El
feminismo
en el siglo XVIII
Las mujeres son
educadas para anularse como personas. Se olvidan de sí en aras de la felicidad
de sus maridos, a quienes deben complacer en todo. La culpa, la vergüenza o la
penalización social les hace obedecer las decisiones que sus familiares toman
por ellas: les eligen esposo, y les arreglan matrimonios de conveniencia con
hombres que les sacan varias décadas. Para Rousseau, el estado natural de la
mujer es la dependencia, rechaza que pueda razonar y niega que esté capacitada
para recibir la misma educación que el hombre.
Benito Pérez
Feijoo. Teatro Crítico Universal. 1726
En
grave empeño me pongo. No es ya sólo un vulgo ignorante con quien entro en la
contienda: defender a todas las mujeres […] A tanto se ha extendido la opinión
común en vilipendio de las mujeres, que apenas admite en ellas cosa buena. En
lo moral las llena de defectos, y en lo físico de imperfecciones. Pero donde
más fuerza hace, es en la limitación de sus entendimientos. Por esta razón,
después de defenderlas con alguna brevedad sobre otros capítulos, discurriré
más largamente sobre su aptitud para todo género de ciencias, y conocimientos
sublimes. […]
El
feminismo
en el siglo XIX
Aparecen ahora dos
tipos de mujeres: las que optan por la instrucción y la cultura, sin renunciar
al matrimonio; y las que centran sus esfuerzos en casarse. Frente a la
educación ornamental, se reivindica su derecho al trabajo.
Leopoldo Alas
“Clarín”. Amor y economía. 1879
El novio que Vd., hermosísima lectora, se escoge, es un novio en la
verdadera acepción de la palabra. El novio que escoge su papá de Vd. es el
novio económico. Excuso decir que el novio económico suele ser más viejo y más
feo que el otro. Pero Vds., pías lectoras, suelen casarse por la economía. Un señor
alemán muy excéntrico y que tenía un apellido muy raro (¡figúrense Vds. que se
llamaba Schopenhauer!) dijo que los mejores matrimonios son esos que no se
hacen por amor, sino por arreglo, porque en ellos no se sacrifica el individuo
a la especie, como sucede en los consorcios por cariño, en los cuales sin más
fin que el de.... Verán Vds.; esto se puede decir de muchas maneras;... yo
diré.... arrullarse (no es precisamente arrullarse) estos esposos olvidan su
propio interés y trabajan inconscientemente por la especie, es decir, porque no
se acabe el mundo. Casi todas Vds. prefieren el novio económico al novio
inconsciente que se sacrifica a la especie. Si las generaciones que nos han
precedido en vez de pasarse las horas muertas cantando los desdenes de las
ingratas hubieran resuelto el problema del amor y la economía, a estas horas la
mujer en vez de ser esclava de sus necesidades, cubiertas estas, viviría en la
atmósfera purísima del idealismo. La mujer quiere amor; conoce que ha nacido
para el amor, su corazón se lo pide, el cuerpo lo reclama, y está dispuesta,
como el más pintado, a perpetuar la especie, en lo que de ella dependa. Pero,
por lo mismo que quiere el amor de veras, procura el amor en condiciones de
viabilidad. Si se une a un novio no económico, que no tiene donde caerse
muerto, ya sabe que su amor será hambre para hoy y hambre para mañana. Pues
entonces ¿qué se ha de hacer? Una de dos: o hagamos ricos a todos los hombres
para que la mujer pueda escoger, no según la economía, sino según el amor,
o.... y esta es mi tesis.... o pongamos a la mujer en condiciones de ganarse la
vida, de ser económicamente libre, independiente, para que si su corazón se lo
pide, pueda cargar con uno de tantos amadores sin oficio ni beneficio.
El
feminismo
en el Fin de Siglo
J. Stuart publica La
sujeción de la mujer (Londres.
1869), donde pide la supresión del matrimonio por conferir poderes legales a
los maridos sobre sus esposas.
Pío Baroja. La
ciudad de la niebla.
1909.
A la hora del té se reunieron en el salón varios amigos de Wanda […] dos
señoritas rusas, escritoras, una de ellas hombruna, morena, de ojos negros,
facciones pronunciadas, andares decididos e indumentaria masculina. Se llamaba
Julia Garchin. Ésta […] quería la supresión del matrimonio y la igualdad absoluta
de derechos entre los dos sexos. […]
-La
igualdad sería imposible -dijo el marinero noruego-; la mujer no sirve para las mismas faenas que el hombre. No vale para
muchas cosas.
-Yo creo que vale más.
-¿Hasta
para subir al palo mayor? -preguntó irónicamente el marino.
-Para
todo. Además tiene más nervio, mayor vigor moral, y es capaz de cualquier
sacrificio para ayudar a la emancipación humana, el hombre moderno, cobarde y
vicioso, no piensa más que en sus placeres y en su satisfacción personal. […]
-Yo
creo que lo que dice Julia es verdad -repuso Wanda-. La mujer es tan fuerte como el hombre.
-Sería
mejor decir -agregué-: el hombre es tan débil como la mujer.
-El odio con que se miran los hombres allí, oculta un poco la curiosidad,
la envidia y los demás sentimientos femeninos -afirmó
mi padre.
-¿Femeninos
solo? -dije yo.
-Los
llamamos femeninos replicó Roche- aunque sean tan frecuentes entre los hombres como en las mujeres.
Cuando triunfe el feminismo, ustedes llamarán a las malas pasiones que denigran
sentimientos masculinos, y se habrán vengado.
