Antología. Juana Inés de la Cruz

miércoles, 5 de marzo de 2014

Apuntes sobre mis libros (II). Napalm



 
Napalm (2001. Premio Hiperión) trata sobre la forja de la identidad. De herencia barroca, el libro alerta sobre la alienación a que conduce un modelo social basado en la asunción de roles y en la pseudolibertad. El espacio y el tiempo que vertebran la obra se convierten en símbolos de dos modos de ser y de estar en el mundo: el coherente o auténtico –el sujeto lírico es dueño de su vida y se conduce por el libre albedrío– y el enajenado, enfermo o psicópata. Cada una de estas perspectivas, a su vez, se caracteriza por un lenguaje, una estética y un tono diferentes. Así, el poemario se mueve entre contrastes: simbología natural/urbana, lirismo/ironía, estilo surrealista/coloquial, conciencia/inconsciencia, esfuerzo/inercia, luz/sombra, cordura/locura, pasado/presente… Obra coral, cada voz alienada se erige en antimodelo de conducta, o si se prefiere, en modelo por reacción; las deudas de la novela picaresca son evidentes: cada personaje realiza un repaso de su vida con un sentido crítico y un propósito de enmienda que nunca llegará a realizarse. Por ello, la voz que abre el poemario se dirige al lector para advertirle del peligro de la apatía y de la inacción; le apela para que haga uso de su libre albedrío y detenga su frustración existencial, acabando así con los imperativos sociales (afectivos y laborales) que lo anulan. Cada relato autobiográfico, por otra parte, recibe la herencia del cuento fantástico del escritor argentino Julio Cortázar, de modo que al final de los mismos irrumpen elementos que proceden del sueño, del instinto y de lo irracional. Todos estos materiales se estructuran con la libertad compositiva que encontramos en el mundo del cine, tan propenso a los cambios narrativos ágiles y veloces (pensemos en Pulp Fiction, de Quentin Tarantino), metáfora del ritmo vertiginoso que viven las ciudades. De las decisiones que tomen los lectores tras conocer a los cuatro protagonistas del poemario (dos mujeres y dos hombres representantes de la España de entresiglos, condicionados por los prejuicios y por la economía de la época) dependerán no ya sólo sus respectivas vidas, sino el devenir de todos; porque la sociedad es la suma de las individualidades. Por tanto, pese a la nota pesimista de las historias relatadas, el libro desprende una confianza absoluta en la capacidad que tiene la humanidad para perfeccionarse –y esta fe es típica del Renacimiento–: de ahí que exista el libro. En la trastienda de Napalm resuenan las voces de Rosario Castellanos (que aboga por la independencia de la mujer) y Roque Dalton (cuyas obras destilan compromiso civil).   

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