Verónica Aranda:
«Es la primera vez que se publica en España un libro de
poemas del recientemente fallecido Ray Bradbury. Este escritor autodidacta
nacido en 1920, maestro de la ciencia ficción y de la fantasía con obras
imprescindibles como Crónicas marcianas y Fahrenheit 451, cultivó también la
poesía durante toda su vida.
»Vivo en lo invisible (Salto de página, 2013) recopila
poemas escritos entre 1953 y 2002, que ofrecen un mosaico representativo del
concepto estético y filosófico del autor de Illinois y sus máximas a la hora de
crear: «Mezclar la diversidad de verdades, lo ininteligible y lo luminoso.» Sin
duda, una poética que quiere abarcar el universo, descifrando sus pequeños
enigmas. Muchos poemas del libro ahondan en la metapoesía, y ese ansia de
conocimiento, de anotar cada instante vivido hacen de Bradbury un poeta que
escribe con avidez existencial, como forma de salvación: «Mi única tarea es
apuntarlo todo/ antes de que esas malditas cosas me ahoguen de alegría/ o me
metan en una caja para esa larga noche que no tiene final.» Todo ello impregna
su poética de cierto realismo épico.
»Una de las características de la poesía norteamericana
que también percibimos en Ray Bradbury es el considerar el universo entero como
una extensión del individuo, hasta donde puede alcanzar su pensamiento. Desde
la quietud de lo contemplativo, el poeta puede trasladarse a planetas distantes
sin perder el sentido de pertenencia a ese fragmento de universo, percibiéndolo
también sensorialmente.
»A medida que nos vamos adentrando en el poemario, nos
sorprende la variedad temática del autor americano, cuyo punto de partida es lo
doméstico, sirviéndose de metáforas muy visuales-poemas dedicados a su mujer
Maggie y a sus hijos, un recuerdo a su padre, el tedio de un domingo en Dublín
o la ducha como lugar idílico para llorar-debatiéndose muchas veces entre la
introspección y lo colectivo, sin eludir el compromiso social. Asimismo,
abundan los poemas con referencias culturales sobre el arte, la ciencia o los
diálogos con obras literarias, como los que dedica a Shakespeare, Melville y H.
G. Wells, sus escritores de cabecera. Pero sus grandes temas serán la
identidad, Dios (en forma de panteísmo), el paso del tiempo, el deseo de
permanencia y la madurez, en los que convergen diferentes tiempos y espacios,
algo característico de la faceta lúcida de Ray Bradbury, llena de juegos y
desplazamientos. A través de un humor ácido, plasma en algunos textos la
mortalidad inevitable del ser humano: «Ojalá hubiésemos sido más altos/ y hubiésemos
tocado el puño de la camisa de Dios, su dobladillo,/ no tendríamos que dormir y
partir/ con los que ya se fueron.»
»Mención aparte merece la métrica y rima de los poemas,
sobre las que el autor norteamericano ejerció un gran dominio, desde el verso
libre hasta el alejandrino consonántico, creando un estilo a veces descuidado,
otras hermético o surrealista, fruto de esa escritura enfebrecida, entre la
memoria y el subconsciente. Leer los textos en voz alta es un ejercicio de pura
musicalidad. Con buen criterio, las traductoras del libro, Ariadna G. García y
Ruth Guajardo, han optado por prescindir de la métrica Bradburiana en la
traducción, salvo algunos endecasílabos y heptasílabos en determinados pasajes,
logrando una versión en castellano muy fluida; tarea nada fácil. Los lectores
de la prosa de Bradbury o los que se acerquen a su obra por primera vez, tendrán
entre sus manos a un autor que “en cada verso aletea vida”, como mencionan las
traductoras en el ilustrativo prólogo; a un poeta que no bajó nunca la guardia,
porque “uno tiene que mantenerse borracho de escritura para que la realidad no
lo aniquile”.»
Reseña publicada el 12 de septiembre en La Tormenta en un vaso.
Estupendos poemas los de este libro. Próximamente incluiremos algunos en ZdeP. Saludos desde Granada (España).
ResponderEliminar