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La
novela se localiza en Londres, ciudad industrializada y cosmopolita. María
Aracil entabla amistad con dos mujeres pintoras con las que convivirá en un
piso de alquiler. |
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Garchin
recoge el ideario libertario de la escritora Alexandra Kollontai, quien aboga
por el amor libre: unión basada en el respeto y en el reconocimiento mutuo de
la libertad del otro. |
Baroja critica los
caracteres que Rosseau adscribió a las mujeres, fundamento de su educación
diferencial. |
El
feminismo
en los años 20 y en la II República
En los años 20 se crea
la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, institución dirigida por Clara
Campoamor y Victoria Kent, que reclaman el sufragio femenino, que aprobará la
República en 1931.
Enrique Jardiel Poncela. Amor se escribe
sin hache. 1929.
Sucesivamente Sylvia amó a toda la
servidumbre que se afeitaba y vivía en el castillo.
Y la noche en que se cumplía el
novenario del entierro de lord Brums, sir Ranulfo Maculay ofreció su brazo a
Sylvia, la llevó al hall del
castillo y le habló así:
-Sylvia: eres ya una mujer…
-Lo sé -replicó ella, que aborrecía los
prólogos inútiles.
-Y yo, Sylvia soy un hombre…
-Lo sospeché al momento, sir Ranulfo.
-Pues
bien, Sylvia; cuando un hombre y una mujer se han encontrado solos como
nosotros, se han casado. Esto viene ocurriendo desde el tiempo de Adán.
-Adán y Eva no se casaron, sir.
-Por eso su pecado fue original. Pero
tú y yo, que somos más vulgares, debemos casarnos.
Parodia
de la novela erótica, género que tuvo un éxito arrollador durante los años 20 y
30 por causas familiares –matrimonios de conveniencia– e individuales
–represión sexual–). Esta obra caricaturiza los tópicos del género y ofrece una
visión emancipadora de la mujer: sexualmente activa y celosa de su
libertad.
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El
feminismo
en la Dictadura I (de la posguerra a 1959)
El régimen militar
abole los derechos de las mujeres y regula una legislación que les niega su
autonomía. Las esposas necesitan un permiso especial de sus maridos para
trabajar, abrir una cuenta bancaria o solicitar el pasaporte. La educación
segrega a chicas y chicos, que reciben una instrucción diferenciada hasta 1970.
Pese a los usos amorosos de la posguerra, las escritoras tratan de ofrecer
modelos femeninos alternativos.
Ana María Matute. Luciérnagas.
1949
(1955).
1. Bah, no tengas miedo -quiso
tranquilizarla, ahogando sus propios temores-.
Nadie me va a comer, y esto nos puede ayudar mucho. Ya tengo casi dieciocho
años. No puedo estar de manos cruzadas. Debes comprenderlo, mamá. Los tiempos han cambiado.
2. Sol. Óyeme. Es verdad que no entra en mi mundo, en mi vida, esto que me
dices. Que me duele, como solo tú puedes saberlo. ¡Pero no quiero dejarte ni
ahora ni nunca! [...] Haremos lo que sea para arreglarlo, para que seas feliz.
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Como Katniss Everdeen, Sol
asume la responsabilidad de sostener a su familia tras la Guerra Civil, ante la
pasividad de su madre, cuyo marido es asesinado.
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2. Sol se queda embarazada de
su amante, y la madre, pese a que no están casados, acaba aceptando la
situación. |
El
feminismo
en la Dictadura II (de 1960 a 1975)
El feminismo en España
empieza a cobrar importancia a partir de 1965, que se crea el Movimiento
Democrático de Mujeres, vinculado al Partido Comunista. En 1974 se celebra, con
apoyo de la UNESCO, el Año Internacional de la Mujer. Entre las
reivindicaciones de los colectivos feministas se encuentran: la eliminación del
delito de adulterio, la despenalización del uso de anticonceptivos o la
despenalización del aborto.
Alejandra Pizarnik.
Diarios. 1962.
Soy mujer. Y un entrañable calor me
abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las otras mujeres, de aquellas
que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel suave y tierno
corazón guerrero.
El feminismo en la Transición y
en la Democracia
Son muchas las
conquistas logradas, aunque queda por erradicar la violencia de género, o
acabar con el machismo institucional.
María Luisa Mora Alameda. Este largo
viaje hacia la lluvia. 1987.
Dame la mano, amor, que no podemos
descansar todavía. […]
Si no puedes con todo
te llevaré en
los brazos.
Has visto que soy fuerte
y que puedo arrasar todo el abismo.
Mataré los juagares si se atreven
a acercarse a nosotros.
Antes de que emprendiéramos el viaje
cogí todas las armas
que tú me regalaste
y me mentalicé para la lucha.
Puedo con el desdén de las anémonas,
con la desilusión
de todos los reptiles,
con la envidia mortal del aguacero.
Apóyate en mi hombro.
A mí nada me agota,
ni siquiera la lluvia.
El poema subvierte el rol
pasivo, débil, asociado tradicionalmente a la mujer. |
En 2016, SM me encargó realizar una antología de temas literarios que abarcara desde el siglo XVIII hasta la actualidad, el cuaderno acompaña al libro de texto de 4ºESO. En primera instancia, uno de aquellos motivos fue el Feminismo, aunque finalmente, lo acabaron descartando. Aprovechando que hoy el 8 de marzo, lo publico en mi blog. Las notas y la selección, por tanto, son de mi autoría.