domingo, 31 de marzo de 2024

Una luz difícil


Una luz difícil, Tomás Gonzlález. Sexto Piso. 2023

 

 

 

 

No pensaba escribir este artículo, por falta de tiempo; pero al final se me impone la búscadora de nexos que hay en mí y no he podido más que rendirme al peso del entramado cultural que distingo en el libro. Esto no quiere decir que el autor se haya nutrido de las citas de las que voy a hablar, sino que yo gusto de enhebrar distintas lanas para tejer mis reseñas. En cualquier caso, los vínculos están ahí. Ya sea por pura casualidad o porque mi ojo crítico no pierde la ocasión de señalar los lugares de encuentro.

El protagonista de Una luz difícil es pintor. Alguien sujeto como todo el mundo a los vaivenes emocionales. Sin embargo, que sea un artista (plástico) cambia las cosas. Tras el accidente de tráfico de uno de sus hijos se avergüenza del reconocimiento mediático que recibe su obra. La felicidad viene descompesanda por la pena. Y no obstante, expone sus pinturas porque, al final, debe salvar el Arte. Al público que visita las galerías le trae sin cuidado que la estabilidad emocional del pintor ya no concuerde con su estado de ánimo después de la catástrofe. Y él acaba sobreponiéndose a sus trágicas circunstancias personales para promocionar una serie de cuadros de una etapa anterior con la que ya no se identifica, pero los expectadores. Y he aquí el artista. El que hace de tripas corazón. El ser humano que sufre, pero trata de ofrecer la belleza que sintió (en una etapa biográfica pretérita) a sus conciudadanos. El dinero de las ventas, además, le resulta indispensable para pagar las medicinas y tratamientos que su hijo necesita para sobrevivir con cierta dignidad.

El balance que de su vida hace David en la vejez, pese a la tristeza que le producen las desapariciones de dos de sus seres más queridos, es realmente positivo. Aquí veo yo una concomitancia con el mensaje que el filósofo Ludwig Wittgentein dejó a sus amigos poco antes de morir. La cita la recoge Juan Antonio González Iglesias. Por lo visto, el también lingüista pidió a la esposa de su médico que les comunicase al llegar: “Diles que mi vida ha sido maravillosa”. Quien haya leído Una luz difícil verá la analogía sin remedio.

La novela se centra en un par de aspectos que justifican, sobradamente, un juicio tan favorable. El primero es el Arte. Durante el proceso creativo se siente ilimitado. Eterno y, por supuesto, feliz. El otro es el Amor. Un amor inseparable de su faceta erótica. Quién no se siente un dios cuando posee a la persona amada, cuando la da placer y lo recibe. Y en estos puntos distingo un puente entre Tomás González y Jorge Riechmann. Escribe este último: “El amor/ la poesía / dan sentido a esta aventura ambigua / que llamamos vivir” (Rengo Wrongo). Pero, sobre todo, sentencia: “El amor carnal es sacramento, el gran arte es sacramento […] y no se me ocurre nada más que lo sea” (Conversaciones entre alquimistas). Pintores y poetas, fecundos en Eros y en proyectos artísticos, percibimos la divinidad cuando satisfacemos el deseo o cuando creamos. Dicho esto, añado, con permiso de Riechmann, que la amistad (valor epicúreo donde los haya) también puede ser sagrada. Así lo cree Mario Míguez: “La amistad verdadera […] es como el amor un sacramento” (El cazador). No en vano, serán los amigos quienes sostengan a David en sus últimos años, ya de viejo. Esta dulzura final inclina la balanza de la existencia a favor del resumen feliz. Pero, como adelantábamos, Eros y Arte ya habían inclinado la balanza de su lado.

El estado de conformidad con que David acoge los cambios en su vida (las muertes, la pérdida de visión…) es de signo estoico; la satisfacción de sus deseos naturales y necesarios (“Cuando tengo hambre, como; cuando tengo sed, bebo”, Pág. 146), así como la limitación de sus deseos son de origen epicúreo. Poco más se necesita para sentirse dichoso a una edad tan avanzada como la suya. Juan Gil-Albert, en el texto en prosa Autoretrato, haciendo balance de su existencia unas horas antes de cumplir los setenta, declaraba también con rotundidad: “Me siento feliz”.

 

            


miércoles, 27 de marzo de 2024

Un poema de Sabiduría de los límites

 


Dejo por aquí un poema de mi nuevo poemario Sabiduría de los límites. Línea de flotación (Universidad de Alcalá de Henares. 2023).

 

En breve, unas líneas sobre lo que pretendo con el libro y lo que pienso de él.

 

 

viernes, 22 de marzo de 2024

Fallamos el Hiperión




Ayer, 21 de marzo (Día Internacional de la Poesía), hicimos público el libro ganador del último Premio Hiperión: Oro en las grietas, escrito por Lorenzo Roal (1992).

Os dejo por aquí un enlace a El Cultural, suplemento del diario El Español, que ayer recogió la noticia:

https://www.elespanol.com/el-cultural/letras/20240321/lorenzo-roal-gana-premio-hiperion-obra-oro-grietas/841666090_0.html

Seguimos.



domingo, 3 de marzo de 2024

Un recuerdo de la presentación en Alcalá de Henares


 

             El pasado 27 de febrero presenté mi doble poemario, Sabiduría de los límites. Línea de flotación, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá de Henares. Tuve la suerte de contar con la complicidad y el cariño de Javier Lostalé. Al otro lado de la mesa, Ángela Álvarez Sáez nos daba a conocer su nueva obra (Canción de cuna) de la mano de Verónica Aranda. Detrás de todos nosotros, la energía y el talento de Francisco José Martínez Morán, que hizo de entusiasta anfitrión. Gracias le doy, además, por pedirme un manuscrito en 2021 para De luz, piedra y espejo, la colección de poesía que dirige en la UAM.

             Seguimos.