Antología. Juana Inés de la Cruz

lunes, 15 de febrero de 2021

Baba-Yagá

Baba-Yagá, María Zaragoza. Aristas Martínez, 2020. 91 pp.

 

 

Allá por 1989 Austral ponía a la venta una colección de obras juveniles que podían comprarse en el kiosko. Recuerdo que mi hermano y yo (10 y 12 años, respectivamente) nos turnábamos cada mes para ahorrar y adquirir cada codiciado volumen. Poco a poco, fueron formando parte de nuestra biblioteca pequeñas joyitas como Doneval, Datrebil. 7 cuentos y 1 espejo; La tierra del sol y la luna, El misterio de la isla de Tökland, Favila o los Cuentos populares rusos. Dentro de este último libro, firmado por A.N. Afanásiev (un célebre folklorista que recogió en varios tomos la tradición oral de la literatura eslava), se encuentra un texto titulado “Basilisa la Hermosa”. En él se menciona a una bruja que come niños y vive en lo profundo del bosque: Baba-Yagá. La protagonista del cuento, obligada por sus hermanastras, vence sus miedos y se dirige a la cabaña del ser abominable en busca de un botín. El relato termina con la boda de Basilisa con el azar, dejando atrás su aldea y su pasado humilde. Pues bien, con la masa de esta leyenda, la novelista María Zaragoza ha creado una nouvelle original, steampunk, adaptándola a las modas narrativas de su propio tiempo. No en vano, Baba-Yagá (Aristas Martínez, 2020) se inserta dentro de la ficción especulativa, describiendo un mundo en que la ingeniería ha desaparecido tras una guerra a escala mundial, pero no los artilugios e inventos mecánicos. Pasado y futuro conviven en las 90 páginas del libro. Sobre la masa tradicional, decíamos, María Zaragoza ha vertido una serie de ingredientes de los más variado, clásicos e innovadores. Así, no faltan guiños a la La vida es sueño, pero tampoco a Los juegos del hambre, El maestro oscuro o a las películas Basil de la calle Baker y El show de Truman (aquí más que de guiños podríamos hablar de un verdadero código morse). Esta modernización del mundo antiguo (y en concreto, de los cuentos, ya sean populares o artísticos) la encontramos en otra novela juvenil: La calle Andersen (de las escritoras Sofía Rhei y Marian Womack, laGalera, 2014), un excelente libro retrofuturista inspirado en “La reina de las nieves”, pero localizado en las postrimerías del siglo XIX.

 

Narrada en primera persona por su protagonista (una niña de 13 años llamada Valentina), Baba-Yagá posee un estilo sencillo, pero evocador. Su primera mitad es una sucesión de relatos donde se caracteriza a los habitantes de su aldea y se nos informa de sus extremas condiciones de vida: el frío, la escasez de medios, el pago de un tributo a la malvada bruja y la desaparición de personas, sobre todo, de niños. La segunda nos abre las puertas a la reflexión sobre nuestra propia identidad, la frontera entre la realidad y la ficción, los límites que nos impone el miedo o la falta de tiempo que nos impide analizar críticamente el mundo en que vivimos. 

 

La edición del libro es magnífica: en tapa dura, con ilustraciones a cargo de El Rubencio, la tinta medio verde… Se trata de un volumen juvenil distinto a los habituales: cuidado, artesanal. Otro modo de acercar la buena literatura a los estudiantes de la ESO –y a los lectores, en general.       

 

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