No lugar. Cindy Jiménez-Vera. Ediciones
Aguadulce. 2017. Bayamón. Puerto Rico. 9 euros. 10 dólares. 71 páginas.
En apenas un lustro, la poeta,
editora, antóloga, bibliotecaria y profesora puertorriqueña Cindy Jiménez-Vera
ha publicado cuatro libros de poemas (alguno “mutante”, según David Caleb): Tegucigalpa
(Aguadulce 2012,
Erizo Editorial 2013), 400 nuevos soles (Aguadulce 2013, Atarraya Cartonera, 2014), Islandia
(EDP University,
2015) y No lugar (Aguadulce,
2017). Todos comparten un fondo social, un compromiso civil que traspasa las
fronteras nacionales, que ejercita la elastiscidad del músculo empático, que
sale de su zona de confort (por humilde que sea) para denunciar las taras del
mundo. Sus dos últimas obras, además, hibridan este talante crítico con el tono
elegiaco. Lucha y pérdida, futuro y pasado, vertebran estos libros, dejando un
tablero ajedrezado donde el negro presagia al blanco, la claridad a la sombra,
las fuerzas que nos hunden a las que nos levantan. Ajedrez. Combate de
emociones. Suma de contrarios sobre la que la autora hace equilibrios para no
caer.
No lugar nos habla de un tránsito, en un
doble sentido. La protagonista lírica del texto ha dejado de habitar su ciudad,
el espacio que la protegía. Perdida la ciudadanía, habita en los márgenes del
mundo, al raso, sacudida por la intemperie de saberse sola y sin vínculos
emocionales con el resto de la humanidad. Pero también nos habla de un tránsito
en clave paulina: Cindy dialoga con la Epístola de San Pablo a los corintios: nuestra vida es prestada, estamos
de paso. El hombre es un homo viator, un peregrino que no debe poner sus ojos en los
bienes –caducos y perecederos– del mundo. Este doble tránsito: el destierro a
la periferia y el viaje por lo efímero, tienen un mismo origen, la muerte de la
Madre. Junto a los poemas íntimos que abordan este tema, la autora introduce la
mirada exterior de la que hablábamos. Del epicentro, enclavado en la isla
antillana (denuncia de los desahucios, de los recortes en Educación y en
Sanidad, de la precariedad laboral, de la crisis energética que sume a Puerto
Rico en la más absoluta oscuridad…), la denuncia se expande en ondas
concéntricas hasta llegar a Siria (asesinato de homosexuales en Palmira,
precioso poema –por cierto– escrito en Colombia allá por 2015).
No lugar insiste en los rasgos
característicos de la poética de Cindy Jiménez-Vera: ironía, chanza,
culturalismo, lenguaje coloquial, compromiso, conciencia crítica y hondura, que
la emparentan con su admirada Gloria Fuertes; poeta nacida no muy lejos de
aquí, y que celebra los versos de la puertorriqueña en las tascas del
cielo.
Con esta reseña presenté el nuevo poemario de la autora en la librería La Sombra (Madrid, España) el pasado lunes 26 de junio de 2017.
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