miércoles, 21 de julio de 2021

Las crónicas del parásito (III). Manual de instrucciones para el fin del mundo

 

Crónicas del parásito II: Manual de instrucciones para el fin del mundo

 

Tuvieron que pasar siete años para que César Mallorquí diese con un argumento que le convenciera para rematar El asunto Miyazaki. Esta continuación se reparte entre dos volúmenes, perfectamente cohesionados. De hecho, vieron la luz en el mismo año (2019). No es necesaria la lectura de la Estrategia del parásito para su completa comprensión, pues Óscar resume su contenido en los primeros compases de la secuela. Eso sí, es muy recomendable; sobre todo para comprobar cómo el escritor se supera a sí mismo en la escritura de su nuevo relato, mucho más compleja y sofisticada

 

La dificultad técnica de los nuevos libros es un aliciente que aumenta su disfrute.

Hoy analizaremos Manual de instrucciones para el fin del mundo.

 

El primer cambio sustancial con respecto a su predecesor descansa en el punto de vista. De la narración en boca de un yo protagonista, pasamos a la suma de voces, a la polifonía. Por un lado, se mantiene al narrador interno. Por otro, aparece narrador en tercera persona, omnisciente y multiselectivo; es decir, varía el foco de su relato, según el personaje del que hable. De esta manera, la novela consigue varios logros: enriquece la textura coral (pues cambian las coordenadas de percepción) y amplía las localizaciones espaciales, que ahora serán internacionales (Francia, Japón, Estados Unidos y España). Vamos: que la novela se ensancha hacia fuera e implosiona hacia dentro.

 

La segunda modificación está relacionada con la anterior. El relato diacrónico muta en relato simultáneo de escenas solapadas, más o menos compensadas a lo largo del libro.

 

La tercera novedad es metaliteraria. Me explico: Mallorquí, como antes que él Unamuno o Cervantes, se convierte en criatura de su propia narración. De este modo, se diluyen las fronteras entre el mundo real y el imaginario. También hará un cameo Pepa, su mujer.

 

Por último, César Mallorquí juega continuamente a ocultarnos información relevante sobre la historia y los personajes. Esto puede hacerlo gracias, como dije, a la incorporación de un segundo narrador, omnisciente. Esta voz se reserva datos para incrementar nuestra atención. Ojo: en muchas ocasiones no colmará nuestro deseo informativo hasta la última entrega de la trilogía.

 

Descrita la técnica, vayamos al argumento. Manual de instrucciones para el fin del mundo nos advirte, de entrada, contra la amenaza que supone Miyazaki: una inteligencia artificial surgida de Internet y que controla desde bases de lanzamientos de misiles a satélites espaciales… Este programa informático supone el mayor peligro al que la Humanidad se haya enfrentado. Debido a su elevada inteligencia, ha diseñado ordenadores cuánticos que le permiten evolucionar y crecer sin límites. En resumidas cuentas: se trata de un monstruo digital que ha puesto en su punto de mira a nuestra especie. Para doblegarlo, un grupo de háckers se esconde en un enclave oculto para diseñar una táctica de ataque. Trabajan bajo la protección y escolta de la mafia rusa. Será, precisamente, la guardaespaldas personal de Óscar, Ekaterina, quien contribuya a la evolución de este personaje, aunque no descrubriremos de qué forma hasta el último tomo.

 

En el punto culminante del libro, casi todos los personajes coinciden en la “colonia”, como cuando se aglutinan en la venta todas las criaturas del Quijote. Sobre las aventuras que viva cada uno nos informa al detalle La hora zulú, a la que dedicaré mi próxima reseña.

 

Manual de instrucción para el fin del mundo contiene todos los elementos que caracterizan a las novelas de aventuras: persecuciones, secuestros, asesinatos, fugas, investigaciones ilícitas y espacios que despiertan nuestra imaginación (laboratorios secretos, fábricas con extremadas medidas de seguridad o humildes habitáculos donde malviven háckers –un nuevo guiño a Matrix). 

 

En fin, el libro nos ofrece entretenimiento a la que invita a la reflexión sobre nuestra dependencia de la tecnología. Omito un tema capital que aborda el libro, porque quiero que lo descubráis vosotros. Tenéis una semana. Sólo os diré que está relacionado con la ingeniería genética y con ese complemento que todos llevamos al salir a la calle.

 

Y hasta aquí. Me despido con palabras de Garcilaso: “No me preguntes más, que lo diré”.

 

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