El actual sistema de acceso a la enseñanza pública nos
equipara a los profesores con los atletas. Cada dos años –últimamente la
convocatoria es incluso anual– nos obliga a asistir a una prueba para demostrar
nuestra valía, ignorando las marcas –las notas– alcanzadas los años previos.
Pero tal equivalencia es un auténtico error.
En la prueba de los 100 metros lisos de los campeonatos
del mundo hay que demostrar cada dos años quién es la mujer o el hombre más
veloz, no te guardan la marca de una cita para otra. Es una prueba que evalúa
el presente. No sanciona quién tiene aptitudes para la velocidad o el
atletismo, sino quién es el atleta imbatible ese año. Esto es así porque la
fortaleza del cuerpo se deteriora muy rápido. La vida de un atleta es efímera y
apenas dura un tiempo.
¿Pero qué pasa con la vida profesional de los profesores?
¿Por qué tienen éstos que examinarse cada dos años, igual que los velocistas o
los lanzadores de disco? Los conocimientos demostrados en una oposición se
almacenan en la memoria durante décadas. No se desgastan ni se debilitan con la
edad. ¿Entonces?
Las oposiciones de enseñanza secundaria no deberían estar
pensadas para saber quién es el mejor opositor en una determinada convocatoria,
sino para saber quién reúne los conocimientos, las habilidades y las destrezas
que le vayan a servir para toda su carrera docente, que se puede prolongar
durante más de treinta años.
De lo contrario, si sólo importa lo que seas un año
concreto, una convocatoria precisa, entonces nada exime al claustro en su
conjunto (funcionarios interinos, en expectativa y de carrera) del deber de
demostrar su valía en una prueba externa que lo examine curso tras curso hasta
el día de la jubilación.
¿Por qué sobre los profesores interinos –la mayoría hemos
aprobado la oposición de secundaria varias veces, y con muy buenas notas– recae
la sospecha de que puedan perder conocimientos y aptitudes de un año para otro,
y sobre los funcionarios de carrera, no? ¿Qué malformación genética se
desactiva cuando se consigue la plaza?
Lo mismo el profesor interino no tiene ninguna tara genética,
y como el funcionario de carrera, posee una gran capacidad de almacenaje de
información, de entusiasmo, de adaptación y de innovación, de modo que no tiene
porqué pasar año tras año por los campeonatos de las oposiciones, porque sus
facultades intelectuales y pedagógicas ni se desgastan con la edad ni se
menoscaban, ni se pierden, ni se deterioran.
Por eso, es necesario el NAD, un nuevo acceso a la función
docente más razonable y justo que el tenemos ahora. El NAD pide la no
caducidad de notas
de los opositores, de modo que se les sume la nota de baremo (según los
criterios de ponderación estatales) para entrar directamente en la
lucha por una plaza.
La Educación Pública ganará en calidad en cuanto la
administración deje de jugar con la vida de sus profesores; liberados de una
oposición que ya han aprobado tendrán más tiempo para invertir en sus
estudiantes, más ánimo y más energía que la que ahora les agota una prueba
absurda que ya han superado varias veces.
La verdad es que estoy de acuerdo en lo que dice. No sé lo que es el NAD pero lo que está claro es que es necesario un cambio. Este año me he presentado por primera vez y he podido comprobar que el ambiente previo al examen es el que hay momentos antes de un combate de karate, por ejemplo. Y luego está el asunto de las correcciones. No te enseñan el examen. Lo único que puedes hacer es solicitar una revisión, que no sirve para casi nada.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Guillermo.
ResponderEliminarAquí defiendo también el NAD: http://ariadnaggarcia.blogspot.com.es/2016/08/en-defensa-del-nad-nuevo-acceso-docente_17.html
Y el NAD es esto: http://accesodocencia.blogspot.com.es/2016/08/decalogo-nad.html
Como ex profesor interino de Secundaria (2008-2011) estoy de acuerdo en lo expuesto. Y esa literaria comparación con el atleta de fondo igual. ¿Es que no ha de reciclarse y seguir aprendiendo el docente que consigue su plaza? Porque lo aleatorio del sistema de oposiciones (temas a desarrollar, evaluación sui generis de cada tribunal...) a veces vuelve perverso el acceso, y pierde una objetividad de savoir faire en cursos precedentes.
ResponderEliminarNacho
Exacto, Nacho. Gracias por tu aportación.
ResponderEliminarQuizá ya lo conozcan, pero me gustaría recomendar el "Panfleto antipedagógico". Es un libro muy interesante.
ResponderEliminarAdemás, os dejo un enlace de mi blog, en el que hay una reflexión de Gregorio Marañón respecto al método oposicionista. Es verdad que es un poco anacrónica, porque es de mediados del siglo pasado, pero sirve para demostrar que no ha cambiado mucho el asunto.
http://guillermosecundario.blogspot.com.es/2016/08/cajal-su-tiempo-y-el-nuestro-i.html
Gracias.
Otra visión sobre el asunto, más injusta en mi opinión:
ResponderEliminarhttp://blogs.elconfidencial.com/cultura/mala-fama/2016-07-27/oposiciones-lengua-literatura-profesores-no-sabes-nada_1238872/
En general no sólo para los interinos, sino para la educación en general las oposiciones es un sistema arcaico que ha perdido validez hace mucho. Porque como cualquier examen no prueba la valía pedagógica del profesor, sino la capacidad de aprender unos temas. Luego pasa lo que pasa, profesores excelentes mantienen la interinidad mientras que pésimos docentes la han conseguido, sólo por ser más capaces o por el tribunal que les ha tocado o por cuestiones ajenas a la docencia per se. Y por supuesto, lo que no es lógico es lo que mencionas, Ariadna, que un interino cuya nota estuvo demasiado cerca de ser plaza tenga que empezar desde cero al mismo nivel que gente que se presenta por primera vez que, además, puede carecer de la necesaria experiencia como docente que un interino ya tiene. Como bien dices, la educación ganaría en calidad de aplicarse otros baremos.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Didac. A ver si ahora nos unimos todos, funcionarios docentes interinos, en expectativa y de carrera para promover el NAD. Todos formamos parte de un mismo sistema, y cuanto mejor estemos todos, mejor funcionará la maquinaria.
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