito,
el novelista sevillano Luis Manuel Ruiz, es a la parodia del género. No vayan a pensar
que este juego humorístico con los resortes y piezas que mueven a las novelas
de detectives resta relevancia a sus obras. Todo lo contrario. Este escritor ha
leído a Cervantes,
lo ha asimilado, sabe que entre burlas y veras los libros sirven para la
denuncia de aquello que no funciona bien donde uno vive. Y en nuestra sociedad,
qué les voy a contar que ustedes no sepan, hay muchísimas cosas averiadas,
rotas e imposibles de reparar. No, al menos, con estas estructuras de que nos
hemos dotado. En resumen, en su nueva y premiada novela, Temblad villanos, Luis Manuel Ruiz se ríe de las convenciones de un
subtipo literario para pintar un duro –y divertido retrato– de su época, de
nuestra sociedad.
¿Con qué ingredientes? A saber:
una inspectora, Esther Béjar, torpe e insegura, separada recientemente de su
marido; éste, Adam: un ilusionista especializado en escapismos, sobre todo,
cuando se trata de huir de su propia familia; el hijo de ambos, Tomás, un crío
de cuatro años superdotado, a quien la madre impone por castigo que abandone
sus lecturas científicas por los dibujos de Bob Esponja; su superior, el inspector jefe
Lago, un hombre abstraído por la música, inútil para el cargo que ocupa, que
recuerda al alcalde de las Súper Nenas; y el verdadero protagonista de la historia: un
empleado de la oficina de objetos perdidos en un galáctico centro comercial,
Modesto Pardo, un hombre de aspecto harapiento, que goza de un coeficiente
intelectual fuera de lo común.
¿Qué aventuras viven? Cuando la
inspectora Béjar se incorpora a su nuevo puesto en Sevilla, tras abandonar a su
esposo en Madrid, su nueva comisaría tiene abiertas dos investigaciones sobre
otros tantos crímenes: la ejecución de varias mujeres por un asesino en serie
apodado el Asesino del Tobillo; y la tortura hasta la muerte de Martín Merlo, gerente
de un restaurante temático, el Transilvania Express, dedicado al conde Drácula. A
ella le asignan este segundo caso, para el que contará con la ayuda inestimable
de Mo Pardo, experto en criptogramas y en el mundo del cómic.
¿Qué otros alicientes nutren la
trama? Los amantes del pop de los ochenta gozarán de lo lindo con las citas de The
Communards
(grupo por el que siento debilidad, para qué voy a mentirles, desde mi tierna
infancia), Modern Talking, Elton John… Los adictos al cotilleo tendrán su dosis de actualidad
rosa gracias a la madre de Béjar, que sintoniza los programas del corazón
nocturnos.
Temblad villanos en una obra entretenida, muy
bien escrita, que no deja un cabo suelto. La pintura de los personajes es
inverosímil, pero es que Luis Manuel Ruiz rinde homenaje con su libro a los padres de las
historietas: Ibáñez, Hergué,
Hugo Pratt…
Este tributo se combina con la influencia de novelones serios: Coma, de Robin Cook.
Que no les disuada la ilustración
de la cubierta (esa mujer armada con un hacha), la novela no va a herirles,
aunque es probable que a veces, sí les parta de la risa.
Esta reseña ha sido publicada en Culturamas. Página original, aquí.
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