Hoy, 12 de febrero de 2017, se cumplen veinte años de la
publicación de mi primer libro: el poemario Construyéndome en ti (Libertarias/Prodhufi, 1997). Le
precedieron varios inéditos de adolescencia: Tierra de nadie (1992-1993), Diario urbano (1993-1994) y Esperanto (1994-1995). En ellos buscaba mi
voz imitando a los clásicos (Garcilaso, san Juan de la Cruz, fray Luis de León,
Cervantes) y a los poetas contemporánesos (Federico García Lorca, Vicente
Aleixandre, Juan Ramón Jiménez, Miguel Hernández, Claudio Rodríguez).
Si pincháis aquí encontraréis reseñas y reflexiones sobre
Construyéndome en ti.
Escribí aquel poemario a lo largo del curso 1995-1996
(con 18-19 años), mientras estudiaba 1º de Filología Hispánica en la
Universidad Complutense de Madrid. No llega a los 300 versos. Su brevedad se
debe a una destilación de las influencias previas, a una renuncia de los
ropajes de otros, para concentrarme en mis propias necesidades ideológicas y
estéticas. Por eso me animé a publicarlo. Empezaba a ser yo. Pese a que se
trata de un libro inaugural –no exento de tópicos–, contiene los rasgos
principales de mi voz, que se han ido desarrollando en los siguientes libros,
como no podía ser de otro modo.
Este año cumple también dos décadas el poema que durante
mucho tiempo ha sido el buque-insignia de mi obra: “Imán”, que acabó
abanderando mi segundo poemario, Napalm. Cortometraje poético, con el que conseguí el premio
Hiperión en 2001 (para leerlo, aquí). La lectura no ya sólo de la obra de
Vicente Aleixandre (especialmente de Pasión de la tierra y La destrucción o el amor), sino de los estudios que
dedicó Carlos Bousoño al poeta malagueño y a nuestros clásicos (Teoría de la
expresión poética), fueron
determinantes para dotar de profundidad, poder de evocación y capacidad de
sugestión a mis textos.
El estudio y análisis de la crítica estilística
(idealista y constructivista: Dámaso Alonso, Leo Spitzer; Carlos Bousoño),
supuso un antes y un después en mi creación literaria, así como me proveyó de
herramientas para mis trabajos de investigación. Son también de 1997 los poemas
“Fuga”, “Be strong”, “Antorcha” (Napalm), “El cuerpo y el lenguaje” y “El Constitucional”
(Helio); cuyo
camino estético habría de continuarse en 1998 con los poemas “Nadar a oscuras”
(Napalm), “El
amor es una razón de Estado” –rebautizado “La venda púrpura”– y “Democracia” (Helio); así como en 1999 con el poema
titulado “Delfín” (Napalm). En este viaje me acompañó, además, una autora
combativa y de gran belleza plástica: María Luisa Mora Alameda, con sus
poemarios Este largo viaje hacia la lluvia y Busca y captura (Accésit y Premio Adonáis,
respectivamente, de 1987 y 1993).
En estos veinte años he publicado trece libros –entre
poemarios, ediciones de clásicos para estudiantes, literatura infantil, novela, traducción e investigación–,
además de cientos de reseñas para distintos medios. (Para consultar mi
bibliografía, aquí.)
Quiero agradecer, desde estas líneas, su apoyo a todos
cuantos han confiado en mí a lo largo del tiempo: amigos, editores, familia,
jurados de certámenes, periodistas, docentes y lectores.
Con los alumnos de bachillerato del IES La Vaguada, Zamora |
Construyéndome en ti constituye el primer escalón de
mi quehacer poético. Un paso corto, cierto, pero necesario para ganar en
confianza y seguridad. Así están empezando a caminar mis hijos. Con la ayuda de
unas manos firmes, con titubeos, con la alegría de quien logra mantener el
equilibrio y sabe que la técnica sólo puede mejorar; eso sí, a base de
paciencia, de caídas, de constancia y de esfuerzo. Por eso tengo tanto cariño a
este poemario.
Con los tres sonetos del libro (“Habibi”, “Sangría”
–fechados en enero y febrero de 1996–) y “Sutileza” –junio de 1995, escrito en
COU–), reunidos bajo el título “Renacimiento”, previamente había ganado en mayo
de 1996 el segundo premio del certamen de poesía José Hierro. Recogió la
noticia El País. Pinchad
aquí para leerla. Lo ganaría al año siguiente con "Imán".
Os dejo algunos textos del poemario:
Un cuerpo
¿A
dónde huir, entonces?
Ángel González
Tumbada entre las flores,
las amapolas muerden
los restos de
ternura que me quedan.
Habibi
Se me cuaja la sangre
cuando veo
la rosa de tus
labios encrespada;
y es mi sangre un
helado de granada,
y es tu rosa mi
más firme deseo.
Me derrites con
ese bamboleo
de leche con
espuma desbordada;
y por beberla
avanzo entusiasmada
como el polen
directa a su apogeo.
Pero la timidez
irreductible
que por costumbre
sale de tu boca
el corazón me
deja disgustado.
Y al no poder
librarme de esa roca
una punta de
acero, inamovible,
se clava como un
pez en mi costado.
Sangría
El gesto de mi mano vuela
al viento
como si fuese el
filo de una espada
o los dientes de
sangre en la granada
cuando al
morderla saltan del contento.
Una urgencia de
tigre en la mirada
ilumina mis ojos
y presiento
a la intranquila
rosa de mi aliento
acercarse a tu
boca disparada.
El duro vendaval
de mi presencia
ni para ni se
cansa de acosarte
¡como si no
pensara en otra cosa!
Y en vigilancia
tienes mi insistencia
para que ya no
pueda desnudarte
con mis ojos, mis
manos y mi rosa.
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