Ahora que nos ha dejado Carmen Jodra (1980-2019) y que despunta una
poesía joven descafeinada no es mal momento para reivindicar la formación
integral de los poetas. Y nada mejor que hacerlo con la lectura de un bellísimo
cuento de iniciación -en este caso, al haiku, tan de moda-, titulado Nieve. La obra la publicó Anagrama en
2001. La firma el francés Maxence Fermine (1968). Y se trata de su primera
novela. O mejor, nouvelle, pues no pasa de las 105 páginas, con letra generosa. El
libro nos relata la historia de un joven de diecisiete años amante de la nieve
y de la poesía, a finales del siglo XIX. Nacido en Hokkaido, contraviene la
costumbre familiar de entregar su vida al ejército o a la religión. Pretende
ser haijine.
Para perfeccionar su arte, un emisario imperial le aconseja formarse con un
antiguo samurái y magnífico poeta, al sur de Japón. Con él comprenderá la importancia de la pintura,
de la música, de la danza y de la caligrafia para la creación de obras excelentes. Pero el relato, bellamente
escrito a modo de fábula, también se introduce en el terreno de la muerte y del
amor. Podríamos decir que Nieve es un haiku disfrazado de texto narrativo: igual de
sutil, evocador, ligero y delicioso.
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