Antología. Juana Inés de la Cruz

miércoles, 17 de agosto de 2016

En defensa del NAD (Nuevo Acceso Docente)



 
El vigente sistema estatal de acceso a la función docente debe ser modificado. Desde hace años, los profesores interinos venimos reclamando el NAD, un nuevo acceso más razonable y justo que el tenemos ahora. El NAD pide la no caducidad de notas de los opositores, de modo que se les sume la nota de baremo para entrar directamente en la lucha por una plaza. Esta petición es de sentido común. ¿Por qué un profesor debe demostrar convocatoria a convocatoria que posee unos conocimientos, unas destrezas y unas habilidades pedagógicas que ya ha demostrado que tiene? ¿Por qué una docente debe aparcar su vida, dejar en la cuneta las horas dedicadas a sus hijos, a sus aficiones, para preparar una oposición que ya ha aprobado en varias ocasiones? ¿Qué castigo es ése? El NAD está pensado para poner fin al castigo de Sísifo que los profesores padecen, y por el que sale perdiendo tanto el claustro como los estudiantes. Si los profesores tienen que encerrarse en casa para repasar unos temarios, ejercicios y una programación que ya han demostrado que dominan, ¿quién sale perdiendo? Para empezar, ellos, que ven frustrados sus planes de presente; en segundo lugar, sus familias, que dejan de su gozar de una piedra angular en casa; pero en tecer lugar, los estudiantes: lógicamente, un profesor enfrascado en una oposición carece de tiempo y fuerzas para innovar y proponer actividades atractivas a sus muchachos.

Por eso es razonable dejar la nota más alta que haya alcanzado cada opositor a lo largo del tiempo. El que quiera superarla sólo tendría que presentarse voluntariamente a la oposición, pero ésta no sería obligatoria para los demás.

Un profesor que ha aprobado de manera sistemática todas las convocatorias de los últimos ocho años, ¿no ha demostrado ya su valía? ¿Cuántas veces la ha demostrado el que se sacó la plaza a la primera porque ese año se ofertó un número altísimo de puestos? Los dos forman parte del sistema, se enfrentan a los mismos problemas, imparten sus clases con la misma profesionalidad, ¿por qué a uno se le obliga a demostrar año tras año sus conocimientos y aptitudes, y al otro no?

Si yo he sacado un 7 en un proceso selectivo y me quedé sin plaza porque ese año sólo se ofertaron 27, y otro opositor, pongamos que con otro 7 (o un 6 o un 5), sí se la sacó porque ese año se ofertaron más; ¿qué nos diferencia? ¿La suerte de haber sacado la nota adecuada en la oposición precisa?  ¿Y por eso yo he seguir penando, con la misma nota o incluso más que él? Qué sistema de selección es éste. ¿Qué culpa tengo yo de que sacasen un número ridículo de plazas el año que saqué mi mejor nota? Si esa convocatoria se hubiesen dado 200 plazas en vez de 27 o 3, yo ya estaría dentro; y como yo, otros muchos compañeros que han dado lo mejor de sí en unas oposiciones muy duras, con unos criterios muy exigentes, y que se merecen mayor respeto hacia su sacrificio y el de sus familiares.

Desde aquí os pido la máxima difusión (y defensa) del NAD para acabar con el castigo que obliga a los funcionarios interinos a subir la piedra de la oposición todos los años, lo que repercute negativamente en sus vidas y en la vida de los centros. 


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