Antología. Juana Inés de la Cruz

jueves, 2 de mayo de 2019

Esperando las noticias del agua

Esperando las noticias del agua, Basilio Sánchez. Valencia, Pre-Textos, 2018. 60 páginas.


Recoge Antonio Colinas en su ensayo El sentido primero de la palabra poética una cita de Albert Einstein: “La experiencia más hermosa que tenemos a nuestro alcance es el misterio”. Este nutre la creación poética desde sus remotos orígenes. De un tiempo perdido, precisamente, y de una emoción cruzada por la intriga, nos habla el último libro de poemas de Basilio Sánchez (1958), una de las mejores voces de nuestra poesía reciente. Autor unas veces visionario (Para guardar el sueño, Visor, 2008) y otras más conceptual (Cristalizaciones, Hiperión, 2013), posee un estilo reconocible: pausado, hondo e imaginativo. La reflexión viene engarzada en versos plásticos, muy evocadores. Se trata de un valor seguro de la literatura en lengua castellana, a quien podemos confiar las horas de lectura y de meditación no exenta de delirio. Lo escribía Domingo Ynduráin a propósito de san Juan de la Cruz: “El componente irracional, extraño y contradictorio es parte esencial de la buena poesía”.

Esperando las noticias del agua se centra en un enigma: el motivo de la desaparición de un mundo, del destierro de un pueblo. Desde un presente desolado, las voces que se expresan (de una mujer y un hombre, emparejados) aluden a un pretérito ya extinto: el fuego primigeneo, los rebaños arcaicos. De aquel Edén remoto sólo quedan cenizas:

“Reconstruye mi casa sobre el humo
de los desprendimientos
y sobre los escombros
de lo que alguna vez llamamos paraíso” (XV)

Los símbolos del desgaste se encarnan en el polvo y en las sombras, en las ruinas de los pueblos, en las ciudades arrasadas y en el derrumbe de los grandes imperios. Los símbolos del abatimiento, en la geografía estéril que despliegan los versos como un mapa: abismos, barrancos, grutas, guaridas, desiertos, aguas remotas.

Nada se sabe del origen de tanta destrucción, del alba que alumbró la tragedia:

“Una ciudad se abre hacia la noche
para todos nosotros,
los deportados de los ángeles” (IV)

Sólo se intuye la inminencia de una nueva sacudida:

“Arrastramos
el miedo de la especie,
el temor de sentirnos,
sin un sola luz hospitalaria,
completamente solos frente a un mundo
que no puede confiar en nosotros
y que nos amenaza” (III)

De la desesperanza los humanos se salvan por el amor y por las lecciones que imparte desde su atril una naturaleza recelosa de nuestra estirpe. Los árboles en general, y los cerezos en particular, simbolizan la belleza de la plenitud y la dignidad ante el desmoronamiento interior (XIV, XL).

Basilio Sánchez ha escrito libro-bastión que intenta protegernos de nostros mismos, que viene a recordarnos que la muerte del entorno natural está relacionada con la nuestra, y que tenemos en las manos la salvación de todos. Con sus poemas mínimos, certeros, silenciosos como flechas, el poeta cacereño nos ragala un libro hermoso al que nadie debería dar la espalda.  

Reseña publicada por Oculta Lit.

 

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