Antología. Juana Inés de la Cruz

jueves, 4 de diciembre de 2014

El comité de la noche



  
El comité de la noche, Belén Gopegui. Random House Mondadori. 2014. 260 páginas.



La escritora madrileña, tras Acceso no autorizado, parece haberse especializado en el género del thriller. Si en aquella novela Belén Gopegui especulaba sobre las intrigas políticas del partido en el gobierno, en esta última los protagonistas son ciudadanos de a pie, excluidos sociales, marginados, parados, como los hay a miles. Ambas obras representan la cara y el envés de la España de hoy. Si en la primera se describe la pésima gestión de la crisis por parte de nuestros responsables políticos, su corrupción interna y el sentimiento de culpa de quien no se ha arriesgado lo suficiente en la defensa de los demás, en la segunda el foco de pone en el empobrecimiento de la clase media, en el aumento del paro y en la labor que la ciudadanía teje a escondidas para salvar lo que queda del estado de derecho y de la dignidad del ser humano.

El comité de la noche se divide en dos partes asimétricas: “De Álex”, narrada en primera persona por una madre que regresa a la casa de sus progenitores, junto a su hija, a los 33 años (46 páginas), y “De Carla”, articulada a dos voces (194 páginas).

“De Álex” representa el desahogo lírico de quien ha perdido su empleo y su futuro, de quien sabe que la vida se pasa pero aún le queda energía para transformar el mundo. Este diario oscila entre el panfleto anticapitalista y el testimonio íntimo del derrumbe de una familia con todos sus miembros en el paro. El estilo –poético, repetitivo– recuerda a las asociaciones libres del flujo de conciencia.

“De Carla” centra el tema del libro y supone un giro de 180 grados en el tono y la estética. En esta parte, como adelantaba, encontramos dos voces: la de un biógrafo encargado de poner por escrito la vida de sus clientes (en primera persona, marcada con letra cursiva) y la del texto resultante (en tercera persona, con la letra redonda). Ambos se simultanean. Los protagonistas son Carla (trabajadora en Laboratorios Pharmen, una empresa de Bratislava interesada en la comercialización de la sangre) y el profesional que escribe sus memorias. Sus encuentros transcurren en siete sesiones de trabajo. La biografía de Carla, centrada en sus años en Eslovaquia, nos revela a un personaje contradictorio, angustiado por el enfrentamiento entre sus valores y sus necesidades. Se trata de un entretenido e inquietante relato de espías que, no obstante, descoloca en sus últimas páginas. El desenlace rompe la ilusión de realidad de todo lo narrado.

La trama hasta entonces, sin embargo, es sumamente interesante. No faltan las intrigas, coacciones y amenazas propias de la novela negra. Como en Matrix, en la novela encontramos un elenco de personajes que integran una resistencia invisible cuyo fin es despertar ciudadanos para la preservación del estado de derecho, así como luchar contra aquellos que quieren derribarlo. El tema de fondo de El comité de la noche es el límite moral para la compra-venta de productos (plasma, órganos vitales), y la defensa cerrada de un modelo público de sanidad. 





Además, hay párrafos dignos de elogio, en los que la autora apela al compromiso colectivo para obrar un cambio: “Lo que hay no existe, sino que está siendo construido ahora mientras escribo. Sin desigualdad nadie se sentiría obligado a vender un órgano, nadie apelaría a una necesidad impuesta por otros. Quienes consideran todo una cuestión de precios olvidan cómo se fabrica la pendiente por la que siempre podremos seguir bajando, pero por la que también podríamos ascender para llegar a un sitio distinto” (pág. 137).

El comité de la noche denuncia la “agresividad del enemigo” (los mercados, la casta política) con franqueza: “Su violencia es tan constante que parece natural. Y además usan su propia clandestinidad, su dinero, sus reuniones opacas […] promulgan leyes a su medida…” (pág. 152). Y a la vez, ensalza la solidaridad como un valor a proteger incluso con la propia vida: “cuando donamos sangre lo que hacemos es compartir nuestra salud” (pág. 212).

Si el compromiso ideológico es (una valiente) marca de la casa, reconocemos también en la obra el estilo inconfundible de una voz original, única, consciente de sí misma, que constituye un continente aparte dentro de la narrativa española de los últimos años.

Esta reseña ha sido publicada por el blog La tormenta en un vaso. Página original, aquí.

 

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