jueves, 17 de mayo de 2018

Día contra la lgtbfobia



Hace ahora 21 años que publiqué mi primer poemario, Construyéndome en ti (Libertarias/Prodhufi, 1997). En aquel libro adolescente (compuse los poemas entre los 18 y los 19 años) incluí un texto sobre la desazón de quien no podía mostrar en público su amor, por miedo a las reacciones ajenas. Quien reconozca la procedencia de la cita, verá el paralelismo que establezco entre las parejas hetero de postguerra y las homos de finales del siglo XX:


UN CUERPO

                       

                                    ¿A dónde huir, entonces?
                                       Ángel González




Tumbada entre las flores, las amapolas muerden
los restos de ternura que me quedan.



Unos años más tardé, en Napalm (Premio Hiperión, 2001) denuncié abiertamente la persecución homófoba que padecí con mi pareja de entonces. Bien es verdad que la crítica es simbólica, pero en mi taller había fragmentos de expulsiones de cafeterías o insultos en la calle.


IMÁN

                  
      
No serán suficientes las caricias para decir  “te quiero”,
pero mi mano aprieta el corazón
tendido como un puente hacia tu boca.
No caben más guirnaldas en mis venas,
ni más miel en tus pechos.
El más breve latido de tu carne
es un astro que tira de mis ardientes músculos
hacia su mar de brasas o carbones.
Ya en órbita,
doy forma a tu sonrisa con mis labios.

La tarde lentamente va llegando
allí donde termina el tobogán,
mientras cuento uno a uno
los gajos de ternura que me llevo a la boca.
La hostilidad del mundo,
las hélices de plomo
que cortaban el vuelo
a todos nuestros globos y cometas,
vive fuera del cuarto.
En el cuarto,
nuestro amor siembra puertos
donde las naves tienen corazones atados a los puños,
y los mapas revelan
la duda de las norias,
y las brújulas huelen
el resplandor del oro,
y los sueños desbordan los bolsillos
cada vez que se zarpa.

Monedas de sudor
acarician tus senos
y van dejando un rastro
de pisadas de estrellas.
No me duele la vida
cuando veo en tus ojos de gorrión mojado por la lluvia
lo risueño del niño
que espera sonriente como un ancla
su regalo.

No me escuecen las alas
cuando tus labios vienen a salvarme
del incendio en que vivo,
y la pasión nos toma la cintura,
y el ritmo de la sangre golpea los tabiques
y deshace la cama.

Nuestro amor empapela las paredes del cuarto
y vivimos felices entre algodón y fresas.

En la calle es distinto,
la gente nos recibe con una calurosa bienvenida 
                                         [a base de volcanes,
y el odio es un revólver
que apunta a nuestras manos cuando van enlazadas,
que apunta a nuestros labios si nos damos un beso.
Pero somos más fuertes,
y nuestro corazón bombea en las ventanas
                                          [sin miedo a los cristales.


Pero como creo que la lucha contra la homofobia no debe realizarse sólo desde la frustración o la denuncia, sino también desde el canto entusiasta que celebre el amor a la pareja y a la familia creada con ella, en mi último trabajo (Línea de flotación, Ediciones Aguadulce, 2017) también introduje esta composición:





No es más real la nada

que los trenes que oigo,
la noche que me envuelve,
la brisa de las ocho,

que mi cuerpo consciente de que existe,

que este amor absoluto por las cosas,
mi mujer y mis hijos.




Son ya 21 años de actividad literaria y de lucha por los derechos del colectivo lgtb (entre otros, el derecho a la visibilidad).

Y lo que te rondaré morena.


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