El Ministerio de Sanidad, liderado por Ana Mato (que de
matar esperanzas y sueños de la ciudadanía está demostrando que sabe lo suyo),
anuncia que excluye a las parejas de mujeres lesbianas del acceso gratuito a
las técnicas de reproducción asistida. Ya en octubre de 2012 se anunciaba esta
propuesta. Según los expertos que asesoraron a la ministra, esta exclusión
obedece a razones meramente clínicas, no ideológicas. Argumentan que todos estos tratamientos (inseminaciones, ovodonaciones,
reproducciones in vitro…) tienen como fin contrarrestar la infertilidad de las
parejas. Y claro, las mujeres lesbianas son fértiles. Basta con que mantengan
relaciones sexuales con hombres para que se queden embarazadas. Bien. Pues que se aplique este mismo criterio a las parejas heterosexuales,
porque uno de los miembros puede no ser fértil, pero el otro sí que lo es. Es
decir, que puede hacer el amor con otro hombre o mujer (según la coyuntura)
para garantizarse el embarazo. Lo cierto es que ninguna pareja –homosexual o
hetero– se avendrá jamás a este procedimiento porque por encima de todo prevale el
amor y la lealtad entre dos personas que han elegido libremente compartir sus
vidas.
A ver si se entera la ministra de que en democracia todos
tenemos el derecho a jugar con las mismas reglas, y de que la sanidad es un
servicio de acceso gratuito para cualquier familia. Pero aunque no se entere –con
tanto viaje y tanta fiesta seguro que ha perdido la noción de la realidad–, y
pese al trato discriminatorio que fomenta e irradia desde un Ministerio Público,
las parejas de mujeres lesbianas seguiremos teniendo a nuestros hijos en clínicas
y hospitales privados. No nos va a matar la ilusión de la maternidad, ni tampoco las ganas
de seguir trabajando –con nuestros hijos– por un mundo más justo.
Por experiencia, yo creo que, aparte de lo obvio y repugnante, el problema tiene una doble vertiente. Lo mismo ocurre cuando en una pareja (heterosexual o no)se pasa de una edad determinada (que ahora es absurda a la hora de tener hijos si hablamos de esperanzas de vida)de 39 años. No me puedo extender mucho por discreción con terceros, pero conozco el tema de cerca profesional y emocionalmente. Dentro de unos meses también está planificado que sólo puedan optar a estos tratamientos, las parejas casadas. Lo que si vamos acotando, aún hace más interesante el tema. De primera mano sé que dentro de casadas, se priorizará por tribunal, las más urgentes (véase las casadas por la iglesia) y las que vayan a poder mantener al niño (véase, las ricas).
ResponderEliminarAparte de la discriminación integral, cosa se pone más macabra. Simplemente existe la opción de acudir a la sanidad privada. Exacto. El precio, sin donación de semen (óvulo se triplica) ni los medicamentos necesarios, es de unos 12.000 euros, dependiendo de las clínicas y el método de fertilización (por lo general inyecciones diarias de hormonas durante un mes) con procedimiento IPSI. El semen de donante suele variar: unos 1500 euros más menos. Y los inyectables son 700 euros por caja, que ellos venden en sus farmacias asociadas, una caja dura una semana, mínimo son necesarias cuatro semanas de DOS tipos de inyecciones en casos de infertilidad.
No es que no se entere: es lo de siempre. ¿Sabes a quién pertenecen el 98% de las clínicas de fertilidad del país? Pues a sus grupos sanitarios (no hablo ya de Sanitas, Adeslas, etc.) sino a las grandes empresas que son los dueños de estas y que, curiosamente, también se están quedando con los hospitales públicos y en su mayor parte pertenecen a la iglesia (que siempre anda muy interesada en traer niños al mundo, que cuando les pagan da igual que sean niños de lesbianas). Ellos saben muy bien de las ilusiones de los estériles y las parejas de mujeres lesbianas. Simplemente lo que quieren es que no pierdas la ilusión, claro, quieren que pases por caja, vosotras, nosotros, todo quisqui. Y si, de paso, meten el dedo en el ojo, a vosotras por antinatura y a otros por rojos (quizá ambas cosas a la vez), pues más que mejor. El rollo es tan macabro como imponer su moralidad y si te la quieres saltar, pues como se ha hecho desde siempre: pagas por bula. Es el único método que conocen y les ha ido de puta madre.
Es de pura y llana vergüenza. Una trampa de puta madre (término que viene muy a cuento; somos sus putas y sus madres).
En resumen que lo de la sanidad es un servicio ¿gratuito? (de gratuito nada, es un servicio que pagamos todos y cada uno de nosotros, todos los meses, con los impuestos que nos quitan y cuyos déficit se mantenían con los ingresos de empresas públicas que ellos han privatizado como transporte, telefonía,etc.) sólo para ellos: los demás a pasar por caja.
Es de vergüenza.
Gracias por el post, Fernando. La verdad es que el futuro pinta muy negro. Pero como digo en el último párrafo, lo combatiremos en familia :)
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