Un año ya sin Nacho. Al que recuerdo siempre. Al poeta. Pero sobre todo, al amigo.
Dejo aquí un fragmento de un correo que le escribí en noviembre de 2015, a propósito del libro en el que estaba trabajando
entonces (Expansión. Retroceso, cuyo
título sustituyó en mayo de 2016 por La orquesta revolucionaria), cuya publicación póstuma, en Espasa, parece que tendrá lugar mañana:
“Tu poemario sigue la deliciosa senda de Anatomía de un sueño. Has logrado dotarte de una voz delicada y poderosa a partes iguales,
capaz de la alegría y de la nostalgia. Sus imágenes son yemas potentes, sus
metáforas son pétalos que nos incendian la imaginación. Aquí descansa una
poética original que no tiene parangón entre los demás autores, una voz
personal que te diferencia e individualiza. Personalmente, siento devoción por
los poemas “¿Hasta dónde volarán nuestros pájaros?”, “La sombra del cuervo”,
“La nutria de los días” y “Duermevela”. Cuida y protege esta voz, querido
Nacho. Que la prisa por publicar o la presión de las modas no te la arrebate.
Nada más difícil que la coherencia con nuestra visión del mundo, que la
fidelidad a nuestra propia esencia, y sin embargo, tú defiendes tu poética con
la única arma posible: la de la calidad. Tu mirada dulce, tu compenetración con
la naturaleza, tu solidaridad con los que sufren, son pasaportes hacia la
permanencia. Gracias por compartir conmigo ese camino”.
No dejen de leer el poemario.
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